El Cannabis presenta múltiples efectos en el sistema cardiovascular. La ciencia estudia cómo el THC estimula el sistema nervioso simpático mientras que inhibe el sistema parasimpático.
Es decir, el uso de cannabis puede aumentar la frecuencia cardíaca, la demanda de oxígeno del miocardio, la presión sanguínea (si la persona está recostada) y la activación de plaquetas.
Además, está asociado a posibles disfunciones endoteliales, un tipo de enfermedad coronaria no obstructiva dónde vasos en la superficie del corazón se contraen en lugar de dilatarse y provoca dolor crónico del pecho.
El uso de cannabis puede aumentar la frecuencia cardíaca, pero en particular el CBD puede reducirla, además de bajar la presión sanguínea. Por eso, los estudios suelen ser muy contradictorios
El punto interesante, y que genera la mayoría de resultados contradictorios o poco concluyentes en los estudios, es que el CBD (Cannabidiol) puede reducir la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca, además de mejorar la vasodilatación en los modelos de disfunción endotelial.
El mismo cannabinoide también mejora la inflamación y la hiperpermeabilidad vascular en modelos de diabetes.
Una posible interacción entre el THC y el CBD, que ya está comprobada respecto a otras funciones corporales, podría ser la explicación de una falta de evidencia de la relación entre el uso de THC y el desarrollo de patologías cardiovasculares.
Efectos a largo plazo en la literatura científica
De acuerdo a diversas fuentes científicas existen tres posibles efectos a largo plazo del uso crónico de THC en el sistema cardiovascular.
Sin embargo, son casos sin incidencia estadística ni estudios en grandes poblaciones que estimen la proporción de usuarios y usuarias que pueden desarrollar estas condiciones o un mínimo margen de seguridad.
La arteritis “cannabica” es una forma rara de inflamación de los vasos sanguíneos que puede conducir a una necrosis y afecta particularmente a hombres jóvenes usuarios crónicos de marihuana.
Es señalada como uno de los posibles efectos a largo plazo aunque hasta la fecha solo se registran 50 casos confirmados en todo el mundo, en su mayoría hombres jóvenes con arteritis “cannábica” en miembros inferiores desde que fue descrita por primera vez en la década de 1960
Otro posible efecto reportado del uso crónico de cannabis en la salud cardiovascular es la aparición de cardiomiopatías inducidas por vasoespasmo coronario, con el primer estudio citando el caso de un adolescente de 17 años que mostró una isquemia de miocardio transitoria atribuible a un uso excesivo de marihuana.
Este efecto fue reportado de nuevo en 2019 en un adulto de 69 años, en un estudio que también admite la falta de evidencia y la poca incidencia estadística de las complicaciones como vasoespasmos por cannabis en comparación con sustancias como la cocaína, anfetaminas o MDMA.
El resto de posibles efectos adversos de la marihuana carecen de la evidencia suficiente para ser considerados efectos directos del uso a largo plazo del Cannabis.
El problema del humo
Cualquier forma de fumar Cannabis o extractos (entendiendo fumar como la inhalación deliberada del humo producido por la combustión de la planta) genera también la ingestión de monóxido de carbono (CO), algo que sucede con el tabaco y con otras plantas fumables.
Cualquier forma de fumar Cannabis o extractos (entendiendo fumar como la inhalación deliberada del humo producido por la combustión de la planta) genera también la ingestión de monóxido de carbono (CO), algo que sucede con el tabaco y con otras plantas fumables.
La inhalación del humo producido por la combustión de cannabis, tabaco y otras plantas fumables genera también la ingestión de monóxido de carbono, una sustancia tóxica
Esta sustancia tóxica, conocida por provocar casos de intoxicaciones severas y muertes por fallas en sistemas de calefacción, puede generar cardiomiopatías, angina de pecho, infarto agudo de miocardio, arritmia, falla cardíaca, edema pulmonar y hasta muerte súbita.
Sin embargo, como puede evitarse su ingestión mediante la administración de Cannabis en alimentos o vaporizadores, todavía resta investigar los efectos a largo plazo del uso de Cannabis por estas vías.
Es decir, eliminando la posibilidad de un “falso” vínculo de las enfermedades cardiovasculares con el uso de cannabis cuando puede tratarse de una consecuencia de su forma de administración y no de la sustancia en sí.