Moria Casán es una diva. “La One”, según ella misma y todo el mundo del espectáculo argentino. Hoy volvió a confirmarlo cuando se sumó al tren arrolador comandado por Lali Espósito, y no de cualquier manera: lo hizo compartiendo un porro en el nuevo video de la estrella pop.
No es la primera vez que Moria se reconoce como parte de la cultura cannábica. En 2011 apareció en la versión impresa de THC, cogollito en mano. Y qué mejor que recordarlo.
Fueron dos encuentros y muchas declaraciones. Primero, la vedette dejó caer su humanidad de carne tibia en un sillón de un edificio de Núñez, un lugar alternativo a su casona de Parque Leloir.
Después, la cita se repitió en el camarín del Teatro Broadway: a cara lavada, descalza, reclinada en la silla desde donde nos dijo que abortó dos veces, las dos a los 16 años. Muchos años antes de que existiera una ley que lo regulara.
“A mí me calienta la vida que tengo y los permisos que me doy. Probé todo y no me casé con nada”, dirá así, de un tirón.
Poco antes de aquel encuentro, el miércoles 4 de mayo de 2011, un diario imprimió en blanco sobre negro su título del día: “SOFÍA GALA PORRO”. Un fotógrafo del matutino había atrapado a Sofía “armando un fasito”.
La imagen no era clara pero no importó. Antes de que las remeras con el título del diario se vendieran por internet, su mamá, Moria Casán, le estaba dando un móvil al periodista Luis.
“Un título amarillista y tirado de los pelos. Aunque admito que el título de la nota, ‘Sofía Chala’, me dio mucha risa. Igual, chocolate por la noticia: de pronto sé que mi hija se ha fumado su porrito. No soy hipócrita, no meto las cosas abajo de la alfombra. Imaginate si ese diario sensacionalista me iba a contar algo que yo no sabía de mi hija…”.
¿Y cómo te enteraste de que fuma porro?
Un día fui a su casa y la encuentro con un grupo de amigos. Y estaban fumando. Ahí me dice: “Mamá yo fumo. ¿No te molesta?”. Y yo le dije que no, que realmente no me molestaba. ¿Por qué ella se tendría que ocultar? ¿Por qué las dos nos tenemos que privar de ese momento, de esa charla? Nunca quise aumentar su rebeldía, porque nuestra relación está basada en la libertad. Qué me importa si fuma porro. Es rica intelectual y racionalmente: tiene más de 600 películas en su casa, lee, ama la poesía. No me importa que no haya terminado el secundario.
¿Le pediste una seca aquella vez?
Absolutamente. Fumé con ella y fue fabuloso. Con Sofía hay un sentimiento visceral. Yo sólo fui un vehículo, ella salió de acá [acompaña la frase con una abertura de piernas,
mientras se señala la vagina] El universo está a mi favor. Sale lo de Sofía y a los días hubo una marcha multitudinaria en Capital pidiendo por la despenalización de la marihuana”.
¿Tenés una posición tomada sobre poner fin a la prohibición del cannabis?
Sí, claro. Con la despenalización se termina la hipocresía, habla de un pueblo evolucionado, ya estamos grandes para hablar huevadas. Lo escuché a Zaffaroni [por entonces ministro de la Corte Suprema de Justicia] diciendo que cuando agarraran un camión cargado de marihuana, el que está preso es el camionero, no el narcotraficante. Así, la justicia pierde tiempo y dinero, estamos en la periferia del asunto y no en la matriz. No cambiar la ley es hacerse los boludos.
¿Cómo fue tu primera vez con la marihuana?
Hace muchos años… Con Carlitos Perciavalle en el 77… Estábamos haciendo La Revista de Esmeraldas y Diamantes, en el teatro Maipo y todas las noches, cuando terminaba la función, íbamos a la casa de él. Siempre teníamos un “postrecito”. Yo nunca armé, se encargaba él. Y nos fumábamos un porrín… Y después me quería comer la heladera de Perciavalle.
¿Fumaste con Susana Giménez?
Claro [risas], ella también salió a decir que probó. Juntas compartimos muchos veranos, era un estímulo. Igual nosotras somos fumadas naturales, aunque Su le da más al vino.
¿Y a vos cómo te pega?
Me relaja mucho, me da risita y muuuucha hambre de dulce. Pero lo que destaco es que me abre mucho la mente. Fijate que una vez tenía que recordar un monólogo y ahí ¡tuc!, una seca y me bajó toda la información perfecta. Fue en Córdoba, estaba a punto de ir a buscar el libro, pero no hizo falta. Tenía toda una información maravillosa en la cabeza después del porro.
Y a la hora del sexo, ¿también te gusta?
Sí, lo definiría como una explosión de lo sensorial. A mí me potencia los sentidos, me relaja. Cuando fumo me siento como una geisha, me gusta. Y me abre la cabeza para la creatividad.