El ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través del Programa de Investigación y Desarrollo en Cannabis, seleccionó un proyecto de la Universidad Nacional de San Juan que pretende convertir los bio-residuos de las plantas de marihuana en harina y energía. La iniciativa busca colaborar en la sustentabilidad de la industria del cannabis medicinal.
Rosa Ana RodrÍguez es ingeniera, investigadora del Conicet y lidera el equipo. En diálogo con THC resumió la importancia del proyecto: “El objetivo es que haya una simbiosis de empresas para que el residuo generado sea cero y el gasto de recursos y energía sea mínimo”.
Además del equipo de investigadores, también participa Canme, una empresa público-privada de la provincia que trabaja en cannabis medicinal.
Harinas alternativas y vectores energéticos a partir de la producción de aceite de cannabis
Los aceites medicinales de cannabis se producen con la flor de la planta. El resto (las hojas, los tallos y las raíces) se desecha. Por eso, desde Canme se acercaron a la universidad.
Sabían que el equipo que lidera Rosa ya trabaja en la recuperación de bio-residuos. En particular, tenían experiencia en la producción de harina a partir del bagazo de cerveza.
Todo lo que se tira en la industria cannábica se puede aprovechar. Con las hojas se pueden obtener harinas alternativas. Y con las partes más fibrosas vectores energéticos, ya sea biogas, bio-oil o biochar.
Lejos de lo que se pueda suponer, todo lo que se tira en la industria cannábica se puede aprovechar. Con las hojas se pueden obtener harinas alternativas. Y con las partes más fibrosas vectores energéticos, ya sea biogas, bio-oil o biochar.
“Las hojas son ricas en proteínas y tienen muy baja cantidad de cannabinoides, casi nada”, explicó Rosa.
“El resto se puede convertir en energía, ya sea gaseosa, bio-oil o lo que se llama biochar. Ya hemos probado diferentes biochar en la agricultura para la producción de rúcula, lechuga y pimientos. El biochar es un residuo sólido con mucho carbono. Es muy bueno ya que secuestra el carbono atmosférico y ayuda a los cultivos”, agregó la ingeniera.
Industria cannábica sin residuos
¿Por qué habría que preocuparse por residuos biodegradables? Rosa aseguró que hay más de un motivo para atender estos desechos.
“En general todos estos residuos van a rellenos sanitarios. Y aunque se descomponen, su transporte es muy caro porque son volúmenes grandes”, subrayó.
Pero no solo eso -que ya es mucho-. La aplicación de “economía circular” permite que aquello que en la “economía lineal” se transforma y se convierte en algo útil.
La utilidad, para este proyecto, es amplia. Las harinas alternativas como la derivada del cannabis tiene propiedades y nutrientes que no se encuentran en las tradicionales. La energía es clave en la producción. Y el biochar no solo puede colaborar con los cultivos, sino que puede ser una buena alternativa para la tierra.
“San Juan, por ejemplo, se caracteriza por ser una zona seca con suelos salitrosos. En algunos casos, el biochar nos ayuda a recuperar esos suelos”, finalizó Rosa.