En los países donde el cannabis es legal, las oportunidades de empleo en relación a la planta incrementaron durante los últimos años. Un ejemplo de esto es Estados Unidos donde, según un reporte de Leafly llevado a cabo el año pasado, 321 mil personas trabajan actualmente a tiempo completo en esta industria.
En 2017 esa cifra era de 122 mil, por lo que el sector se destaca como uno de los más importantes a la hora de contratar personal. Por ese motivo, distintos organismos intentan sumar a la cadena de valor a sectores que aún no han podido hacerlo. Como es el caso de los pueblos originarios del país como los Cherokees, los Mohawks, los Cheyennes y los Arapahos.
“Como muchas de nuestras tradiciones, el cultivo se ha transmitido de generación en generación. NACA opera con el espíritu de las alianzas formadas hace cientos de años con el beneficio de la tecnología moderna”, dijo Roger Jock, del clan Mohawk Bear.
“Las oportunidades para que ellos cultiven cáñamo y cannabis nunca se pudieron aprovechar. Por eso estamos intentando cambiar eso”, señala Tim Houseberg, fundador de la Alianza de Cannabis de los Nativos Americanos (NACA). Luego de trabajar durante tres décadas con los Cherokees en la protección ambiental de sus territorios, Houseberg decidió ampliar sus operaciones y encontró en la planta la industria perfecta para desarrollarlo.
Para lograrlo, se firmaron a finales del 2021 distintos memorandos de acuerdo con estos pueblos originarios en los que ellos aportan las tierras y NACA el conocimiento y la tecnología para cultivar cannabis. “En total serán más de 200 mil hectáreas las que se utilicen para esto y el objetivo es proveer a los consumidores con productos tanto con THC como con CBD”, aseguran desde la institución.
Por su parte, los pueblos originarios que ingresaron en el programa mostraron su aprobación al mismo. “Como muchas de nuestras tradiciones, el cultivo se ha transmitido de generación en generación. NACA opera con el espíritu de las alianzas formadas hace cientos de años con el beneficio de la tecnología moderna”, indicó Roger Jock, del clan Mohawk Bear. Y agregó al respecto: “Invitamos a nuestras tribus compañeras a explorar la oportunidad de unirse para activar la próxima generación de agricultores indígenas y asegurar la soberanía para todos”.
Actualmente, se están llevando a cabo acuerdos con distintas distribuidoras para asegurar esa parte de la cadena productiva. “Si todo continúa como esperamos, creemos que en la temporada de cosecha del 2022 ya se podrán observar los primeros cultivos generados a partir de esta unión”, aseguraron desde NACA.
Inclusión social
Otro ejemplo de la inclusión de los pueblos originarios de Estados Unidos en la industria cannábica ocurre en Nueva York con los Shinnecock. En su caso, se asociaron con la empresa Tilt Holdings, quien los ayuda con cuestiones relacionadas a la producción y distribución.
“Tilt ofreció ayuda en planificación y diseño con una inversión de 18 millones de dólares. Eso llevó a las instalaciones que hoy se pueden visitar en Southampton, Nueva York, donde se cultivan 25 mil hectáreas de cannabis”, explicó Gary Santo, CEO de Tilt Holdings. “Creemos que nuestra experiencia en operaciones de cannabis junto con el liderazgo intelectual y la conexión cultural de los Shinnecock con la medicina vegetal generarán crecimiento económico para la región. Además, se los consolidará como líderes en operaciones de cannabis entre las comunidades indígenas “.
Por su parte, Chenae Bullock, escritora del libro 50 plantas medicinales y designada por los Shinnecock para coordinar las operaciones, afirmó que “mientras la industria del cannabis se expande por el país, los pueblos originarios han sido excluidos de los beneficios que genera”. “Por eso tomamos con gran responsabilidad esta tarea. Queremos demostrar que gracias a nuestros conocimientos podemos generar productos de gran calidad para los usuarios”, concluyó Bullock.