Un documental sobre el cannabis medicinal llega al Gaumont. Desde el jueves 14 de abril, el proyecto Madre Planta se exhibe en el establecimiento para retratar historias de lucha, sanación y reivindicación. Madres, padres y familias de niños y niñas con diferentes patologías narran cómo mejoró su calidad de vida con el uso medicinal del cannabis.
El desembarco del documental sobre el cannabis medicinal en el Gaumont ocurre luego de su estreno en el Primer Festival Cannábico de Buenos Aires.
Así, la planta empieza a ocupar espacios culturales en el país con el objetivo de darle visibilidad y voz a quienes son usuarios medicinales.
“Cuando empezamos a filmar este documental sobre el cannabis medicinal no existía ninguna ley de cultivo medicinal y hasta estaba penado tener semillas. Nadie quería decir que tenía plantas y mucho menos que llegues con un equipo de filmación para filmarlas”, cuenta Lisandro Costa, uno de los directores de Madre Planta.
Antes del estreno del documental, THC dialogó con los tres directores del proyecto para conocer cómo fue el proceso y qué desafíos enfrentaron. Además, Francisco López, Alejandro Espolsino y Lisandro Costa reflexionaron sobre la oportunidad de producir contenido cannábico en Argentina.
El documental argentino sobre el cannabis medicinal
– ¿Cómo surge la idea del documental sobre el cannabis medicinal?
Lisandro Costa: En mi caso, me llama un amigo, activista cannábico, desde Bariloche y me dice que al día siguiente va a pasar algo en el Congreso de la Nación con unas Madres que van a llevar un pedido de legalización de la marihuana. Al día siguiente fuimos a ver de qué se trataba y descubrimos un mundo desconocido.
Francisco López: Un grupo de mujeres recorrían los pasillos del Congreso de la Nación tratando de explicarles a lxs legisladores que había un extracto de una planta prohibida por razones políticas, económicas, etc, que le mejoraba la calidad de vida a sus hijxs con patologías muy graves. Comenzamos a grabar porque nos sorprendió lo que estaba pasando, generalmente es esa sensación la que te lleva a querer contar algo.
Alejandro Espolsino: En lo personal, el primer acercamiento al tema fue a través de la necesidad de un primo que tenía una enfermedad terminal y al que le habían comentado que la marihuana podía calmar ciertos dolores. Cuando me preguntaron a mí si conocía del tema, me di cuenta de que se estaba hablando de otra cosa que yo no conocía.
Al poco tiempo, un amigo al que le habían detectado cáncer comienza un tratamiento muy agresivo que le generaba problemas de peso y para tomar agua. Con los conocimientos básicos que tenía, le dije que el cannabis le podía servir. Al rato de fumar, me llamó llorando diciendo que ya podía tomar agua. Esa emoción fue la que me hizo buscar e investigar más. Después nos encontramos con Liso y Pancho e iniciamos este viaje.
El vínculo con las familias cultivadoras
– ¿Cómo fue el proceso de contactar a las personas que participan?
AE: Todas las personas que participan, y las que quedaron afuera (no porque sus historias no fuesen interesantes o fuertes sino por una visión nuestra para armar la película), son personas que querían hablar, querían decir que el aceite de cannabis les estaba cambiando la vida, querían compartirlo, querían poner en palabras eso que les estaba mejorando la vida. No sólo a sus hijas e hijos, sino también a la familia. Yo diría que nosotros no nos contactamos con ellas, diría que nos encontramos.
FL: El vínculo fue muy fuerte, al menos de esa manera lo sentimos nosotros. Lo hemos charlado también con varias de las familias con las que estuvimos. El día a día de estas familias es muy difícil y nosotros, desde afuera, no tenemos ni la menor idea de lo que significa acompañar a sus sus hijxs con estas patologías. Siempre intentamos priorizar lo humano, conocer las historias, ponernos en contacto y después de varias charlas previas, recién ahí llegamos con la cámara.
– ¿Qué fue lo más movilizante?
LC : A mí lo que más me movilizó fue ver la mejoría de los niños y la fuerza de las madres luchando por algo casi desconocido, que era justo y necesario, pero estaba prohibido. Diciéndole a los políticos que los que estaban mal eran ellos. Que había que legislar una ley acorde a las necesidades de sus hijxs.
Cómo se filmó la película
– ¿Cuánto tiempo estuvieron filmando?
AE: El proceso, cómo la mayoría de los documentales sociales donde hay un cambio de paradigma, es largo. Fue un proceso de casi 6 años. A parte de los lugares que visitamos de la Argentina, cómo la Pampa, las Grutas y Mar de las Pampas, viajamos a Chile para entrevistar a Paulina Bobadilla, Presidenta de Fundación Mamá Cultiva Chile, a Ana María Gazmuri Fundadora y Directora Ejecutiva de Fundación Daya y también conocer más del primer país de Latinoamérica en legislar a favor de la investigación e implementación del cannabis medicinal. Estuvimos en Quinamavida, donde la fundación tiene unos de los lugares permitidos para la siembra de cannabis con fines medicinales.
Tambien pudimos entrevistar en Israel a Raphael Mechoulam, profesor de química medicinal que logro sintetizar por primera vez el THC y que sigue trabajando vigorosamente en los distintos componentes del cannabis y su relación con el sistema endocannabinode.
Comenzamos a grabar porque nos sorprendió lo que estaba pasando, generalmente es esa sensación la que te lleva a querer contar algo”, dice Francisco López, co-director de Madre Planta.
La ley de cannabis medicinal en Argentina
-¿Cómo es el proceso de filmar un documental en relación al cannabis con respecto a los temas legales?
LC: Cuando empezamos a filmar este documental sobre el cannabis medicinal no existía ninguna ley de cultivo medicinal y hasta estaba penado tener semillas. Nadie quería decir que tenía plantas y mucho menos que llegues con un equipo de filmación para filmarlas. No era tan fácil grabar una planta. Esa fue una de las razones por las que decidimos viajar y grabar una plantación de Cultivo de cannabis legal en Chile, cuando acá todavía no existía ninguna. Lo importante era chequear bien la información y no repetir cosas que no eran ciertas o que no había mucha prueba al respecto. Nada de lo que te contaban era real 100%. Pero a medida que iba pasando el tiempo esas dudas se iban develando.
La financiación del documental argentino sobre el cannabis medicinal
¿El documental recibió fondos del INCAA para poder realizarse?
ML: Arrancamos con nuestros propios recursos para transitar todo el proceso de investigación. Después aplicamos a la via digital del INCAA, que nos dio 1 millón de pesos (que era el tope de ese entonces). También contamos con el apoyo del programa de Mecenazgo del Gobierno de la Ciudad, pero esos son montos bajos. Son 1000 dólares y te obligan a poner una placa de un sponsor antes de la película. Obtuvimos dos apoyos por crédito fiscal, una de 200 mil pesos y otra de 225 mil pesos. Con eso (y con recursos propios y todo el apoyo de mucha gente, familia y amigos) grabamos la película.
¿Qué tan importante es para ustedes que la industria cuente con espacios en festivales, cines y ahora un canal educativo como Encuentro?
FL: Nos parece muy importante que tengamos salas donde mostrar estas historias, estamos agradecidos con esa posibilidad. A través de los Espacios Incaa de todo el país pueden solicitar el documental y proyectarlo, eso nos pone muy contentos. Pero entendemos que el instituto debería estar más presente luego de que los documentales y las películas están terminadas.
“En cuanto a poder producir contenido cannábico nos parece estupendo poder documentar y crear ficciones sobre todo tipo de contenido cultural y expresión social.”, aseguran los directores de Planta Madre
¿Cómo creen que recibirá el público el documental?
LC: Para mí el público hoy en día es indescifrable, puede gustar o no, pero estamos tranquilos porque la película es fiel a su cometido. Muchas madres ya la vieron en el Festival de Cine Cannábico del Rio de la Plata y les gustó. Pudimos contar desde nuestra perspectiva una pequeña parte de una gran historia que recién comienza. En cuanto a poder producir contenido cannábico me parece estupendo poder documentar y crear ficciones sobre todo tipo de contenido cultural y expresión social.