A partir de ahora va a ser más sencillo conseguir riñoneras y bolsos de cáñamo en Argentina. De la mano de una industria que da sus primeros pasos, comienzan a aparecer pequeños y medianos proyectos productivos.
El caso de las riñoneras es claramente un boom: dejó de ser un producto olvidado a transformarse en uno de los textiles más producidos.
La mayoría de las grandes empresas internacionales que venden textiles tienen al menos una propuesta, sino es que se dedican puramente a elaborar este producto pero con diferentes colores, formatos, materiales y tipos de cierre.
Desde tiendas de moda exclusiva, el público en general y hasta en las deportivas, la riñonera es un must have. Como son las nuevas riñoneras y bolsos de cáñamo de la empresa argentina Volga. Se trata una marca nacional que las fabrica con tela de cáñamo y cuero vegetal. Desde Buenos Aires, venden para todo el mundo.
En su sitio web hay cuatro variedades del mismo diseño aunque, al ser elaboradas artesanalmente, cada una de ellas “son únicas por su tratamiento”.
“Queríamos desarrollar productos de uso diario con mucho roce -como son las mochilas, las carteras y las riñoneras- que sean duraderos y de consumo consciente. Por lo que apuntamos a que se fabricaran con una tela resistente y versátil como es el cáñamo”, explicó.”, explica Anastasia Orloff, fundadora de la marca Volga
Las telas de cáñamo pueden ser teñidas para lograr el color deseado. En este caso, el proceso duró alrededor de nueve meses, ya que fue teñido con tintes naturales. Entre los materiales usados se encuentran las cáscaras de cebolla, nuez, corteza y hojas de eucalipto, yerba mate reutilizada y agua.
Este proceso se suma a la previa complicación económica de la importación de la tela que es de origen china. La importación de fibras o telas de cáñamo nunca estuvo prohibido en nuestro país. Sin embargo, la producción nacional sufrió el parate que le impuso la prohibición en los años 70s.
Hoy el objetivo es revertir ese tendencia que privó al país de un cultivo de usos múltiples y que el resto de mundo tiene entre sus prioridades agrícolas.
Riñoneras y bolsos de cáñamo: movimiento slow fashion
Anastasia Orloff, fundadora de Volga, conversó con la THC sobre el origen de su proyecto y aseguró que fue durante el primer año de pandemia por COVID-19 en el que conoció las propiedades y beneficios del cáñamo industrial.
“Queríamos desarrollar productos de uso diario con mucho roce -como son las mochilas, las carteras y las riñoneras- que sean duraderos y de consumo consciente. Por lo que apuntamos a que se fabricaran con una tela resistente y versátil como es el cáñamo”, explicó sobre las riñoneras y los bolsos de cáñamo en argentina.
Por tanto, se lanzó en la industria textil sin dejar de lado la “visión eco-sustentable”. Orloff considera “imposible” no pensar en el impacto negativo que tiene la moda en el medio ambiente como es el concepto del slow fashion.
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Sus bolsos, que están a la venta desde febrero de este año, son productos premium “únicos”. No solo por el tratamiento que llevan y que se realiza en Rosario, provincia de Santa Fe; sino también por el trabajo de confección artesanal en un taller en Wilde y con el cuero que les provee la curtiembre Ángel Arena.
Sobre el procedimiento de confección de telas de cáñamo, el Ingeniero Ambiental Gustavo Álvarez explica a la THC que se obtienen de las fibras de plantas altas que pueden llegar a tener “entre cinco o seis metros de alto”.
“Estas fibras están en la corteza interior del tallo de la planta de cáñamo. Es como que se va deshilachando el tallo y se pasa a un proceso de peinado que suaviza la fibra. Luego va a una textil donde se hace el tramado de las fibras para obtener telas”, detalló.
Luego, será cuestión de gustos ya que la fibra de cáñamo al natural viene con un color “amarillento tenue y sin brillo”. Por esto, como es el caso de Volga, se pueden teñir con tintes naturales para obtener el color o tonalidad deseada.
Producción cáñamera argentina
“Nuestro país tiene mucho potencial. Ojalá podamos cultivar y producir pronto”, dijo Orloff sobre su proyecto porque todavía es una apuesta y contar con los beneficios de esta materia prima sería una gran ayuda.
En este sentido, Álvarez asegura que es posible en la medida que se puedan tener semillas para cultivar y producir, hecho que está trabajando mediante el proceso de registro de semillas ante el INASE, además del impulso de la ley industrial que está en proceso de reglamentación y que tendría un ojo puesto en las PYMEs.
“Tenemos las mejores condiciones y podríamos generar una gran producción textil solo con una o dos campañas por año, ya que el tiempo de producción no supera los 120 días. A diferencia del cannabis medicinal que se necesitan sembrar entre dos y cuatro millones de semillas por hectárea, para el cáñamo solo se necesitarían entre 30 y 60 kilos por hectáreas”, describió el especialista.