En la industria editorial todos hablan del incremento de los precios del papel. Hay un dato que es más que claro: en el último año, la producción de un libro estándar tuvo un incremento en sus costos del 185%, según estimaciones de la Cámara argentina del Libro (CAL). Y el aumento tuvo que ver, sobre todo, con la suba del valor de la celulosa.
Por este motivo, desde el Ministerio de Cultura de la Nación comenzaron a trabajar para pensar alternativas. Las autoridades creen que el impulso de la producción del papel de cáñamo y de fibras alternativas podría llegar a ser una respuesta contra la crisis.
Pero la idea no solo contempla lo económico, sino ser el puntapié para la defensa de la producción y la innovación nacional con una mirada del cuidado del medioambiente.
Luis “Chino” Sanjurjo, el director nacional de Industrias Culturales del ministerio, es uno de los impulsores del proyecto.
Su objetivo es que entre octubre y noviembre de este año se pueda realizar un encuentro en el Centro Cultural Kirchner en el que participen todos los actores del sector y se pueda ofrecer un diagnóstico claro de la crisis y sus posibles salidas.
“Queremos comprometer a la sociedad en su conjunto para que se comprenda la importancia de pensar modelos alternativos y la diversificación del negocio del papel”, dijo a THC.
El papel de cáñamo en la industria editorial: mesas de trabajo
Con la idea de repensar el negocio del papel a partir de la producción de cáñamo, el Ministerio de Cultura coordina una mesa de trabajo que se está reuniendo de manera regular y en la que tienen participación diferentes actores sociales.
“El objetivo es estudiar cómo es el proceso por el cual la Argentina puede desarrollar políticas públicas que acompañen a las cooperativas y a las pymes en la producción de cáñamo”, explica Sanjurjo.
“Estamos reuniendo voluntades y estudiando para poder asesorar no solo sobre cuál es la inversión necesaria para esta producción. También tenemos que analizar la temporalidad, el proceso técnico, los territorios donde es más favorable estimular este desarrollo”, detalla.
Y asegura: “Hay que pensar todo, porque después también aparecen etapas que pueden tener sus propios problemas como los de logística y circulación”.
Entre los miembros de esa mesa, que encabeza Lucrecia Cardoso, secretaria de Desarrollo Cultural de la Nación, y que llevan adelante Sanjurjo, Ariel Direse, Director Nacional de Innovación Cultural e Ignacio Perotti, coordinador de Proyectos Estratégicos, hay representantes del sector Editorial del Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA), de la Cámara Argentina del Libro y de la Cámara Argentina de Publicaciones, y representantes de distintas agencias del estado nacional como el Ministerio de Economía a través de la Dirección de Programas y Proyectos Sectoriales y Especiales (DIPROSE), del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), del Observatorio de Cannabis de la Universidad Nacional de José C. Paz, el Banco de la Nación Argentina (BNA) y el Banco Credicoop.
La crisis del papel en Argentina y el mundo
Cuando se piensa en la cultura es habitual subrayar su importancia simbólica en la sociedad. Sin embargo, para Sanjurjo es importante comprender su rol fundamental también en la economía de un país.
El sector editorial, que es uno de los más importantes de las industrias culturales, se encuentra atravesando una “tormenta perfecta”.
En la actualidad, el papel, la materia prima clave para cualquier producción editorial, es un insumo caro y escaso.
“Por un lado tenemos el problema del monopolio de su producción, que está en manos de dos grandes empresas que producen la celulosa. Entonces, hay pocas ofertas para buscar cotizaciones a nivel local”, cuenta Sanjurjo.
“A esa situación se suma la transformación del mercado de consumo global, que ahora demanda mucho más papel y cartón para la logística y los editores compiten con muchos más actores a la hora de demandar esa materia prima”, agrega.
“Hoy no alcanza la producción de papel para abastecer la demanda mundial”, subraya el funcionario, de acuerdo estimaciones de diferentes organismos internacionales.
Los problemas se extienden a lo largo de todos los países. Sin embargo, las dificultades en la macroeconomía argentina empeoran la situación de la industria a nivel local.
Hasta hace muy poco tiempo, el país todavía era el competitivo para imprimir libros de editoriales en la región. Sin embargo, la disparada de los cotos en dólares hizo caer esa tendencia.
Una oportunidad para la Argentina
Sanjurjo insiste con que se debe comenzar a pensar alternativas en el presente para comenzar a aportar soluciones que llegarán en el mediano plazo. La crisis del papel no se puede resolver de un día para el otro.
Sin embargo, el funcionario sostiene que el avance en las regulaciones nacionales sobre el cáñamo y el hecho de que se trate de un problema global puede significar una oportunidad.
“Queremos aprovechar esta ventana global. Estamos en una fase en la que Argentina es competitiva a nivel mundial en términos de inversión pública para el desarrollo de la industria del cáñamo enfocada en la producción para el abastecimiento del sector editorial”, confía Sanjurjo.
Desde el Observatorio de Cannabis de la UNPaz, por ejemplo, se valora la creación de este espacio porque colabora en instalar esta política pública emergente de la industria del cáñamo industrial, instalándolo en la agenda de cultura como posible respuesta a la problemática de la falta de papel.
Argentina entre las décadas del 50 y ´70 contó con una industria del cáñamo textil que fue muy importante, Linera Bonaerense no sólo fue una fábrica que generaba productos textiles a base de cáñamo, sino que contaban con sus propias plantaciones y se creó un pueblo y una historia en torno a la planta.
Recuperar y regenerar historias como estas que permitan cultivos más amigables con el medio ambiente, que puedan reconvertir economías regionales, que generen empleo y puedan presentarse como soluciones para problemáticas como la de la falta de papel será parte de los desafíos y de las posibilidades que abre la Ley 27669, creada para regular la industria del cannabis medicinal y del cáñamo.
Según fuentes oficiales, la mesa de trabajo que coordina desde el Ministerio de Cultura de la Nación está prestando especial atención al aporte que pueden hacer las cooperativas y las pequeñas empresas en esta transformación.
Además, en el ministerio nacional están convencidos de que la producción del cáñamo puede resultar beneficiosa para la industria cultural más allá, incluso, de los libros. “Pensamos, por ejemplo, que podría ser una buena alternativa en el diseño de indumentaria”, agregó Sanjurjo.
“Se trata de una oportunidad para seguir fortaleciendo espacios de participación público privada, con la convicción del rol estratégico en el desarrollo de la producción y el trabajo que cumplen las PYMES y cooperativas argentinas”, afirma Sanjurjo.
En varios espacios de gestión ya tomaron nota no sólo de las soluciones innovadoras que podría ofrecer el papel a base de cáñamo, sino también de la importancia de sumar este cultivo como el eje de nuevas matrices productivas.
“Las industrias culturales queremos construir ese futuro mejor que nuestros pueblos merecen”, asegura Sanjurjo.