Israel podría convertirse en el principal exportador de cannabis medicinal al mundo. No es extraño si tenemos en cuenta que se trata de uno de los países que más invirtió en la investigación de la planta y donde, paralelamente, las empresas dedicadas a su producción no detienen su expansión económica.
La decisión de avanzar nació de una recomendación hecha por un comité de especialistas del Ministerio de Salud y del Ministerio de Finanzas de esa país. La razón es sencilla: según los cálculos Israel podría ingresar a su economía hasta 4.000 millones de dólares al año.
La recomendación del comité de expertos estipula que los productos a exportar deben ser supervisados por el Ministerio de Salud y productores con licencias otorgadas por el estado. Las exportaciones sólo podrán realizarse a países que hayan regulado el cannabis con fines medicinales. Podrán ser flores, comprimidos o aceites.
La iniciativa tuvo resistencias internas, principalmente por parte de las autoridades sanitarias. El ministro de Salud, Yaakov Litzman, se había mostrado preocupado por la posibilidad de que esta apertura comercial generase una baja en la percepción de riesgo en los usuarios recreativos de cannabis y eso disparase su consumo. Pero cambió de posición cuando se estableció que parte de lo recaudado será destinado a mejorar el sistema sanitario israelí que, entre otras cosas, cuenta con un avanzado protocolo de cannabis medicinal.
No es un secreto que los productores de cannabis establecidos en ese país fueron uno de los actores que ejercieron mayor presión para acceder a tener el derecho a exportar.
Sin reglamentación, aún se desconoce cuándo se iniciarán estas actividades comerciales ni qué países optarían por importar productos israelíes para cubrir la creciente demanda de cannabis medicinal en marcos donde la exigencia por el derecho al autocultivo es cada vez más fuerte.