Mientras una nueva legislación sobre el cultivo de cannabis en México hace años amaga entre idas y vueltas del poder Legislativo y Ejecutivo, la lucha de la sociedad civil por el libre cultivo de marihuana se abre paso con el Plan Tetecala.
A sus 78 años Doña Rosa –así la conocen en Tetecala–, le pone el cuerpo al lema Tierra y Libertad con el cultivo de media hectárea de cannabis. Las “niñas” de doña Rosa –como ella llama a las matas que hace crecer junto a zapallos, tomates y arroz– son un orgullo, porque cada vez logran mejorar más la calidad de vida de sus vecinos y vecinas con la producción de cremas y aceites.
“Debemos de pensar en apoyar a la gente que no tiene recursos para adquirir los productos, porque todos tenemos derecho a tener una mejor salud y un mejor bienestar”, afirma Doña Rosa.
Tetecala ya fue promulgado el primer pueblo cannábico de México. Esto se debe a que más allá de trabajar la tierra, desde mediados de 2021 las y los ejidatarios, junto a los sectores que también impulsan el Plan Tetecala, se reúnen al menos una vez por semana y desarrollan una militancia activa con participación en jornadas de información en los estados de Morelos y México; la siembra sin fines de lucro de 2000 semillas por el pueblo, entre otras actividades que difunden en la página Ruta Cannábica Morelense.
En Tetecala, los cultivos públicos de marihuana se realizan en las parcelas comunitarias. Son tierras cedidas de generación en generación desde la Revolución mexicana.
Para la elaboración de productos medicinales, el Plan Tetecala prevé talleres de formación a cargo de una ingeniera agrónoma. “Apenas estamos en pañales”, indica Doña Rosa.
Hoy en día venden los goteros de aceite y cremas de cannabis a precios populares para la comunidad local, pero en un principio se los entregaron como muestra a las y los vecinos que sufrían enfermedades. Los resultados les maravillaron.
Una de las últimas actividades fue la presentación del Plan Tetecala el 30 de marzo pasado en el Senado de la República, por medio de la voz de Rosa. A raíz de ahí ella dice que algunos pueblos indígenas cercanos “se han
unido a nosotros a cultivar la hacienda pero tienen miedo de exhibirse y lo hacen por debajo del agua”.
Tetecala: mujeres a cargo del cultivo
De 150 ejidatarios que hay en Tetecala, los cultivos públicos de marihuana se realizan en las parcelas ejidales de un grupo de siete personas, entre ellas Doña Rosa, Doña Alicia, y el señor José.
Estas tierras han sido cedidas de generación en generación desde la Revolución mexicana, cuando Emiliano Zapata expropió a los terratenientes y otorgó tierras a los pobres, en adelante bautizados como ejidatarios.
Frente al pánico social que genera la prohibición del cultivo, Rosa opina: “Si vamos a vivir con temor de los resultados del gobierno, pues siempre vamos a estar igual. Debemos de tener el suficiente valor y el respeto, es muy importante para que las plantas crezcan”, sostiene.
De todas maneras, confiesa que su valentía se apoya en el sentimiento de protección que le da el abogado del Plan, Andrés Saavedra, que también es asesor y representante de la Gubernatura Indígena y de los Pueblos Originarios del Estado de Morelos. Además, representa a las comunidades campesinas morelenses en el libre cultivo de cannabis y cáñamo.
“Es momento de reflexionar si verdaderamente las leyes están generando los cambios paradigmáticos que requieren las sociedades actuales”, dice el representante legal, y agrega: “no nos conviene ni siquiera que salga una ley, porque en el momento en el que salga pues vas a necesitar un abogado, entonces eso ya te aleja de la posibilidad de cultivar”.
La infancia de Doña Rosa fue “muy de campo, restringida pero linda”. A los 16 años ella comenzó a sembrar calabazas, pepinos, tomates, jitomates, chiles, cebollas, de todo.
Admite: “He hecho todo lo que he querido en la vida, lo único que me faltó fue estudiar, pero tengo el conocimiento del campo, que es muy hermoso”. En cierta manera, la planta de cannabis estaba presente en su vida, pero cuenta que en su juventud de eso no se hablaba.
“Mi mamá ya la conocía y siempre tenía dos o tres matas, pero como estaba prohibida la existencia de la planta, pues no nos decía nada porque éramos chiquillos y decía que íbamos a delatarla”.
“Lo único que le tienes que dar es amor y agua, es todo lo que te pide la planta y fíjate que tuvimos plantas de más de tres metros de grande. Ellas responden al cariño que uno les da”, cuenta Doña Rosa como consejos de cultivo.
“Ahora que he descubierto muchas cosas de la cannabis me siento feliz y de verdad no entiendo por qué el Gobierno no quiere autorizar el libre cultivo”.
Respecto al Plan Tetecala, asegura que está llena de proyectos de vida que “espero Dios me deje realizar”. Llegando a los 80 años, Rosa sostiene que quiere seguir experimentando aquella sensación de levantarse temprano e ir al campo.
“Mucha gente desconoce la satisfacción que da ver crecer las plantas y dar su fruto, de verdad es todo tan hermoso. Germinamos las semillas en diciembre y las plantamos bajo los árboles por el calor que está haciendo. Lo mejor es que esté reparada. Lo único que le tienes que dar es amor y agua, es todo lo que te pide la planta y fíjate que tuvimos plantas de más de tres metros de grande. Ellas responden al cariño que uno les da.”