Los jardines con plantas de cogollos densos no se generan solos. Dependen de un buen manejo de los recursos ambientales, la nutrición y, sin lugar a dudas, la genética adecuada. Si la genética genera cogollos pequeños, no vamos a poder cambiarlo, hagamos lo que hagamos.
Los nutrientes, que se encuentran en el sustrato, son fundamentales para el desarrollo de la planta en toda su vida. Los más demandamos por las plantas se llaman macronutrientes. Los más importantes son el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K).
Durante la floración disminuye de a poco el requerimiento de N, pero el P y el K se vuelven claves. Por eso para la etapa de floración usamos abonos ricos en fósforo y potasio, como guanos de aves marinas, o de murciélago.
Si hablamos de harinas, la más indicada para la transición del vegetativo a floración es la de pescado, teniendo en cuenta que demoran entre 2 a 4 semanas en estar disponibles para su absorción.
Durante la floración disminuye de a poco el requerimiento de Nitrógeno, pero el fósforo y el potasio se vuelven claves. Por eso para la etapa de floración usamos abonos ricos en estos macronutrientes, como guanos de aves marinas, o de murciélago.
Este tipo de fertilización se puede aplicar mezclada a la hora de preparar la tierra o con la ténica de top dressing, que es poner el abono en la superficie de la tierra y cubrirlo con compost o turba, y riego a riego se irá lixiviando.
La clave para que nuestras flores expresen su perfil de aromas y sabores de la mejor manera es no pasarse de abono. Incluso antes de que las plantas muestren signos de sobrefertilización, con abonados continuos se ven modificados estos aspectos, por lo que la mejor opción será tener paciencia una vez que pase la mitad de floración.
Comercialmente, muchas formulaciones conocidas como PK 13-14 (NPK: 1-13-14) son muy efectivas a la hora de aportar macronutrientes de buena biodisponibilidad (es decir que se absorben fácilmente.