En medio de la cuarentena, miles de usuarios y usuarias medicinales de cannabis se enfrentan a un peligro: quedarse sin el cannabis que necesitan para tratarse.
A pesar de que existe una ley de cannabis medicinal, el Estado argentino sigue sin regular el autocultivo. En este contexto las personas quedaron desamparadas sin ese derecho y sin otro modo de proveerse aceite.
Valeria Salech, referente de Mamá Cultiva Argentina, nos contó como es la actualidad de los usuarios y usuarias medicinales, y de quienes cultivan solidariamente.
¿Cómo afectó la pandemia a los y las usuarias medicinales?
Ahora más que nunca, desde Mamá Cultiva Argentina revalidamos la importancia de la autonomía sanitaria que trae aparejado el autocultivo para nuestra salud y la de nuestras familias. Quienes nos encontramos cultivando y realizando nuestros preparados de cannabis para mejorar la calidad de vida de personas con condiciones crónicas de salud, estamos comprobando que, al no tener que exponernos a largas colas en farmacias para conseguir tal o cual medicación, al no tener que someternos a largos trámites para que el sistema de salud acompañe nuestros tratamientos, que aquella decisión de desobedecer que tomamos en algún momento, y de arriesgar nuestra libertad para cultivar cannabis, hoy la podemos reivindicar. El autocultivo nos permite protegernos ante la pandemia, es lo que nos permite quedarnos en casa, cuidarnos y cuidar a nuestras familias.
“la decisión de arriesgar nuestra libertad para cultivar cannabis, hoy la podemos reivindicar. El autocultivo nos permite protegernos ante la pandemia, es lo que nos permite quedarnos en casa, cuidarnos y cuidar a nuestras familias”.
¿Qué tipo de políticas creen que son necesarias en este momento?
Sabemos que el Estado y quienes lo integran -en todos sus niveles- está dedicando todos sus esfuerzos a evitar que el COVID-19 se cobre muchas vidas en Argentina, y acompañamos y apoyamos las medidas que se toman para ello. Nuestra tarea es ahora visibilizar que también en esta crisis la regulación legal de la marihuana en todo el territorio puede ayudar a lidiar de mejor manera con la crisis que traerá el coronavirus y sus consecuencias. Lo que quisiéramos es que en este marco la provisión de cannabis y el autoabastecimiento, así como de los implementos necesarios para llevar a cabo un cultivo sean considerados entre las actividades esenciales, porque lo son. Sin su aceite, sin la posibilidad de cultivar y obtener su terapia, miles de personas van a padecer el regreso del dolor y el padecimiento, en un contexto adverso para ingresar al sistema de salud. Esto es urgente y no puede esperar el final de la cuarentena, que llamamos a respetar porque es la única herramienta para prevenir el COVID-19.
“en esta situación la regulación legal de la marihuana en todo el territorio puede ayudar a lidiar de mejor manera con la crisis que traerá el coronavirus y sus consecuencias”.
¿Crece la importancia de la figura del cultivador solidario?
Es fundamental que el Estado reconozca el cultivo solidario como actividad esencial, ya que en este momento en que la importación de aceite se verá detenida quién sabe por cuánto tiempo, son los cultivadores solidarios quienes podrán acompañar y proporcionar calidad de vida a las miles de personas que hoy están en riesgo de perder la continuidad de sus tratamientos.
“la importación de aceite se verá detenida quién sabe por cuánto tiempo. así que son los cultivadores solidarios quienes podrán acompañar y proporcionar calidad de vida a las miles de personas”.
¿Cómo continúan su trabajo como organización en medio de la pandemia?
En este momento difícil, entendemos que somos responsables de dar información para quienes hoy están camino a cosechar sus primeros cultivos y realizar sus primeras extracciones. A través de las redes, estamos trabajando fuertemente para que sepan lo que necesitan y abrazar a la distancia a todas las personas que inician este camino. Porque al sistema sanitario ahora le toca la lucha en la trinchera, entendemos que es momento de reforzar la construcción comunitaria de la salud, que no pasa por el consultorio, sino por la autoobservación y la posibilidad de comprender la salud como una construcción social que se da en todos los espacios que habitamos.