Es dura la vida del productor rural que apuesta a la tierra: el clima, los mercados o simplemente la mala suerte pueden lavar el esfuerzo depositado como la lluvia fuerte arrastra las semillas recién sembradas. Salvo que siembren cannabis.
En un clima de creciente tolerancia y regulación, el cannabis es la opción para muchos productores rurales. Para los italianos es también la alternativa que los está ayudando a emerger de la crisis. La combinación de la baja internacional de los precios del trigo, sumado al agotamiento del suelo utilizado para cultivarlo, y la importación del grano por cada vez mas empresas puso en jaque a los productores italianos, que debieron reorientar sus cultivos a una siembra más redituable: cannabis.
Desde 2016 es legal cultivar cáñamo con menos de 0,2% de THC en suelo italiano, por lo que las cosechas van en aumento: de 400 hectáreas sembradas en 2013 hoy existen 4000 hectáreas, destinadas a la producción industrial y de productos cannabicos como flores fumables de bajo contenido en cannabinoides, comestibles, cremas y similares.
Hasta las cooperativas de cultivo más tradicionales del país están virando hacia el cannabis: “Este año ganamos 10 veces más de lo que hubiéramos hecho con el trigo” afirmó Salvo Scuderi, presidente de Colli Erei, una cooperativa que este año cosechó unas 150 toneladas de cannabis.