El cannabis y su cultivo son un arte en sí mismos, por eso no es extraño que exista algo que ya podemos llamar arte cannábico.
Existen mentes creativas que vienen desarrollando una estética alrededor de la planta y su cultura. De los artistas que decidieron tomar ese camino pocos se destacan de la forma en que lo hace Shin Siete.
De nombre Efraín González Malaver, la obra de este colombiano nacido en Bucaramanga puede verse en imponentes graffitis, stickers que recorren las ciudades en termos y cascos de bicicleta, en remeras que saltan a la vista y hasta en los envases que contienen productos para cuidar nuestro cultivo.
Radicado en Argentina, logró que sus cogollitos, interactuando con un entorno que puede ser desde la punta del Obelisco hasta las cumbres de Los Andes, sean una verdadera marca registrada.
Desde hace años sus ilustraciones también pueden encontrarse en THC, tanto en su versión en papel como en su formatos digitales, y no sería exagerado decir que cuando se reconstruya la historia del arte cannábico en América Latina, Shin Siete va a estar en la luminosa lista de los pioneros.
Convencidos de eso, nos sentamos a charlar sobre creatividad, arte cannábico y el poder del espíritu que sentimos en las flores.
Naciste y creciste en Colombia, ¿cómo crees que el entorno en el que te criaste es parte del trabajo que hacés hoy?
Las sensaciones que siempre recuerdo son olores a frutas, olores a caldo con huevo y cilantro, que me hacía mi abuela. Colores: todos los colores del mundo. Soy un amante de la naturaleza y algo que me encanta de Colombia es que a donde mires hay un color.
Cada vez que podía, me escapaba al campo, a las montañas. En algunos tiempos era difícil por el tema del miedo que nos han implantado por el conflicto. Pero cuando podía, siempre me iba. Por eso, a la hora de hablar de mi formación artística, es esto: la naturaleza, las plantas que vi. Incluso ahora de grande las veo y digo “ah, mirá, esta planta es buena para hacer esto”.
Dentro de mi formación artística, crecí con esto de la satira. Expresar un poco lo que sentía en ese momento en Colombia, lo que veía y no podía decir. La forma de expresar era por medio de los dibujos… entonces empezó a surgir esto de la satira.
¿Crees que el mundo del cannabis está desarrollando una estética propia? ¿qué características ves en una obra de otro artista que te hace pensar: esto es arte cannábico?
Siento que el mundo del cannabis sí tiene una estética propia. Pero tengo una dicotomía, porque pongamos de ejemplo al enfoque que se le está dando la gráfica que se está mostrando, en la que me incluyo, es un poco de locura, de “vamos a fumar” y volvernos locos.
Y, por otro lado, las características que veo en los artistas y me hace pensar “esto es el cannabis”, y el enfoque que habría que dar, es Alex Grey. La obra de este man me vuela la cabeza y me conecta muchísimo, porque no es tan banal.
Yo estoy ahorita como con una reflexión, haciendo introspección de lo que estoy mostrando con mi arte y el cannabis, y que mensaje le doy a las personas… de que fumar churro es volverse loco. Personalmente no lo hago así.
Esta búsqueda interna y este poder de expresar de otra manera, llevarlo de otra manera desde mi arte, a un lado más consciente. Creo que es algo que deberíamos tener las personas hoy en día más: conciencia. ¿Qué quiero transmitir? Ahí entro en una conmigo mismo.
En tu trabajo siempre hay algo caricaturesco, ¿los ojos rojos y las sonrisas gigantescas son una especie de manifestación de orgullo en tu arte cannábico?
Mi arte cannábico es algo caricaturesco. Me pasaba que de niño me hacían mucho bullying porque era chiquito… una de las formas que no me molestaran era dibujando a las personas exageradamente. Ahí se volvían amigos míos, para que no los dibujara más.
Además de esos rasgos exagerados y formas particulares, no es que me sienta orgulloso, pero mezclo el cannabis con el skate, bicicleta, o un deporte extremo, por ejemplo. Por este lado, me siento muy orgulloso porque es sacar esa locura reprimida que también muchas veces cuando estamos fumados es cuando podemos –depende de la planta y el momento- sacar toda esta locura.
Me pasa cuando estoy con gente, puedo verlos así. En un grupo de personas estamos fumando, puedo ver sus acciones y me reflejo en eso. Es como poder sacar esta locura o esas ganas de gritar, de estirarme el cuerpo, estirarme la cara. Poder darle el poder a la planta, que me lleve a esos estados donde todo se materializa, se estira… esos estados más lisérgicos.
Y, de paso, mezclarlo con el skate: si me fumo una seca de algo bien arriba, una buena sativa, me voy a andar en tabla, me imagino como son mis ojos, como se alargan, mi lengua… que se quedan en el espacio, se salen, se bifurcan.
Entonces meto toda esta locura en cuanto a la mezcla del cannabis con algo. La sensación, la circunstancia, el deporte me hace sentir esto que me voy, que me derrito.
¿A qué tratás de decirle que sí y a qué cosas que no con tu trabajo?
Le digo que sí a dejar un mensaje en cada obra que plasmo, desde la crítica, la sátira. A veces no muy específico, no muy mostrado, pero dejando disparadores para que la gente diga “porque pusiste a este man acá”.
Yo soy mucho de no analizar a todo el mundo, pero sí analizar situaciones y porque hago esto, porque me comporto así, me voy preguntando esas cosas. Entonces, le digo que sí a ese tipo de cosas. A que mi trabajo deje un mensaje.
A lo que digo que no es que el cannabis es para fumar y volverse loco,a lo de “fumen churro, fumen churro, fumen churro”. ¿Pero para que fumas churro? Es un trabajo donde cada vez más dejo la locura.
Yo admiro mucho a los locos, pero a los que la sociedad nos dice que están locos. Porque hablan con ellos, con los seres que ven. Entonces es experimentar la locura, seamos todos locos y felices. Pero desde un lado consciente y no seguir bastardeando más al cannabis.
¿Cómo trabajás desde el punto de vista creativo?
Primero que todo, no me gusta fumar para ilustrar. Me gusta estar sobrio. Y es una pregunta muy recurrente: “ah estas re fumado a la hora de…” y no, la verdad que no. Muy pocas veces lo he hecho. Siento que la gráfica que sale es algo más sobrio, de mi cabeza, que puede llegar.
Yo disfruto mucho ilustrar, porque entro en un estado de locura. La mayoría de los personajes que plasmo, son gestos que hago a la hora de ilustrar. Me miro las manos, la cara: ¿cómo sería yo re loco? Moviendo los ojos, sacando la lengua. Esa parte lisérgica, en sentirme en este estado de sobriedad, llegar a sentirme como estaría en un estado de tener una planta conmigo y recibir toda su información.
Me siento como muy libre en ese momento, me siento como si estuviera fumado. No fumo para dibujar, pero me siento en ese estado que me lleva. Eso me pasa cuando ilustro y es la forma en la que yo trabajo. Me siento y disfruto. Ahí sale toda esa locura.
¿Cómo desarrollás tus trabajos desde un punto de vista técnico?
Me gusta experimentar mucho, me encanta probar materiales. Me encanta la materialidad, esto de poder darle al trabajo un desarrollo más como que esté en un soporte, y que el soporte sirva. No que sea un soporte por soporte. Que se fusionen y den más experiencia.
Me gusta mucho que el soporte también se vea calado. Ponele que si la hoja, el print, es roja, uso ciertas partes de la hoja para que se vean en la gráfica. Sino, la esencia del papel que está pintado. Poder darle este desarrollo en el que todo conviva y se empiece a complementar, que funcione como algo creativo.
Me encantan mucho las plantas, me apasionan sus formas. Esto lo llevo en los pinceles también. Cuando estoy desarrollando una ilustración, me gusta meterle una trama: si analizas las hojas, siempre tienen esas venitas, lo que tenemos nosotros adentro. Hay todo un entramado, me gusta ponerle eso a la imagen. Que tenga más de sabor, como diríamos en Colombia.
¿Cuáles son para vos las grandes inspiraciones del arte cannábico, artistas que estilísticamente hicieron aportes revolucionarios para el desarrollo de un arte de formas más liberadas?
Tengo dos respuestas. Primero, del lado de los artistas que me gustan, que he analizado y que me parece que como se la flasheaban y lo re disfrutaban serían Kandinsky, por un lado, como toda esta locura – nolocura, todo compuesta. Amo el trabajo de Van Gogh. Me parece muy lindo entrar en ese universo, girar ahí desde sus trazos cortos.
Luego Picasso, que sería como estar re fumado y empezar a deconstruir esa materialidad. Si lo veo desde el lado del cannabis, es como que chimba volverse algo así: cuadrado, medio cubismo, me parece interesante. Otro que recuerde es Dalí, en la parte lisérgica. Son como estos referentes que se me ocurren ahora, que los veo desde el lado artístico, pero del lado psicodélico es muy bueno. Y Alex Grey, ese man es un maestro ascendido. Lo admiro, me parece interesante.
Hay un parcerito en Colombia que me gusta mucho su trabajo, porque más allá del cannabis o más allá de todo lo del mensaje que deja, lo tomó del cannabis. Se llama Sako Asko. Me parece muy interesante su trabajo. Obviamente mi querido amigo Nico Rosenfeld. Ese man lo amo mucho, es hermoso su trabajo y una hermosa persona.
Después, el otro lado que te decía, la otra respuesta. Siento que una gran inspiración del arte psicodélico, que me inspira, son los pueblos autóctonos. Mismo latinoamerica. Los colores, la gente, la arquitectura. También son disparadores artísticos. México me parece increíble, las cosas que hacen con la muerte, con el Día de los Muertos… muchas tradiciones que tienen, que como artista me llevan a esos estados que me influyen muchísimo.
La India es algo que también tengo que hacer e incluye los colores. Ellos usan el rangoli, que es hacer figuras con arroz y harina de colores. Eso me encanta visualmente. Me genera como este conocimiento de colores, de formas, de cosas que en el trabajo a la hora de plasmarlo suman muchísimo.
Normalmente vemos al artista, pero no a la esencia del artista. La esencia es lo que te forma, que vives, donde te mueves. Me gustaría mucho viajar allí para absorber todo este mundo de colores, esta forma de vivir. Todo esto hermoso que tiene este país. Y mi Colombia querida, que tiene tantas cosas hermosas pero que no la valoramos.