A medida que avanzan los proyectos productivos nacionales, ya empieza a ser posible trabajar como cultivador legal en Argentina.
Si bien la ley de drogas sigue penando el cultivo, la ley de cannabis medicinal habilitó que se generen proyectos con cultivos que requieren mano de obra calificada.
Entonces, los growers que durante años perfeccionaron la técnica del manejo de sustrato, luces y plagas en el cannabis en la clandestinidad, ven poco a poco cómo su pasión se puede convertir en un salario legal y registrado.
Al igual que los hackers contratados por las empresas de seguridad informática, en la actualidad ya existen empleados cannábicos en la formalidad que cobran más de $80 mil en su recibo de sueldo.
Marcos Cucchiaro (30) es uno de los primeros growers argentinos que logró insertarse en la industria nacional. Él es supervisor de cultivo de Cannava, la empresa estatal de Jujuy que, el pasado diciembre, sacó a la venta en las farmacias provinciales el primer aceite medicinal producido a gran escala en el país.
Otro grower profesional es Ariel Eidelson, el grower a cargo del cultivo de la firma Mediplant, ubicada en el predio de CANME, la empresa de la provincia de San Juan.
Por otro lado, Rodrigo Maltz (31) es el responsable técnico en el primer emprendimiento público-privado en un cultivo de cannabis en el país. Se trata del cultivo experimental que realizan la compañía Pampa Hemp y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en la localidad bonaerense de Pergamino.
Cómo ser cultivador profesional de cannabis en Argentina
En diálogo con THC, Cucchiaro recuerda su primer cultivo, hace exactamente doce años: “Me convidaron una semilla de prensado porque estaba cansado de comprar. Quería tener mis propias flores. Conocí a la planta y no podía parar de mirarla. Estaba todo el día estudiando y leyendo para aprender más. Se convirtió en una pasión que hoy es mi vida”, dice el grower quien está desde 2017 trabaja como cultivador legal en Argentina, particularmente en el proyecto de Cannava.
“Todos los días me levanto a las cinco de la mañana con una sonrisa porque sé que voy a estar rodeado de cannabis. Se cumplió mi sueño, nunca creí que podía estar a cargo de algo así”, dice el grower profesional mientras señala sonriente los siete invernaderos de los que está a cargo.
La función de Cucchiaro es lograr la máxima producción de flores con calidad de grado farmacéutico para que, luego, el laboratorio elabore el aceite medicinal. “Para la fertilización, usamos productos naturales y orgánicos. No podemos utilizar sales minerales”, cuenta sobre el requisito para el medicamento.
“Todos los días me levanto a las cinco de la mañana con una sonrisa porque sé que voy a estar rodeado de cannabis. Se cumplió mi sueño, nunca creí que podía estar a cargo de algo así”, dice Marcos Cucchiaro, el supervisor de cultivo de Cannava.
Durante la última primavera, el supervisor de cultivo de Cannava controlaba la floración de tres mil plantas distribuidas en tres invernaderos.
“En promedio, son 300 kilos porque sacamos alrededor de 100 gramos por cada planta”, detalla Cucchiaro. Sin embargo, el trabajo más pesado sucede al momento de cerrar esta edición, ya que por primera vez están plantando en exterior. Se trata de 32 hectáreas en las que hay más de 100 mil plantas.
“Esto nos obliga a incorporar maquinaria, como trimmeadoras o estufas que secan hasta cinco mil kilos en dos días”, cuenta.
Si bien Cucchiaro está a cargo de la plantación de cannabis más grande de Latinoamérica, las cuida como si se tratara una carpa de autocultivo, por lo minucioso que es en cada detalle.
“Me duele verlas descuidadas. Uno viene de cultivar cinco plantas y le das todo el amor. Acá lo quiero hacer pero cuesta más trabajo por la cantidad”, dice mientras se pasa horas estudiando las manifestaciones de las plantas.
Resulta que encontró su verdadera vocación y entonces no pretende volver a trabajos como los que tenía antes de ingresar al proyecto de Cannava.
“Atendía el call center de una empresa telefónica y resolvía quejas. Era un asco para mí”, dice. Además, el grower profesional y supervisor agrega que “lo que hacemos es medicina y le cambia la vida a la gente. Es un valor agregado, más allá de la pasión que tengo por la planta”.
Qué empresas contratan cultivadores de cannabis
“Mi responsabilidad es avalar el trabajo ante los organismos según las normativas, como el Instituto Nacional de Semillas o la ANMAT. Tengo que monitorear que todas las prácticas estén bien realizadas, como el manejo del cultivo”, explica Maltz sobre su función como responsable técnico en el cultivo de Pergamino, entre Pampa Hemp e INTA.
Si bien en las redes sociales es conocido como el Ingeniero Cannábico, tras su paso por la Universidad de Buenos Aires, Maltz recuerda que hubo un tiempo en que su profesión no estaba definida. Al salir del colegio secundario, él pensaba en convertirse en abogado.
“La gente se sorprende mucho. Sobre todo mis colegas de la facultad, que ven que esto es profesional”. Incluso, él también se sorprende: “Arranqué hace un año, apenas me matriculé. Es increíble que todos mis días giren alrededor del cannabis”, dice Rodrigo Maltz, responsable técnico en el cultivo experimental INTA-Pampa Hemp.
Pero todos sus amigos lo felicitaban por sus flores y rápidamente decidió dar un cambio rotundo, porque el universo de las plantas había sido siempre su principal interés. “Mi primer semilla la germiné cuando todavía no había probado el cannabis”, recuerda sobre el hecho que sucedió cuando tenía16 años.
El Ingeniero Cannábico explica que cuando cuenta su trabajo “la gente se sorprende mucho. Sobre todo mis colegas de la facultad, que ven que esto es profesional”. Incluso, él también se sorprende: “Arranqué hace un año, apenas me matriculé. Es increíble que todos mis días giren alrededor del cannabis”, celebra.}
Cómo es el vida de un cultivador profesional
“La flasheo todos los días” dice Eidelson, el grower profesional a cargo del cultivo de la empresa Mediplant, ubicada en el predio de CANME, en San Juan.
“Pasé de vivir de noche por estar de guardia en una oficina de la Corte Suprema a amanecer en el motorhome, en el medio del campo. Salgo y veo un invernadero lleno de plantas de cannabis. Y me cuida la policía; la misma que más de una vez me verdugueó y me hizo pasar horas de calabozo por un par de flores”.
“Acá fue llegar y construir de cero. Diseñamos las instalaciones, se hizo una obra titánica. Hago 250 kilómetros entre ida y vuelta, todos los días, para ver el cultivo. Y los hago contento”, cuenta Ariel Eidelson, grower a cargo del cultivo de Mediplant, en San Juan.
Cultivador y activista desde al menos 20 años, Ariel empezó cultivando cannabis en exterior, para luego pasar al cultivo mixto y el indoor. En suelo o en departamento, fue un camino que hizo de a poco, pero siempre avanzando.
“El primer cultivo viví paranoico por miedo a la denuncia de vecinos, después fue aflojando. Al final se volvió natural y empezó a salir cada vez mejor y cada vez era más lo que plantaba”, cuenta.
Llegar a la cima o, en este caso, el hecho dirigir un cultivo masivo y legal, tampoco fue fácil. “Acá fue llegar y construir de cero. Diseñamos las instalaciones, se hizo una obra titánica. Hago 250 kilómetros entre ida y vuelta, todos los días, para ver el cultivo. Y los hago contento.”