La medida sólo alcanza a aceites, extractos y formas de cannabis no fumables y los pequeños pacientes requieren, primero una tarjeta habilitante (la autorización a nivel estatal) y permisos por escrito tanto de los padres como de los directivos de la institución.
La nueva regulación fue en gran parte impulsada por la madre de un niño de 9 años llamado Quintin Lovato, quien padece de epilepsia y síndrome de Tourette. Quintin usa tres dosis de aceite rico en CBD por día, que reduce los síntomas de ambas enfermedades, pero debía interrumpir su tratamiento mientras se encontraba en horario escolar. Con una fuerte campaña en redes sociales y apariciones en los medios, el caso de Quintin no sólo impulsó la ley sino que lo llevó a él mismo a declarar ante la Comisión de Salud del estado.
A través de una carta abierta, el gobernador Hickenlooper apoyó la nueva medida surgida “después de hablar con padres y pacientes, especialmente la señora Hannah Lovato y su hijo Quintin” y explicó que es la mejor forma de evitar que los niños porten el cannabis necesario para su tratamiento y este pueda ser objeto de mal uso o extravío: “Agregamos varias medidas de seguridad en la ley en lo que concierne al transporte, administración y almacenado del cannabis para prevenir que pueda caer en manos de alumnos no autorizados.”
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Foto: Quintin Lovato en el cultivo donde se produce el aceite medicinal que usa todos los días.