Un grupo de voluntarios canadienses regala marihuana y alimentos a base de cannabis como reemplazo del consumo de opiáceos y otras sustancias psicoactivas.
Se trata del “Proyecto de sustitución de cannabis” (CSP, por sus siglás en inglés), una iniciativa que nació hace cinco años en la ciudad de London (Ontario) y que hoy cuenta con 267 miembros, quienes reciben 420 miligramos de comestibles cada cuatro días.
“Es importante que las personas que están demasiado avergonzadas de su adicción sean parte de un programa al que tengan fácil acceso”, contó a THC Neil Magnuson, impulsor de la organización.
Magnuson es un activista cannábico que comenzó a trabajar en el tema en 2004, cuando abrió un dispensario de cannabis llamado “The Herb School”.
Una receta que ayuda
“Estaba ubicado en el corazón del centro de ‘drogas duras’ de Vancouver. Ahí aprendí que los comestibles de cannabis en dosis altas pueden ayudar enormemente a las personas con adicciones, que pueden pasar y retirar los productos para reemplazar el uso de opiáceos”, contó Magnuson.
El grupo sostiene que los alimentos horneados con altas dosis de THC pueden servir como tratamiento y reemplazo de opiáceos como la heroína o el fentanilo. En la actualidad, el proyecto hace entregas de muffins, galletas y alfajores, entre otros productos comestibles, seis días a la semana y en jornadas de 8 horas.
El beneficio que puede conllevar el cannabis con el consumo problemático de opiáceos es un tema cada vez más estudiado. A finales del 2020, investigadores de la Universidad de Yale y de la Universidad de California llegaron a la conclusión de que las comunidades en donde hay entre uno y dos dispensarios de cannabis se puede reducir hasta un 17% la mortalidad asociada a su consumo.
Investigadores de la Universidad de Yale y de California llegaron a la conclusión de que las comunidades en donde hay entre uno y dos dispensarios de cannabis se puede reducir hasta un 17% la mortalidad asociada al consumo de opiáceos
Michael John Milloy, investigador en el Centro de Uso de Sustancias de Columbia Británica (BCCSU) y profesor asistente en el Departamento de Medicina de la Universidad de Columbia Británica (UBC), fue el especialista que acompañó al proyecto canadiense.
“Investigó nuestro trabajo y escribió varias docenas de artículos revisados por pares sobre el éxito del cannabis como reemplazo de los opiáceos. Esas publicaciones llevaron al Ayuntamiento de Vancouver a aprobar una moción por unanimidad en junio de 2020 para apoyar el ‘acceso de baja barrera’ al cannabis para combatir la crisis de opioides”, agregó Magnuson.
En el hemisferio norte el consumo problemático de opiáceos es un problema profundamente grave. Canadá es el segundo país del mundo, después de Estados Unidos, en acumular fallecimientos por sobredosis y se estima que en Vancouver muere, al menos, una persona por día debido al abuso de estas sustancias.
Obstáculos
El dispensario original que había abierto Magnuson en 2004 funcionó durante tres años hasta que la policía lo clausuró. En el tiempo que siguió, el activista y otros miembros de la organización comenzaron a repartir “paquetes de cuidado” de forma individual.
Se trataba de una caja con entre 4 y 6 comestibles a base de altas dosis de cannabis y un cigarrillo de marihuana. El primer año, la distribución se hacía una vez por semana a través de la “Red de Vancouver de Consumidores de Drogas”.
Cuando el proyecto consiguió la aceptación del Ayuntamiento, el equipo decidió alquilar un local que funcionara como dispensario. Sin embargo, por no tener una licencia oficial, fueron desalojados a finales de octubre. A partir de entonces, sus miembros decidieron instalarse en una casa rodante justo en frente del negocio que habían alquilado.
“Desde hace 13 meses esperamos que el Gobierno Federal apruebe nuestra extremadamente completa y convincente solicitud. Dicen que están trabajando en ello todos los días pero que ‘es complicado’”, insiste Magnuson.
La habilitación permitirá que el proyecto pueda sumar nuevos miembros y expandir el programa. “Mientras tanto intentamos no rechazar a nadie, ya que los ‘no miembros’ pueden venir y llevarse un muffin de 100 miligramos, una galleta de 30 miligramos o un porro todos los días. También proporcionamos cannabis de bajo costo en todas sus formas como flores, concentrados, tópicos e incluso supositorios”, agrega el activista.