Detrás de la distribuidora de artículos de cultivo más grande de Argentina, hay una historia. Damián Barone [derecha] y Marcelo Zuvic [izquierda], sus fundadores, se conocieron hace casi diez años. Y días atrás inauguraron un nuevo depósito de 1.300 metros cuadrados.
Rebobinemos. En 2011 Barone inauguró su primer local de Cultivo Urbano, la franquicia de growshops más extendida del país. Por entonces, Zuvic se pasaba los días en Ritrac, la empresa metalurgica de 62 años de la cual es dueño.
En 2013, abrieron su primer local juntos y después fundaron Santa Planta, la marca y distribuidora de insumos cannábicos que tiene una lista de 1300 productos, de los cuales 90 son de creación propia.
Ambos son un ejemplo contundente de que el cannabis es capaz de generer una industria enorme, com lo viene demostrando en medio de la pandemia. Sólo hacen falta buenas ideas y dejar de prohibirlo.
Un impulso imparable
Para Damián Y Marcelo “este negocio todavía no arrancó”, a pesar que la semana pasada inauguraron un nuevo depósito de 1.300 metros cuadrados, cinco veces más grande al que poseían anteriormente.
El espacio está en el barrio porteño de Parque Patricios, una zona estratégica para el despacho de camiones.
“Hoy, en mi empresa metalúrgica estoy facturando un 20% menos de lo que debería. Mientras que en la industria cannábica, la facturación la multiplicamos un 300%, en relación al año pasado, es un mercado en el que cada vez se mete más gente y tiene un potencial gigantesco”, cuenta Zuvic.
“No creo que el cannabis salve a la economía: nos salvaremos todos juntos y el cannabis es un ítem más, pero puede ayudar muchísimo”, aclara.
“No creo que el cannabis salve a la economía: nos salvaremos todos juntos y el cannabis es un ítem más, pero puede ayudar muchísimo”, dice Marcelo zuvic
Por su parte, Barone analiza la industria internacional y el panorama de oportunidades que hay en el país. “Todos los años voy a la expo cannabis de Barcelona y, de 300 stands, el 85% son de venta de semillas. En la que se hizo acá, el año pasado, hubo 50 mil personas -cuando se esperaban 12 mil- y no se vendió una sola semilla”, recuerda respecto a Expo Cannabis Argentina.
“Nosotros construímos una industria sin semillas y con prohibicionismo, ¿se imaginan que pasaría si pudieran entrar los bancos de semilla? La comparación es si el negocio fuera una planta de tres metros, nosotros todavía somos un esqueje”, sostiene el creador de Cultivo Urbano.
Industria nacional
A pesar de su cautela y el crecimiento exponencial de su negocio, Damián y Marcelo consideran que la explosión de la industria cannábica todavía no terminó de despegar y que hay mucho por hacer. De hecho, esta idea fue la piedra fundamental de su sociedad.
“Marcelo venía al local, veía un producto y se lo llevaba. Al otro día, aparecía con seis modelos distintos que él podía hacer. Yo los pagaba a un precio que él me dejaba casi a la mitad”, recuerda Barone. “Yo veía que era personas con muchas ganas, pero notaba que faltaba la parte industrial”, agrega Zuvic sobre su rol metalúrgico.
“construímos una industria sin semillas y con prohibicionismo, ¿se imaginan que pasaría si pudieran entrar los bancos de semilla?”, pregunta Damián Barone
De esta manera, constituyeron Santa Planta y comenzaron a fabricar productos nacionales que estaban inspirados en las creaciones extranjeras. “Se me ocurrió hacer la máquina de pelar cogollos”, recuerda Zuvic sobre el aparato que hoy está más que establecido.
“Hicimos productos al alcance de la gente y que se pueda comprar; no algo que costara US$ 3 mil”, agrega Barone.
En la actualidad, Santa Planta no registra techo. En total, tienen una lista de 1.300 artículos y 90 productos propios, entre las líneas de fertilizantes Pot y Revienta, las macetas Root House, bandejas de cultivo, filtros de olor, tres modelos de sustrato, prensa para rosin, coolers y paneles de led con alto espectro lumínico, los cuales hasta logran simular el amanecer y el atardecer.
Todo esto es trabajo. “En lo que es la fabricación trabajan en total 25 personas, y acá en la distribuidora somos 15, pero hay mucha más gente, a esta altura ya es difícil calcularlo”, cuenta Damián.
La gran demanda
En el último año la venta aumentó exponencialmente, de 300 clientes a más de 700, entre growshops, otras distribuidoras del interior o locales de tatuajes, quienes también venden productos cannábicos.
“Nos están llamando de otros países, como Colombia, para que le mandemos productos. Pero todavía no podemos exportar. Estamos abocados a satisfacer la demanda, no damos abasto”, dice Barone.
Por su parte, Zuvic cuenta que la explicación del exponencial crecimiento económico se debe a que “hay una demanda y mucha expectativa con una posible regulación de la planta”, explica.
En la fabricación de productos trabajan 25 personas, en la distribuidora 15. según los fundadores de Santa Planta ya es difícil calcular cuánto trabajo se genera alrededor de lo que hacen
Una de las novedades más curiosas del nuevo depósito de Santa Planta es la isla que poseen en el centro del local, que se parece al patio de una confitería. Con mesas y sillas de madera, tanto empleados como clientes se sientan allí para tomar un café y cerrar los encargos de productos o simplemente a tomarse un descanso.
“Allá es nuestra oficina”, señala Barone a un espacio blanco impoluto y vacío. “Todavía la tenemos pelada. Nos la pasamos en el Café de Santa Planta”.
Marcelo Somma / @revistathc