Hoy, hace 94 años, nacía Mary Jane Rathbun. Su imagen más recordada es la de una típica abuela: pelo gris cortito y anteojos. Sin embargo, esta mujer nacida en Chicago, fue una de las personalidades más importantes del activismo cannábico hasta su fallecimiento en 1999.
A los 70 años, siendo voluntaria del Hospital General de San Francisco, Mary Jane empezó a cocinar y repartir brownies de marihuana a pacientes con cáncer o VIH en plena epidemia del virus, para contrarrestar los efectos de la enfermedad y de los tratamientos convencionales para supuestamente combatirla. Por eso fue arrestada tres veces. En la primera, en 1981, los medios la bautizaron “Brownie Mary”. “No soy una criminal, no hice nada malo, estaba ayudando a los chicos”, declaró ante las acusaciones recibidas.
Ella misma llegó a hornear más de 130 docenas de brownies por mes. “Todo esto tiene que ver con la política, y eso es estúpido”, fue una de sus frases más célebres. Pese a eso, se comprometió con una causa que condujo a reformas legales sin precedentes. Su trabajo a favor de la regulación del cannabis fue clave para obtener las leyes que abrieron el camino al autocultivo medicinal y a los tratamientos con la planta. De hecho, las conquistas de las que formó parte fueron la base del proceso de legalización que hoy acelera su ritmo en los Estados Unidos.
Además de luchar activamente por las enmiendas a favor de los usuarios medicinales, Brownie Mary participó de la creación del San Francisco Cannabis Buyers Club, el primer dispensario en la historia estadounidense.
“Es muy difícil odiar a una viejita”, reflexionaba ella en las entrevistas consciente de que su figura ponía en crisis a la propaganda prohibicionista: “todo lo que ven es a su pobre abuela”.