Estamos cada vez más cerca de la cosecha. Es momento de empezar a preparar nuestras plantas para el corte.
Una de las prácticas clave antes de cosechar es el lavado de raíces. Para algunas personas es una tarea muy conocida, para otras es algo que puede generar algunas preguntas. Vamos por lo esencial.
¿Qué es?
Básicamente agregar una importante cantidad de agua y así barrer con los nutrientes que estén en el medio de cultivo. Es algo que sólo hacemos cuando cultivamos en maceta.
¿Por qué lo hacemos?
Al barrer los nutrientes que tenemos en el sustrato, la planta va a comenzar a consumir las reservas que tiene guardadas. Si no ayudamos a generar este proceso, los nutrientes se convierten en residuos que van a afectar los cogollos: generando sabores poco agradables y una mala combustión que se caracteriza por una ceniza oscura.
También podemos necesitar usar esta técnica en caso de haber sobrefertilizado la planta. Algo que se evidencia en hojas que parecen garras, curvadas generalmente hacia arriba.
Si no hacemos un lavado de raíces, los nutrientes se convierten en residuos que van a afectar los cogollos, generando sabores poco agradables y una mala combustión que se caracteriza por una ceniza oscura.
Por supuesto, la recomendación para que esto último no ocurra es recordar que por más productos que queramos incorporar en nuestro cultivo, la clave de que las plantas produzcan buenos cogollos está en la genética y en el cuidado que pongamos en todo el proceso.
Los productos -que siempre deben ser naturales y en proporciones adecuadas- agregados a poco tiempo de cosechar no son recomendables.
¿Cuándo lo hacemos?
El lavado de raíces debe planificarse y hacerse idealmente entre 15 y 10 días antes de la cosecha, una vez que se ha cortado con el ciclo de fertilización.
Siempre se recomienda hacerlo de día para no afectar el fotoperíodo.
¿Cómo lo hacemos?
Si bien hay productos específicos para realizarlo y ahorrarnos un poco de trabajo, no son imprescindibles y podemos hacerlo simplemente con agua: regando con entre el doble y el triple de agua del volumen de la maceta. Es decir que para una maceta de 10 litros, debemos regar con entre 20 y 30 litros de agua.
Podemos hacer el lavado simplemente con agua: regando con entre el doble y el triple de agua del volumen de la maceta. Es decir que para una maceta de 10 litros, debemos regar con entre 20 y 30 litros de agua.
Es importante que el riego sea suave y pausado, para evitar que el sustrato se encharque, por eso es necesario asegurar un buen drenaje y tomarse el tiempo necesario. Una forma de saber que estamos haciendo un buen lavado es observar el drenaje: debería empezar oscuro y terminar lo más claro posible.
En caso de que se acumule agua en la superficie del sustrato, hay que esperar a que la absorba completamente antes de seguir regando.
Si bien el lavado puede realizarse en el mismo espacio de cultivo, si el agua no se escurre bien puede generar un ambiente húmedo no muy bueno para las plantas. Si tenemos espacio en un patio, terraza o balcón donde no tenemos tierra es bueno hacerlo cerca de una rejilla.
En caso de no tener ninguna de esas posibilidades una buena opción es hacerlo en la bañera.