Un día como hoy se descubría el LSD. Fue el comienzo de una verdadera revolución cultural.
Pasó hace 77 años, en 1943. El protagonista de esta historia fue Albert Hofmann, el químico suizo.
Ese día, al terminar su trabajo para la compañía Sandoz, Hofmann regresó a su casa en bicicleta. Europa estaba viviendo la Segunda Guerra Mundial y no había otros medios de transporte.
En bici
Hofmann no buscaba el LSD. De hecho, estaba trabajando en otro tema: con alcaloides derivados del ergot que para entonces ya tenían una acción médica conocida. Hasta que decidió sintetizar un compuesto descartado por otro equipo de investigación, lo que él llamó “el compuesto 25”.
Antes de salir para su casa, Hofmann decidió probar 250 microgramos (1 microgramo es la millonésima parte de un gramo) de esa sustancia en su propio cuerpo.
Pedaleando, Hofmann comenzó a sentir los primeros efectos intensos en su percepción. Antes de montarse a su bici, había probado 250 microgramos de un compuesto desconocido.
Pedaleando, Hofmann comenzó a sentir los primeros efectos intensos en su percepción. El paisaje parecía deformarse con cada metro que avanzaba y no podía calcular la velocidad a la que viajaba. La asistente que lo acompañó ese día luego le dijo que iba tan lento que no sabía cómo había podido mantener el equilibrio.
En casa
Una vez en su casa, Hofmann creyó que se había envenenado fatalmente, como tantos otros investigadores de su época.
Alcanzó a pedir a un vecino que llamara a un médico y se recostó en el sillón. Se preparó para morir.
Al llegar a su casa, estaba convencido que se había envenenado y se preparó para morir. lo que pasó fue muy distinto: antes de dormirse pudo verse a si mismo desde a otra punta de la habitación recostado en el sillón.
Pero lo que pasó fue muy diferente. Pudo verse a sí mismo, desde una esquina de la habitación, recostado en el sillón, con los ojos cerrados. Pensó que era el final, pero estaba equivocado.
Al rato, Albert Hofmann seguía vivo. El médico que lo revisó únicamente encontró que tenía las pupilas dilatadas y una leve hipertensión, probablemente debido al pánico.
Algunas horas después recuperó el habla y pudo más o menos expresar a su esposa lo que estaba viviendo.
El día después
Al día siguiente, Hofmann sintió que había muerto el día anterior y que había renacido. El mundo parecía más fresco y bello, como lavado por una lluvia que había renovado sus colores, sus olores y estimulaba todos los sentidos.
El “Compuesto 25” que había probado no era otra cosa que dietilamida de ácido lisérgico, lo que todo el mundo después conoció como LSD.
Al día siguiente, Hofmann sintió que había renacido. El mundo parecía como lavado por una lluvia que había renovado sus colores, sus olores y estimulaba todos los sentidos. Había probado accidentalmente el LSD.
Además de ser su descubridor, Hofmann fue el primer ser humano en registrar, primero por accidente, luego por una comprobación científica, sus efectos en la percepción. Y su hallazgo cambiaría para siempre la historia de la experiencia humana.
En las décadas siguientes el LSD se convirtió en una herramienta central para el estudio de la mente humana. Luego saldría de los laboratorios a las calles para encender una revolución cultural. Lo que muchos conocen como la cultura psicodélica que alcanzó el climax en los años 60.
En 1917, el LSD pasó a formar parte de la lista de sustancias prohibidas internacionalmente. Pero Hofmann nunca se arrepintió de su descubrimiento y siguió trabajando con otros científicos que se involucraron en la investigación de sustancias para alterar la percepción.
El fin siempre fue claro para él, sus colegas y discípulos: la ciencia puede ayudar a la humanidad a enfrentar sus fantasmas y reencontrarse con lo mejor de si misma.
Albert Hofmann murió luego de una existencia comprometida y feliz. Tenía 102 años.