“La hierba es una planta, ¿por qué los gobernantes dicen que no se puede usar?”, pregunta Bob Marley mirando a cámara en una entrevista.
Después de un silencio breve, Bob responde su propia pregunta. “Te dicen eso porque la hierba hace que te mires y en vez de querer trabajar para un jefe te preguntes: ´¿por qué tengo que rendirme ante esto?´. Y eso significa que sos tu propio jefe y que sos dueño de vos mismo por primera vez”.
Las blancas playas de Jamaica, bordadas de palmeras y lamidas por el mar azul, quedaban muy lejos de Nine Miles, el pueblo donde Bob nació y vivió sus primeros años.
“La hierba hace que te mires y en vez de querer trabajar para un jefe te preguntes: ¿por qué tengo que rendirme ante esto?”
Su cuna no se mecía al compás de un cansino reggae en la dulce humedad tropical. Su padre, que pertenecía a los Royal Marines, estaba casi totalmente ausente del hogar, era blanco y tenía 50 años. Su madre, Cedella Brooker, tenía 18 años cuando nació Bob.
Bob y su madre se mudaron a Kingston, la capital de Jamaica, cuando ella empezó una relación con el padre de Bunny Wailer, el mejor amigo de Bob, quien además compartía su interés por la música.
En 1963, cuando Bob tenía 18 años, armaron junto a Peter Tosh el grupo The Wailing Wailers. Allí estuvieron también Junior Braithwaite, Beverley Kelso y Cherry Smith.
Menos de diez años después, tenían fama mundial, habían trabajado con el dj y productor legendario Lee “Scratch” Perry y hacían giras por Europa.
El resto es historia: aquel niño pobre del interior de Jamaica, con todas en su contra, se convirtió en una leyenda de la música tanto en Jamaica como en el mundo.
Hasta su fallecimiento en 1980 creó un gran contenido musical que además incluía una fuerte crítica hacia los sectores más poderosos de la sociedad que oprimían sin piedad a los pobres.
Fue, claro, un ferviente defensor y usuario de cannabis, presente en sus canciones y en su modo de vida. No sabemos si alguna vez lo cultivo, es probable. Lo cierto es que Bob supo plantar su semilla: un género musical que trascendió todas las fronteras y canciones que, probablemente, se van a escuchar por siempre.
? Portada del disco Catch a fire por Esther Anderson.