El cannabis medicinal y el cáñamo industrial tienen algo muy interesante en común: son el reemplazo a soluciones menos eficientes y más problemáticas. Sea para tratamientos con efectos adversos o materiales contaminantes y caros de producir, allí está la opción cannábica para un futuro mejor. Como si fuera poco, son industrias que pueden complementarse y generar aún más beneficios.
La ONG Eternal Flame Worldwide, en colaboración con la empresa británica Unyte Hemp anunciaron este mes el desarrollo de bolsas para cocinar 100% realizadas con fibras de cáñamo proveniente del descarte de la industria medicinal.
Las bolsas para cocinar, que fueron creadas por la empresa Eternal Flame, están diseñadas para reducir el uso de combustibles y el tiempo dedicado a la cocina, al funcionar como un aislante térmico que permite extender el proceso de cocción sin necesidad de colocar el recipiente sobre las llamas.
¿Por qué usar bolsas de cáñamo para cocinar?
Según datos de Eternal Flame, 1 de cada 3 personas en todo el mundo cocina sus alimentos en llama abierta, utilizando combustibles como leña, carbón y hasta basura o plásticos. En el simple acto de cocinar los alimentos diarios, las consecuencias individuales y planetarias son poco menos que catastróficas.
Para empezar, cocinar en fogatas tiene consecuencias directas para la salud, desde la irritación de las vías aéreas y los ojos por inhalación de humo hasta la exposición a sustancias tóxicas cuando se utilizan combustibles fósiles o plásticos.
En muchos casos, químicos presentes en el combustible pueden condensarse en el interior de los recipientes si no están bien cerrados, contaminando los alimentos e intoxicando a las personas que los ingieren. La tarea de cocinar generalmente recae exclusivamente en las mujeres, que incluso embarazadas dedican gran parte del día no solo a cocinar sino también a conseguir el combustible.
Al mismo tiempo. el uso de leña agudiza el problema de la deforestación en múltiples escalas, al continuar la industria maderera pero también depredando la capa inferior de los bosques al recolectar la materia vegetal caída. De esta manera se aumentan los efectos de la erosión sobre el suelo ya que constantemente se retira la capa que protege la humedad y aporta nutrientes.
Los primeros modelos de las bolsas fueron fabricados en Tanzania y se utilizaron fibras naturales y relleno de fibra de cáscara de coco. De acuerdo a lo anunciado por Eternal Flame y Unyte Hemp, durante 2023 las bolsas comenzarán a fabricarse íntegramente con cáñamo, con un doble propósito: reutilizar las fibras descartadas por la industria del cannabis medicinal y aprovechar la capacidad de capturar carbono que tiene el cultivo de cáñamo.
El objetivo es reducir emisiones de carbono desde el origen: herramientas para reducir la quema de combustibles creadas con una planta que durante su cultivo tiene la capacidad de absorber el doble del dióxido de carbono que las especies arbóreas. El cultivo es simple, económico y poco exigente, al mismo tiempo que provee de una fibra cuyas propiedades térmicas superan a muchos materiales modernos de origen sintético.
Al mismo tiempo, el plan es generar la inclusión de los pequeños productores en el futuro modelo productivo del cáñamo en África, donde Sudáfrica, Rwanda, Malawi y Uganda son los pioneros en la industria y se encuentran avanzando en regulaciones productivas para participar del mercado mundial del cáñamo industrial y medicinal.
De acuerdo a las declaraciones de Eternal Flame y Unyte Hemp, la idea es incorporar decorticadoras móviles y estimular la creación de cooperativas de producción, tanto para aprovechar la fibra descartada por la industria medicinal como para fabricar las bolsas a partir de tela de cáñamo y relleno de corteza de cáñamo.
Sin duda faltará mucho trabajo para torcer la balanza de siglos de disparidad en África, pero el cannabis allí está aportando los primeros pasos. En la planta que se usó para agudizar estos problemas, también está la respuesta que necesitan millones de personas.