“Cualquier cosa es mejor que estar preso”, nos dice Damián en la casa de su mamá, donde ahora cumple prisión domiciliaria.
El 23 de junio de este año Damián Raña fue detenido acusado de “cultivo para producción de estupefacientes”. Y estuvo 5 meses preso, hasta que la justicia de La Plata, provincia de Buenos Aires, le permitiera seguir el proceso fuera de un calabozo.
Damián tiene 28 años, es cocinero y el cannabis que cultiva fue clave para llevar adelante los fuertes dolores que sufre luego de haber tenido un accidente automovilístico.
El allanamiento por el que terminó preso fue escandaloso: la policía se metió en su casa buscando a un supuesto ladrón. Lo que encontraron fueron unos ramas de cannabis sobre una mesa. A partir de ahí iniciaron una requisa sin orden judicial. Damián les mostró su cosecha, el aceite que usa para sus dolores y terminó subido a un móvil policial sin saber que no volvería a su casa por muchos meses.
Ahora, excarcelado de la alcaldía de Olmos, recibe la visita de familiares y amigos en la casa de su mamá mientras la causa en su contra continúa. Pero eso no le impide disfrutar de haber salido del encierro en el que estaba. “Estoy muy feliz, estoy donde quiero estar”, nos cuenta en una charla donde repasa cómo fueron los últimos cinco meses.
Damián, la espera se hizo más larga de lo esperado.
La verdad es que fue todo muy lento. Pero es siempre así, la justicia funciona así. Hay casos de gente que cae en la alcaldía y pasan 5 o 6 meses sin novedades. Y ni hablar si no tienen defensa, no tienen una familia detrás, un apoyo. Lamentablemente la demora es lo normal: se prioriza más la burocracia que la persona, sos un número. Cuando estuve en la comisaría 11° de Ringuelet de La Plata, había un muchacho con problemas de salud y nadie hacía nada. Tenés que estar muy mal para que te den bola, te llevan a un hospital o algo.
¿Dónde te llevaron tras la detención?
Me detuvieron un sábado, ya madrugada de domingo, y pasé la noche en una comisaría de Ensenada. El domingo a eso de las 6 de la mañana llamaron de la fiscalía y de ahí pasé a la Comisaría 11° de Ringuelet, donde estuve 10 días. Es una comisaría que no está habilitada para tener presos. Éramos 9 presos en una celda, hacinados, comiendo todos los días arroz blanco.
¿Cómo fue esa primera noche detenido?
En casa tuve un trato normal con la policía, aunque a veces alguno hablaba un tanto amenazante. Pero me decían: “Vamos que tenés que firmar unos papeles y nada más”. Fui bien predispuesto, no me veía en algo grave. No me vi preso, ni se me pasó por la cabeza. Después de firmar me dijeron: “Bueno, ahora vas al cuerpo médico”. Y después ya era: “Bueno, te tenés que quedar hasta mañana pero mañana te vas”. Siempre el verso era ya te vas, ya te vas. Después hablé con la defensora oficial que me asignaron, me dijo que tenía que esperar cinco días. Y yo pensaba, bueno espero cinco días… Y así te vas bancado, llevando el día a día, esperando esos días para tener una novedad. Después eran otros cinco días hábiles, otros 10 días… y vas esperando eso. Pero así fue como pasaron los cinco meses. Pero si yo me imaginaba en ese momento que iba a estar cinco meses, no sé, me volvía loco.
Pero los días pasaban y las novedades no llegaban, o tardaban demasiado.
¡Claro! Y ya empezó diciembre, y se viene la feria judicial y no trabaja nadie. Ya me veía pasando Navidad y Año Nuevo preso, y después pasando enero adentro sin que se muevan los papeles. Y yo ya estaba muy mal, los últimos días estuve muy bajoneado, ni me quería levantar. Era preferible estar durmiendo que estar preso.
Ya en los últimos tiempos estuviste en la alcaldía de Olmos, ¿Cómo fue la experiencia?
En Olmos estuve en dos pabellones distintos. En total estuve en tres lugares. Después de la comisaría estuve en la Alcaldía N°2 de La Plata y de ahí me pasaron a la alcaldía de Olmos. Es bancar el día a día, el minuto a minuto ahí adentro. Amoldarte ahí, en la relación con los compañeros había un cierto respeto, no tuve mayores problemas por suerte. Hay que tener en cuenta que hay mucha gente, en un momento me tocó estar en una celda con 10 personas. Y cada uno tiene sus problemas, sus quilombos afuera, sus quilombos adentro. Y con los policías, que todos sabían por qué estaba preso, me decían que tenía que salir, me preguntaban: “¿Qué hacés acá todavía?” Siempre con mucho respeto. Todos sabían que la causa estuvo mal llevada desde el primer momento.
Contanos acerca del allanamiento
Más o menos a fines de marzo un vecino denunció que había gente en su techo. Los policías revisaron los techos, entre ellos el de mi casa, y vieron las plantas. Y les vino bárbaro porque no necesitaron hacer ninguna investigación, era fácil hacerme una causa. Pero ese día se fueron y no pasó nada. Y bueno, pasaron dos meses y medio y ocurrió la misma denuncia. Yo no estaba en mi casa, estaba en Berisso, así que me enteré por mi hermano que vive al lado mío, que me llamó para decirme que la policía necesitaba entrar a mi casa para revisar si había alguien. Primero le dije a mi hermano: “Mirá, estoy lejos, no puedo ir, deciles que no hay nadie”. Pasó un rato y me llama de vuelta y me dice que vaya, que me necesitaban para entrar. Entonces me tomé un taxi y fui. Llegué y había un par de patrulleros, unos 10 policías, parecía un operativo grande. Además de otros que estaban de civil. Quise pasar a mi casa y me dicen que primero tenían que pasar ellos, y uno entra armado. Entonces ya pensaba que era algo bastante serio. Y después de que paso yo se fueron mandando los demás policías, era tipo Grupo Halcón, muy gracioso. Pero este que entró primero, en vez de ir al patio, que es donde iban a revisar, fue entrando a todas las piezas, y recién al final fue al patio. No había nadie. Pero me encuentran una rama y un poco de cogollos arriba de una mesa.
¿Qué pasó a partir de ese momento?
Uno me dice: “Vení para acá, ¿esto es tuyo?”. Sí, le digo. Y me dice: “¿Tenés más? Decime, porque si no tenemos que hacer un allanamiento y dar vuelta la casa”. Y les dije que sí y les mostré una caja con la cosecha de cinco plantas. También tenía aceite, lo vieron pero no se dieron cuenta de lo que era. Pero el allanamiento se hizo igual porque me revisaron todo, me dieron vuelta todo. Una policía no paraba de sacar fotos por todos lados, llamaron un testigo. Y en ningún momento hubo orden de allanamiento. Yo estaba un poco asustado, no me dejaban hablar mucho. Uno de los policías, un hombre mayor, me preguntó si tenía elementos de corte. Y yo le decía: “¿Cómo elementos de corte?” Y me dice: “Lo que usted usa para cortar la marihuana”. No tenía ni idea, pensaba que era cocaína, no sé. Y le di un picador y le expliqué que con eso picaba los cogollos. Y me dijo: “Bueno, esto queda secuestrado”. Al rato me dijeron: “Subite a la camioneta que vas a firmar unos papeles y te venís”. Y ahí empezó toda esta historia de cinco meses y pico, me abrieron una causa por “cultivo para producción de estupefacientes”. Y cuando va pasando tanto tiempo terminás pensando que hiciste algo malo, sos un preso más.
¿Por qué pensás que el juez de la causa tardó tanto en otorgarte la prisión domiciliaria?
Mi expediente estaba en Garantías. Cuando mi abogada particular -ya habíamos contratado una- apeló la prisión preventiva, la causa subió a Cámara y ahí el expediente estuvo parado tres meses. Y cuando las organizaciones cannábicas y sociales comenzaron a realizar movilizaciones el expediente bajó de nuevo pero de la misma forma en la que subió. Los jueces de Cámara no hicieron nada. Y ahí comenzaron los peritajes y pude ir al hospital recién después de tres meses de estar detenido. Necesitaba atenderme por un accidente automovilístico muy grave con rotura de huesos que tuve en una pierna, por el cual sufro muchos dolores y empecé a usar la crema y el aceite de cannabis. En ese momento pasaron tres cosas importantes: bajó el expediente de Cámara, me trasladaron a Olmos, donde pasé de estar con 10 personas a estar en una celda con una sola persona, y me empezaron a hacer los chequeos médicos correspondientes.
¿Estabas con muchos dolores? ¿Hacías actividades?
Hasta ese momento me manejaba con ibuprofeno y relajantes musculares, como pridinol. Pero con el aceite de cannabis los dolores me bajaban en un 80%. Y en las celdas estaba quieto, porque no hacés nada. No tenés nada para hacer. Capaz tomás unos mates, jugás a las cartas, al ajedrez. Algunos hacen artesanías para pasar el tiempo. Yo leí muchísimo, me mandaban muchos libros, y leer era una forma de sacar tu mente de ahí. Lo que buscás es irte, olvidarte de dónde estás. Hacés algunos estiramientos. Por ejemplo, en la primera alcaldía en que estuve no había patio, solamente un pasillo donde estaban los teléfonos y los baños, donde podías salir una hora. Pero era todo techado, no había aire fresco. Y en Olmos había un pasillo y un patio donde también podías estar una hora, disfrutar un poco el sol, el aire.
¿Cómo repercutió en vos que organizaciones cannábicas y sociales hayan hecho marchas para exigir tu libertad?
Me ponía re contento, me daba mucho ánimo. Me sentía acompañado, te sentís bien, te sentís que la cosa se está moviendo, que no está todo estancado. En una de las oportunidades tuve la posibilidad de llamar, estaban mis amigos ahí, y hablaba con uno, con otro, hablaba, hablaba… Escuchaba todo, escuchaba a la gente cantar. Te da fuerzas y las necesitas para no caer, para no deprimirte.
¿Cómo te sentís hoy con la prisión domiciliaria?
Estoy muy feliz porque estoy donde quería estar. Cualquier cosa es mejor que estar ahí, preso. Cuando entrás a prisión no tenés nada. Cualquier mínimo beneficio, como un poco más de tiempo para hablar por teléfono, lo buscás. Y la domiciliaria es lo mejor que me podía pasar. Y estoy acá, que era lo que anhelaba desde hace mucho tiempo. No es la libertad pero es un cambio 100% positivo. Es que estás todo el tiempo pensando en que querés dormir bien, en un colchón, te querés bañar bien. Así que estoy muy feliz. Estoy recibiendo visitas de familiares y amigos constantemente. Puedo pedir autorización para algunas salidas, por ejemplo para ir al traumatólogo y para seguir con la rehabilitación de la pierna.
¿Qué conclusión sacás después de toda esta experiencia con respecto a las detenciones de cultivadores y usuarios de cannabis?
Creo que va a llegar un momento en que todo esto se va a regular, eso va a pasar. Tengo mucha fe en eso. Las legislaciones sobre drogas van a cambiar y se va a crear un registro de cultivadores, y va a ser legal. Desde el lado medicinal están súper comprobados sus usos. Y en cuanto a las detenciones pienso que la misma policía actúa de acuerdo con la ley y si no hay delincuentes los crea, convierte en delincuentes tanto a cultivadores como a usuarios. Y suman puntos. Y los dejan adentro para que se haga cargo la justicia, y hasta ese momento la persona tiene que bancarse todo el proceso. Pero esto va a cambiar: somos muchos quienes cultivamos, veo que cada vez somos más los que queremos cultivar y los que estamos pidiendo lo mismo.