¿Cuántas personas cultivan solas? La realidad es que apenas una minoría de quienes plantan lo hacen sin compartir experiencias con alguien más. El cannabis es un fenómeno siempre comunitario.
Muchas veces, es una de las personas del grupo de amigos la que dice: “yo cultivo”. Así se inicia entre personas cercanas un ciclo se repetirá año a año: una pondrá patio o un cuarto que albergará las plantas por venir, otro se encargará de conseguir todo lo necesario para que la cosecha sea exitosa, repartirán los gastos.
Hoy en Uruguay hay 160 clubes de cultivo y más de 5 mil socios que pueden acceder legalmente a 480 gramos de cogollos al año
Sin saberlo, replican un modelo que, en los 90, en España buscaron transformar en una forma de regular el cannabis: los clubes sociales de cultivo.
El modelo de clubes
Los mandamientos de estas asociaciones, escritos en 1991 por Asociación Ramón Santos de Estudios (ARSEC) sobre el Cannabis de Barcelona, dan cuenta de ello:
1) Que sea un grupo concreto y determinado de personas.
2) Que sean mayores de edad y previamente consumidores.
3) Que la sustancia obtenida se destine al uso personal de los miembros.
4) Que no haya beneficio económico.
Los clubes parten de lo básico: la posibilidad de cultivar puede verse limitada por falta de recursos, tiempo o espacio. Así surgió ARSEC, aquella que de 10 socios en 1991 pasó a sumar 3 mil almas en 2001.
En los años 90 los clubes de cultivo fueron impulsados en España como una forma colectiva y no comercial de regular el cannabis
Uruguay llegó a ese punto un poco antes, cuando en 2013 en la regulación del cannabis se contempló la formación de clubes de cultivo de entre 15 y 45 socios mayores de 18 años.
Hasta el momento, en el país oriental hay 160 clubes de cultivo y más de 5 mil socios.
Cómo funcionan los clubes en Uruguay
En Uruguay, la Ley de Regulación y Control de Cannabis, además del autocultivo y la posibilidad de adquirir cannabis en una farmacia, habilitó los clubes de cultivo enmarcados como asociaciones civiles sin fines de lucro, generando una serie específica de requisitos:
· Deberán registrar la Asociación Civil en el Ministerio de Educación y Cultura y luego ante el ente que regula y controla la actividad: el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA).
· La asociación deberá declarar la sede donde se realizará la plantación y esta deberá pertenecer a un integrante del club o el propietario del espacio tendrá que otorgarle un permiso a la persona que arriende o utilice el espacio con este fin.
· Podrán anotarse desde 15 hasta 45 personas mayores de 18 años de edad. Las mismas deben ser residentes permanentes en Uruguay.
· La asociación tendrá que tener un responsable técnico de cultivo, al que se conoce como jardinero.
· Se podrán cultivar hasta 99 plantas y cada socio podrá llevarse hasta 480 gramos de cogollos al año (es
decir, hasta 40 gramos mensuales).
· Está totalmente prohibida la publicidad de los clubes de cultivo de manera pública.
Sin dudas es una alternativa que tiene sus límites, pero es una forma segura de garantizar que quien no puede cultivar en su casa y no quiere comprar cannabis en un paquete, pueda acceder a sus flores.
Un ejemplo de que las políticas públicas se hagan cargo de lo que está pasando en el mundo real, donde el uso de cannabis es un hecho y un modo de vida para millones de personas.