Hay personas detrás de los fenómenos y, por supuesto, hay un criador de la genética de cannabis argentina conocida como Eva. La primera genética registrada en el país por un cultivador particular. Su nombre: Martiniano Stanisio. Y con él charlamos en exclusiva.
Aunque para suene extraño, hoy ya es posible registrar una genética de cannabis en Argentina. La situación se da en un contexto legal donde la simple tenencia de una semilla de cannabis en el país puede implicar una pena de prisión de hasta 15 años.
Sin embargo, la Ley de Cannabis Medicinal permite el cultivo a personas e instituciones con la inscripción en Reprocann. Además, ya se ha sancionado una ley para impulsar la industria del cannabis medicinal y el cáñamo y su reglamentación está en marcha.
En ese sentido, y con la idea de ir generando las bases de un mercado nacional de semillas de cannabis, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) ya registró cuatro variedades diferentes. Una de ellas es Eva, que tiene alto contenido de THC y se utiliza, principalmente, para el tratamiento del dolor.
Se trata de un desarrollo realizado por Martiniano Stanisio, el creador de la genética de cannabis argentina que es la primera en inscribirse en el Estado de forma particular.
Resulta que si bien CAT3, la otra genética registrada, fue un trabajo realizado retomando la tarea del cultivador Daniel “El Profe” Loza con el apoyo de diferentes organizaciones, su inscripción ante Inase se logró mediante la compañía estatal Agrogenética Riojana.
De todos modos, tanto Loza, como Stanisio, tienen una historia en común. No solo hablamos de creadores de genéticas nacionales para el tratamiento de distintas condiciones de salud. Además, gran parte de su trabajo lo realizaron en la absoluta clandestinidad, al igual que cientos de cultivadores solidarios del país.
“A Eva me la imagino en la familia entera de las semillas. Me la imagino en el desarrollo de la industria nacional, asistiendo al sistema de salud y dando trabajo”, dice Stanisio en una entrevista exclusiva con THC.
El creador de la genética de cannabis argentina es el Presidente de la compañía León Verde, fundada para avanzar en la inscripción en el Inase.
De todos modos, Stanisio cuenta que León Verde S.A. está en el proceso de reconversión a una cooperativa. ¿Porqué? “Vengo del sector cooperativo y así es la forma de llegarle a la gente. La primera ventaja es la igualdad y distribución de conocimientos. Es una forma de desarrollo más creativo”, asegura.
Stanisio no deja de reconocer a las cooperativas de Zárate que lo ayudaron en crear la empresa que emplea a 40 personas y tiene su campo destinado al cultivo en esa localidad bonaerense.
Stanisio comenzó su trabajo con el cannabis completamente solo, hace más de treinta años. Y en el silencio más absoluto. Sus cultivos de cannabis fueron de guerrilla, repartiéndose en campos abandonados de Zárate y Capilla del Señor, en provincia de Buenos Aires.
Para los riegos, él entraba al monte bonaerense en un caballo cargado con varios bidones de agua. Mientras que en la cosecha, pasó días enteros quitando hojas dentro de un camión de Bimbo en el que preparó un laboratorio.
Así Stanisio fue desarrollando una genética de cannabis argentina, en la clandestinidad total. Hoy es un protagonista en la naciente industria nacional.
Eva: la abanderada para el tratamiento del dolor
¿Qué características tiene Eva?
En cuanto a cannabinoides, tiene un 30,6% de THC y un 6% de CBD. Pero tiene una combinación de componentes que la hace muy buena en el tratamiento del dolor. Sobre todo en terpenos como el Linalool.
En cuánto al cultivo, ¿qué particularidades tiene la variedad?
Tiene una gran resistencia a las adversidades y es fácil de cultivar. Yo trato de complicarle las condiciones de crecimiento así se vuelve más resistente. Entonces, cuando se le da las mejores condiciones, la planta explota.
¿A qué condiciones expusiste a Eva?
Sufrió de todo la planta. La he tenido en una maceta de siete litros a pleno rayo del sol y sin darle una gota de agua durante veinte días. Varías morían, pero la que sobrevivía la recuperaba y mantenía. Lo mismo hice exponiéndola a hongos. Tiraba 500 semillas y las inoculaba con hongos a todas. Germinaba una sola y a esa la salvaba. Más adelante, hacía lo mismo con plantines. De esa forma la volví resistente y hoy es una planta que se desarrolla perfecto en la provincia de Buenos Aires, donde la humedad es uno de los mayores problemas que tenemos.
¿Cómo fuiste detectando que Eva ayudaba al dolor?
A todo el mundo que tiene una enfermedad intento que le llegue un aceite. Así pasó con cientos de personas. Hay un hombre mayor que no conoce la vida sin dolor por una brucelosis que tiene desde los veinte años. Ahora, dice que tomó dos gotitas del aceite de Eva y que por primera vez en su vida no siente dolor. Ya me había enterado en la Expo Cannabis 2019, cuando un científico estadounidense dijo que el THC era la herramienta número uno para combatir el dolor.
La historia del criador de la genética de cannabis argentina
Stanisio cuenta que su primer contacto con la planta lo tuvo a sus veinte años, en un viaje a Brasil en plena década del ’90. “De forma recreativa”, dice sobre la noche que recuerda que la luna se tiñió de rojo en Praia do Rosa y la primera vez en su vida que vio un cogollo.
Luego, su recorrido continuó por Paraguay y, de vuelta en Argentina, en Misiones, donde fue recolectando semillas de cannabis. “Mi cultivo viene de semillas del prensado”, dice Stanisio sobre una época en la que no se conocía a la planta. Más adelante, comenzaría su propio uso medicinal y su descubrimiento génesis.
¿Cómo te diste cuenta que la planta tenía un uso terapéutico?
Pasó cuando tenía 26 años. Tenía muchas horas de trabajo, en la cooperativa eléctrica de Zárate. Vivía laburando… mi familia estaba en un segundo plano. Estaba pasado de vueltas todo el día, hasta que la planta me hizo el click. El uso de cannabis me solucionó la vida en pocos meses.
¿En ese momento empezaste a cultivar cannabis?
Exacto. En ese momento me metí de lleno y no salí más. Diez años más tarde, dejé mi trabajo por completo y me dediqué completamente al cannabis.
¿Qué información tenías sobre el cultivo de cannabis?
Nada. Siempre me gustaron las plantas en general. Cuando tuve mis primeras semillas de cannabis, lo primero que quería hacer era plantarlas porque quería saber cómo era. No sabía lo que era un macho o una hembra. Los primeros años fueron un desastre. Pero siempre estuvieron las ganas de investigar y probar. Me fui haciendo con la experiencia.
Los padres de Eva
¿Cuál es el orígen de Eva?
Las semillas vinieron del viaje a Brasil. Iba de pueblo en pueblo: recorrí el sur de Brasil, pasé por Paraguay y entré a Argentina por Misiones. Esa fue mi primera colecta de semillas, todas de la marihuana prensada.
Entonces, te pusiste a cultivar. ¿Cuántas plantas llegaste a tener en simultáneo?
Habré tenido unas 500. Tenía 100 por un lado, por otro. Con 50 kilómetros de diferencia. Todo en guerrilla, porque no podía hacerlo en mi campo. Si me agarraban, no solo iba a perder toda la cosecha; sino también la libertad, que es lo más sagrado que existe. He tenido plantas escondidas en un tanque australiano.
¿De qué manera llegaste a obtener a Eva?
A las Eva las vengo arrastrando desde el viaje a Brasil. Eran casi puras. Después, tiene dos cruzas con sativas y otra con una índica para cortar los tiempos de floración. Es todo lo que tiene. Cuando llegué a concretar lo que buscaba, hacia la número 16, la empecé a replicar. Comencé la estabilidad hace cinco años.
¿Cómo hacías para mantener los cultivos?
Un delirio… lo hacía a caballo o en bicicleta. Ni siquiera moto, porque podían escucharme. Cuando tenía que cosechar, me subía al caballo con unos bolsos bien grandes; me vestía de verde y salía a la tardecita, para que nadie me viera. Cortaba, llenaba el bolso y volvía. La manicura la hacía adentro de un camión de Bimbo. Y cuando tenía que regar, llevaba bidones con agua con el caballo.
¿Porqué tenías un camión de Bimbo?
Se lo compré a un tipo en Escobar, con la excusa que iba a hacer un food truck. Pero en verdad, tenía un laboratorio cannábico que lo usaba dos o tres veces al año. Está forrado con acero inoxidable y mesada con el mismo material. También tiene luces led. En el camión me pasaba la noche entera haciendo la manicura, en el medio del campo. No te puedo explicar el frío que pasé.
La industria para el criador de la genética de cannabis argentina
Después de treinta años del mejoramiento de Eva, hoy el creador de la genética de cannabis argentina ya tiene a su semilla al servicio de la industria nacional al registrarse en el Inase. Él cuenta que la conformación de una sociedad anónima sucedió porque era la única vía legal para lograr inscribirla. Sin embargo, su intención es conformar a la compañía en una cooperativa. Mientras, León Verde no solo ya tiene aprobado el proyecto de investigación por parte del Ministerio de Salud. Además, participará de la iniciativa productiva en la provincia del Chaco.
Durante este tiempo, ¿alguien sabía del trabajo que estabas haciendo?
La única que más o menos sabía algo era mi compañera. Mi hijo, que tiene veinte años, ni sabía que yo cultivaba. Lo mantuve en el más absoluto de los secretos. En la época más avanzada de la investigación, teníamos el riesgo de la libertad. Podía ser considerado narcotráfico, aunque tuviese un fin de investigación y social.
Ahora, ¿qué te dice la gente?
Muchos no lo pueden creer porque no sabían nada. Pero los que sí, están muy contentos porque saben que esto es mi vida. Varios me dicen sobre el logro de registrar una variedad o que armé una empresa. Muy lindo, sí. Pero lo más lindo es haberme sacado la mochila del miedo. Siempre pensé que la policía me iba a patear la puerta por la noche, por estar ayudando a la gente. Mi mayor satisfacción es poder dormir a la noche.
¿Cómo te imaginas la industria del cannabis argentino?
Yo creo que el cannabis es algo que integra. Tenemos que seguir haciéndolo con cooperativas. La industria se tiene que generar en conjunto, para el cannabis y para lo que el cannabis necesita para desarrollarse. No hay que pensar solo en la flor. No puede ser que hoy se necesite un invernadero de calidad farmacéutica y no se produzcan en el país. Tienen que integrarse los que hacen macetas, extactos, al que cuida la planta. Todos tienen que entrar para que tengamos un producto económico y que todos accedan a la medicación. Después, exportaremos. Tiene que haber inversores que desarrollen la industria y poner en valor el conocimiento en las universidades para los que han estado trabajando en la clandestinidad. Hay que reconocer a los grandes cultivadores del país para que no pase lo que pasa en otros cultivos: gente explotada en los campos.
¿Qué es lo mejor que tiene el país para la industria del cannabis?
La experiencia que se ha formado todos estos años. Hay muchos grandes acá. Necesitamos la profesionalización de esa experiencia.
Parece que solos no se lograría…
Esto no es para unos pocos. Mi idea es una industria de grupos.
¿Por eso creés que la cooperativa es la mejor opción?
Para mi el desarrollo del cannabis tiene que ser cooperativo, más allá que existan las inversiones privadas. Cuando se sancionó la ley medicinal, yo salí desesperado a entrar en el sector legal. Quería salir de la clandestinidad. Para mí, en ese momento arrancó una carrera y lo primero que hice fue acercarme a las cooperativas de Zárate. Me ayudaron y se la jugaron bastante. Creo que lo hicieron porque son cooperativistas y entienden la necesidad del otro. Para mi no existe otra forma que la cooperativa.
¿Qué proyectos tiene León Verde por delante?
Hoy tenemos un predio de 5 hectáreas, en Capilla del Señor. Todas destinadas a cultivo y producción de semillas. En Chaco pedimos 40 hectáreas para usar Eva en un cultivo de cannabis medicinal y otras 600 para experimentar en cáñamo. Pero también tengo un alambique inglés de mil litros, que lo vengo restaurando hace diez años. Se puede hacer el mejor extracto de cannabis. Es otro de mis proyectos.
Por último, ¿porqué la genética se llama Eva?
Tiene un doble sentido. Por un lado, la Eva primordial del génesis. La primera mujer es ella. Y también es un homenaje a nuestra Eva: Evita, que es el más importante. Esta Eva va a ser una gran mujer argentina que va a ayudar a desarrollar la industria, el trabajo y la salud del país.