Este año Uruguay celebrará 8 años de la regulación del cannabis. Desde su sanción, la ley permite el acceso del cannabis por tres vías: el autocultivo, los clubes de cultivo o la compra de cannabis en farmacias.
Se trata de un modelo y de una experiencia real del que toda la región puede aprender. Por supuesto, tiene sus fallas y, como toda política pública, no está libre de críticas.
Uno de los puntos más observados es la dificultad de acceder al cannabis por vía de la compra en farmacias. De acuerdo al informe “Mercado Regulado del Cannabis”, el mayor pico de compras se registró en octubre de 2018, con un total de 200 mil gramos mensuales. Hacia el mismo período del año 2019, la cifra cayó a los 150 mil gramos por mes y para 2020 bajó para una de las peores marcas: 90 mil gramos.
Sin embargo, lo que a simple vistas es sólo un problema, también tuvo como efecto que el resto de las opciones de acceso al cannabis se fortalezca.
El boom de los clubes
“En estos años, el modelo de farmacias no logró instalarse: hay 14 inscripitas y no ha aumentado el número. Muchas veces, está desabastecido y las empresas que producen para el Estado no han agarrado el ritmo. Cuando llega la marihuana a las farmacias, en un día se acaba todo y hay filas de dos cuadras. Entonces, los clubes de cultivo surgen como una solución al problema del abastecimiento”, le cuenta a THC Majo Miles, Presidenta de la Federación de Clubes Cannábicos de Uruguay, que en su primer año de existencia ya agrupó a 35 entidades de las 165 que hay en total y asesoran jurídicamente a quienes deseen instalar nuevas asociaciones.
El modelo de regulación en Uruguay es una experiencia real de la que toda la región puede aprender. Por supuesto, tiene sus fallas, como la dificultad de acceder al cannabis por vía de la compra en farmacias. Eso provocó un boom de los clubes de cultivo.
Aunque Miles cuenta que “los clubes llegaron a un techo” porque no pueden aumentar el número de 45 socios permitido por ley y asegure que se necesitan reformas, el sistema de las asociaciones uruguayas permite ver el funcionamiento de una regulación social que funciona.
Al mismo tiempo, el acceso por vía de los clubes y el autocultivo, deja ver detalles de cómo se implementó uno de los puntos críticos de toda regulación: el registro de los cultivos.
Hace días, en Argentina se abrió el primer registro nacional de cultivadores para uso medicinal. ¿Cómo funciona el sistema de registro en Uruguay?
Desde el punto de vista de los clubes, cuando el club está aprobado por el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCa), el organismo te otorga un usuario y contraseña para ingresar todos los datos a una plataforma web: los socios, directiva del club, cuántas plantas hay, cuánto porro se cosechó y todo queda registrado de forma confidencial. Además, hay que poner seis horas semanales en la que algún responsable se va a encontrar presente. El Ircca tiene potestad de llegar sin aviso en el horario que se declaró para inspeccionar. Te llaman y te dicen “estoy afuera, abrime”; si tardás, te sancionan. Allí se aseguran que lo que se declara en el portal esté acorde a la legislación vigente. Si tenés más de 99 plantas en floración, te la hacen matar ahí directamente. Son muy estrictos. Pero claro, el sistema de registro en un punto vuelve a traer sobre la mesa la estigmatización de los usuarios.
¿Nunca interviene la policía?
Hubo algunas situaciones de allanamientos en 2013. Pero al año siguiente, el IRCCa sacó un manual de accionar policial. Si hay una denuncia, la policía lo primero que tiene que hacer es pedir el papel del registro del IRCCa. Si está todo en regla, no hay causal para un allanamiento. Pero eso no es fiscalización. Además, el protocolo establece que si hay una denuncia de un cultivo ilegal, hay que pedir los datos al IRCCa mediante una orden judicial y recién ahí se puede proceder.
“En 2014 el Instituto de Regulación y Control del Cannabis. sacó un manual de accionar policial. Si hay una denuncia, la policía lo primero que tiene que hacer es pedir el papel del registro del IRCCa. Si está todo en regla, no hay causal para un allanamiento”, explica Majo Miles, Presidenta de la Federación de Clubes Cannábicos de Uruguay
¿Cuán importante fue que la policía no esté involucrada en los controles?
Separar a la policía fue súper positivo porque le dio mucha confianza al modelo de regulación. No vamos a acusar a nadie, pero tampoco somos ingenuos en la relación entre la policía, el narcotráfico y la corrupción. Brinda confianza al sistema tener un organismo específico para trabajar lo relacionado al cannabis. Podemos pensar como mejorar la fiscalización del IRCCa , pero no sumar a la policía.
¿Los controles sobre los cultivos no mantienen una forma de criminalizarla?
Entendemos que las fiscalizaciones son parte de un mercado regulado y significa que alguien esté controlando. Es un control estricto, pero entendemos que es necesario para que la ley se pueda ir ampliando. Mientras se respete la potestad del IRCCa nos parece bárbaro. Si sucede en las mejores formas, de manera constructiva para mejorar la ley, estamos de acuerdo.
¿Qué mejoras le faltan a la actual legislación?
-Sucedieron cambios en lo que fue pasando y no estuvo acompañado por un cambio de ley. Se pensaba que la gente iba a ir todas las semanas a comprar a las farmacias y que los clubes serían amigos que se juntaban a cultivar. Pero el modelo de farmacia no se asentó y, para algunas personas, el autocultivo no es fácil de sostener. Entonces, los clubes garantizan el acceso a una marihuana de calidad. Pero no hay un cambio legislativo que acompañe el crecimiento de los clubes: llegamos a un techo.
¿Y eso qué implica?
Es difícil sostenerlo económicamente porque los costos son elevados. Si pudiéramos aumentar de 45 a 90 socios, habría el doble de personas en el mercado legal. Se calcula que con esa sola medida, se incorporarían siete mil personas que hoy compran marihuana de forma irregular.
“El modelo de farmacia no se asentó y, para algunas personas, el autocultivo no es fácil de sostener. Entonces, los clubes garantizan el acceso a una marihuana de calidad. Pero no hay un cambio legislativo que acompañe el crecimiento de los clubes: llegamos a un techo”, afirma Majo.
Por otro lado, ¿qué rol social cumplen los clubes de cultivo en la batalla cultural para desestigmatizar al cannabis?
Los clubes de cultivo ayudaron a la naturalización de la planta. Un estudio del IRCCa reveló que después de seis años de la regulación, no aumentó el narcotráfico ni hay adolescentes consumiendo en las calles. Un montón de resultados fatalistas no sucedieron y los clubes aportaron para que el cannabis no se vea como algo negativo. El cannabis se incorporó a la cotidianidad de la vida.