La presencia de cáñamo en los países que han legalizado o están en vías de legalizar el cannabis es cada vez mayor. Ya sea para generar CBD medicinal, granos o fibras industriales, la planta gana terreno y solo en Estados Unidos, donde el departamento de agricultura (USDA) da a conocer datos oficiales al respecto, se cultivaron más de 20 mil hectáreas de cáñamo durante el año 2021 por un valor de 824 millones de dólares.
Este aumento de la producción global de cáñamo viene acompañado de un desafío: qué hacer con los desechos o las partes de la planta que no se utilizan. Alrededor del mundo, científicos e investigadores están encontrando formas de responder a esta pregunta. Como es el caso de un grupo de expertos de la Universidad de Oregon, que decidió utilizar la biomasa sobrante luego de la extracción de CBD para alimentar corderos.
En países como Estados Unidos se cultivan más de 20mil hectáreas de cáñamo. El desafío empieza a ser qué hacer con los desechos de la planta
“Los hallazgos son importantes tanto para los productores de cáñamo como para los de ganado porque brindan evidencia de que este subproducto del cáñamo se puede usar en las dietas de los animales sin afectar su metabolismo ni otras funciones digestivas”, explica Serkan Ates, profesor asociado en la Facultad de Ciencias Agrícolas del Estado de Oregon.
“De esta manera, los agricultores de cáñamo podrían tener un mercado para lo que es esencialmente un producto de desecho y los productores de ganado podrían ahorrar dinero al complementar su alimentación con la biomasa de cáñamo gastada”, dice Ates.
Cómo se usan los desechos del cáñamo
El ejemplo de los investigadores en Oregon se replica en todas las regiones del planeta. Sudamérica, con países como la Argentina, Uruguay y Colombia a la cabeza, no es la excepción. Pero antes de profundizar en el tema, Diana Barreneche, presidenta de Proyecto Cáñamo, señala a thc que estrictamente “solo se podría hablar de desechos en un cultivo de cannabis para flor”.
“Porque si es cultivo de cáñamo se utiliza toda la planta. Por supuesto que muchas cosas van a depender de la manera de cosechar este cultivo. Por ejemplo, si se deja la parte baja del tallo y las raíces en el suelo, o si las mismas se cosechan. Cada forma de hacerlo tiene un impacto diferente en el suelo y también diferentes formas de aprovechamiento”, destaca quien lidera la asociación civil dedicada al estudio, investigación y divulgación de los usos industriales de la planta de cannabis.
Para ampliar este punto, Gabriel Blocki, coordinador de la comisión de agronomía/semillas de Proyecto Cáñamo y miembro del Grupo de Estudio y Trabajo en Cannabis de la facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, dice que “cuando se habla de desechos se podría mencionar aquellos relacionados a la industria del CBD para ‘smokables’ o ‘fumables’”.
“Es lo que actualmente está más desarrollado y una de las industrias más maduras en Uruguay, por ejemplo. En la Argentina, con el cannabis medicinal, también se generan desechos y el desafío es convertirlos en subproductos”, afirma Blocki a THC.
En ese contexto, lo primero a tener en cuenta a la hora de analizar los desechos del cáñamo es qué uso se dará a la planta. En el caso de la producción de flores, las cifras del USDA arrojan que el 62% de los cultivos de cáñamo en Estados Unidos se destinan a la extracción de CBD.
Por lo tanto, la cantidad de biomasa disponible es considerable y puede ser utilizada, entre otras cosas, para alimentar ganado, como demostraron en la Universidad de Oregon.
“Si se enfoca en la producción de grano, se va a cosechar y a buscar una producción alta en este aspecto”, analiza Blocki, quien también es fundador de la empresa cañamera Ananda Pampa. “Luego de eso, queda todo el rastrojo. Llegado el caso, se puede agregar valor para usarlo con fines industriales, como puede ser etanol, pero para eso se requiere tiempo, dinero e inversiones que el mercado a nivel global todavía no lo ha logrado”, continúa.
Mientras tanto, si el cultivo se destina a la producción de fibras, los usos de los desechos se multiplican ampliamente.
“En el tallo hay dos tipos de fibras: la larga y la corta. La primera es la que más valor y se encuentra en la parte más externa del tallo. Pero un poco más adentro, se genera la fibra corta que termina constituyendo, al procesar todo, una estopa que no tiene el mismo destino que la larga pero que puede tener distintos usos”, señala a thc Daniel Sorlino, ingeniero agrónomo y profesor de la cátedra de Cultivos Industriales de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
“En el tallo hay dos tipos de fibras: la larga y la corta. La primera es la que más valor y se encuentra en la parte más externa del tallo. Pero un poco más adentro, se genera la fibra corta que termina constituyendo, al procesar todo, una estopa que no tiene el mismo destino que la larga pero que puede tener distintos usos”, señala a thc Daniel Sorlino, ingeniero agrónomo y profesor de la cátedra de Cultivos Industriales de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Desde integrar la pulpa para papel, elaborar aglomerados para hacer muebles u otros elementos y constituir biocomposite como refuerzo de la matriz de objetos, las opciones para utilizar ese material, que muchas veces es separado de la producción y no tiene ningún tipo de uso, se extienden ampliamente.
Además, Sorlino indica que también están los restos que no son fibras. “A eso se le puede seguir sacando el jugo. Combinado con los desechos de los animales se puede hacer abono o también quemarlo para producir energía”, suma el especialista.
“Depende de cómo se procese todo el tallo, también hay una fracción que es casi un polvo llamada microfibra pero que no es fibra propiamente dicha. Eso tiene un poquito de CBD y se pueden hacer elementos como saquitos de té”, detalla Sorlino.
Para finalizar sobre este punto, Blocki suma que en el rubro de fibras hay un potencial para lograr el doble propósito de cosechar el tallo y la flor. “Esta flor será de una calidad inferior pero puede tener un destino para industrias como la cosmética”, destaca el especialista.