Si cultivás en exterior y ya levantaste tu cosecha de verano, no está todo dicho. También se puede hacer un cultivo al aire libre en invierno.
De esta manera, nos podemos asegurar un ciclo de cultivo anual y una cosecha nueva para llenar los frascos cerca de la llegada de la primavera.
Con el cultivo invernal nos aseguramos una cosecha nueva para llenar los frascos cerca de la llegada de la primavera.
Para que todo marche bien, hay algunas cosas a tener en cuenta. Y si este año no arrancaste, anotate todo para aprovechar el siguiente invierno.
Tamaño de las plantas y protección
En un cultivo invernal las plantas serán mucho más chicas que las del verano. Por lo tanto la producción será menor.
En invierno tendremos plantas más chicas: podemos resolverlo tirando más semillas.
Esto ocurre porque las plantas arrancan en un fotoperíodo de floración (esto es 12 horas o más de oscuridad diarias), por lo tanto crecerán solo hasta alcanzar su madurez sexual, que se da cuando llegan al quinto nudo de desarrollo. Ahí comenzarán a florar.
Lo que podemos hacer para resolver este límite natural es tirar más semillas.
En cuanto a heladas, la situación se resuelve de modo sencillo: colocando las plantas bajo techo si están en macetas o poniendo un cobertor si están en tierra.
El cannabis se puede desarrollar bien en una temperatura de unos 15 °C. Pero a estar atentos: el cannabis puede resistir temperaturas cercanas a los 0 °C sólo durante un tiempo corto.
En caso de fríos extremos, la única opción viable va a ser tener un invernadero.
El cannabis se puede desarrollar bien en una temperatura de unos 15 °C. Pero a estar atentos: el cannabis puede resistir temperaturas cercanas a los 0 °C sólo durante un tiempo corto.
Y cuidado: si las temperaturas no superan por un largo tiempo los 10 °C el desarrollo se va a ver comprometido.
Plagas y nutrientes
En cuanto al mantenimiento de la planta, el cultivo invernal es ideal.
En primer lugar, las plagas van a ser mucho menores dado que la mayoría de los insectos necesitan de altas temperaturas para proliferar. Eso no quiere decir que no haya que prestar atención para prevenir una invasión.
En invierno hay dos grandes ventajas: menos plagas y menos necesidad de preocuparnos por abonar el sustrato.
Por otro lado, como las plantas crecen menos y todo su metabolismo se ralentiza, el requerimiento de nutrientes será menor y por lo tanto también la necesidad de abonar.
Finalmente, las plantas requerirán menos frecuencia de riego. Eso genera dos beneficios: las plantas no van a sufrir deshidrataciones repentinas y sus consecuencias y, al regar menos, no vamos a barrer tantos nutrientes y el sustrato va a rendir más.
Genéticas
Si tenemos la posibilidad de elegir qué genética plantar, lo ideal es optar por variedades con preponderancia índica: tienen un período de floración más corto y se adaptan mucho mejor a la bajas temperaturas.
Si podemos elegir, las genéticas con predominancia índica van a ser las mejores para la temporada invernal.
Las semillas autoflorecientes si bien pueden plantarse durante todo el año, conviene guardarlas para sembrarlas durante la primavera. Con más horas de luz y mejor temperatura, se desarrollarán y producirán más.
Macetas
Las macetas negras son buenas para el invierno: retienen mejor el calor de los rayos solares, elevando la temperatura del sustrato.
Conviene arrancar directamente en la maceta definitiva y que esta sea grande. Así no perdemos tiempo con trasplantes y la temperatura del suelo se puede mantener más estable.
Como las plantas no van a quedar muy grandes, las macetas pueden compartirse para más de una planta: por ejemplo, si usamos una maceta de 50 litros se pueden colocar de tres a cinco semillas feminizadas, llevando la cantidad al doble si partimos de semillas regulares.