A poco más de un mes que el Gobierno oficializara la nueva reglamentación de la Ley de Cannabis Medicinal, se espera que el Ministerio de Salud de la Nación habilite el Registro que permitirá el cultivo personal, solidario y colectivo.
Otro de los aspecto centrales de la nueva reglamentación, es el impulso a la investigación. De hecho, habilita al INTA y al CONICET a cultivar cannabis y permite a las universidades llevar adelante sus propios protocolos vinculados a la planta.
“La reglamentación que salió fue lo que veníamos trabajando sin pausas, de forma intensa y denodada. Veníamos trabajándolo hacía años”, dice Silvia Kochen, neuróloga e investigadora principal del Conicet, quien además es coodinadora de la Red Argentina de Cannabis Medicinal (RACME), parte del Consejo Consultivo Honorario que asesoró al Ministerio de Salud para avanzar con la nueva reglamentación medicinal.
Por su parte, Darío Andrinolo, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de La Plata -una de las casas de estudios pioneras en el estudio del cannabis- la nueva reglamentación era algo largamente esperado. Aunque aclara: “aún faltan definir ciertas cosas para saber el grado de libertad que tendrá la gente para cultivar o qué grado de complejidad serán los cultivos comunitarios”.
Qué cambia para la ciencia
En lo inmediato, la comunidad científica tendrá más facilidades para avanzar en investigaciones. Andrinolo explica que “ahora, la academia va a poder hacer cultivos experimentales sin pedirle permiso a nadie. Será más fácil convencer a más autoridades universitarias para tener plantaciones propias”.
“Esta situación de legalidad, que se va escalando y logrando, facilita la adquisición de insumos, la compra de recursos necesarios para cumplir estándares de calidad y motiva más a los investigadores para que se siga desarrollando en todos los niveles: básica, investigación clínica, experimentales, botánica. Creo que la reglamentación es muy interesante en este sentido”, agrega Kochen.
“Necesitamos muchos profesionales técnicos que son necesarios para producir cannabis y convertirlos en productos magistrales o industriales”, asegura Darío Andrinolo de la UNLP
Andrinolo asegura que el próximo desafío será la inscripción de plantas locales. “¿Para que importar genéticas si acá podemos caracterizarlas como a cualquier otra planta?”, se pregunta con ironía.
Otro reto de la ciencia, para Andrinolo, será “desmantelar las ideas prohibicionistas sobre el cannabinoide THC y mostrar su eficacia en diferentes patologías”.
Por último, para el profesor de La Plata se abrirá una amplia gama de trabajos alrededor del cannabis que sobrepasan a la ciencia. “No tenemos que pensar solo en doctorados o magisters. Necesitamos muchos profesionales técnicos que son necesarios para producir cannabis y convertirlos en productos magistrales o industriales”.
“Estoy súper emocionada con que el Conicet juegue este rol social. No solamente una construcción de conocimiento como producto de una investigación. Sino también en lo que se denomina investigacción-acción”, cierra Kochen.
Informe: Santiago Carrillo
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