The Beach Boys son una verdadera caja de sorpresas sensorial. A simple vista, puede parecer apenas una banda de canciones que celebran el verano y la vida playera.
Sin embargo, fueron parte importantísima de la psicodelia en la historia de la música moderna. Y en esa historia Smile, un disco inconcluso y mítico, es una de las cimas.
Proyectado y publicitado como el disco con el que The Beach Boys harían evolucionar la música popular en 1967, Smile fue abandonado por la banda luego de una gran crisis psíquica de Brian Wilson, su principal alma creativa.
Recién en 2004, el propio Wilson ofreció su propia versión del disco, pero esa recreación solista no superó el fenómeno cultural que generó aquel legendario disco sin terminar.
Desde finales de los 60s, miles de fans que han ido creando sus mezclas, a partir de grabaciones, piratas y oficiales, de las sesiones originales.
En 1967, Smile ya era un objeto de deseo universal. Prometía ser, campañas de prensa mediante y con el antecedente del gran single “Good vibrations”, el gran disco con el que The Beach Boys prometía regalarle un gran salto evolutivo a la música popular. Pero vayamos más atrás.
Cuando el LSD tocó el piano
Luego de tomar ácido lisérgico por primera vez, en 1965, Brian Wilson, sintió miedo. “Tuve que ir a esconderme a una habitación y pensé principalmente en mis padres y en si debía tenerles miedo”, relató en su autobiografía “I´m Brian” (2016), donde cuenta que lo que logró calmarlo fue ir hasta su piano y tocar, frenéticamente.
De jugar una y otra vez con un patrón rítmico, termina componiendo el futuro hit surfero de la banda: “California girls”.
Pero no todo fue alegría playera. Una semana después, comenzó a escuchar voces en su mente: “Sonaban como la voz de una persona normal, diferente a mí y fuera de mi control, pero dentro de mi cabeza. No sabía qué hacer con ellas. Los doctores me han dicho que no se deben al ácido, que hubieran llegado de todos modos”, aseguró Wilson, quien ya sufría de ataques de ansiedad desde su adolescencia.
Lo cierto es que, desde entonces, su entrega a la música fue absoluta.. Y termina dejando de actuar en vivo, para pasar a ser compositor, arreglador y productor de su banda.
Entregado también a la expansión sensorial de la vida psicodélica, el músico fue amplificando su universo sonoro.
Esa exploración lo fue alejando, poco a poco, de la seguridad de su mundo surf pop para aventurarse en territorios más complejos.
En ese ánimo aventurero termina gestando el disco Pet Sounds, donde crea músicas con una delicada belleza melancólica y una renovada elección de sonoridades, que incluían el corno francés o el clavicordio, además de cuartetos de cellos y violas, fue editado en mayo de 1966.
Significó el ingreso triunfal de la banda en el ambiente más vanguardista de la época.
En octubre del 66, la aparición del single “Good Vibrations” fue un hito para Wilson. La canción estaba estructurada como una suite sinfónica pop. Y lograba reunir el optimismo sonoro marca registrada del grupo con la experimentación musical celebrada en la época.
Ese suceso de ventas y críticas puso muy altas las expectativas sobre Smile. Una de las descripciones que hizo Wilson en aquel tiempo fue que el disco sería “sinfonía adolescente para Dios”.
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Voces y rompecabezas
“Nuestras armonías tuvieron siempre un sonido muy espiritual, muy hermoso. Te hacen sentir bien, y esa es una de las principales funciones de la música”, explicó en su autobriografía Willson esa función se cumple en la versión de Smile que hizo como solista en 2004.
Pero tal vez con más potencia y belleza en Smile Sessions, editado por The Beach Boys en 2011, a partir de las cintas originales y con supervisión del propio Brian.
En Our prayer, toda la sabiduría armónica ganada por la banda en su etapa plenamente surfera se aplica en una literal plegaria sin palabras, sólo sus voces generando melodías beatíficas. De inmediato, el clima de catedral sonora se diluye, las voces cantan una breve viñeta pop que habla sin melancolía de un amor perdido.
Al final, la aparición de un instrumento de viento, trae en su melodía el recuerdo del inicio de Rapshody in Blue, del compositor norteamericano George Gershwin.
Brian Wilson estaba expandiendo su universo tomando referencias en músicos norteamericanos que habían unido la música popular con la académica.
Para alcanzar esos niveles de calidad, no sólo trabajaba con todo tipo de músicos sesionistas, en extensísimas jornadas de grabación. También había reclutado al compositor y poeta, Van Dyke Parks, para llegar a los niveles compositivos que su mente proyectaba.
Todo ese trabajo se ve en el siguiente tema, Heroes and villiains, donde exponen la pretensión de hacer una obra que une la brillantez vocal marga registrada del grupo con una especie de suite music hall.
Si la generación del LSD estaba por entonces haciendo música que generaba viajes basados en percepciones de infancia, Wilson y Van Dyke lo harían no sólo a nivel personal.
También le cantarían a los orígenes de la propia cultura norteamericana y estructuras sonoras que remitían a géneros como el folk o el western. Eso pasa en I´m in great Shape y Barnyard.
También pasa eso en My only sunshine y The Old Master Painter, donde se vuelve a repetir la referencia a Gershwin. En Cabin essence, el uso del banjo y la armónica refuerza un clima western en una canción que retrata el trabajo físico extenuante del ensamblaje de las vías del tren, en la etapa fundacional de la estructuración del sistema ferroviario estadounidense
Ya en Wonderfull, las voces acompañadas por instrumentos como el clavicordio generan esa clase de beatitud vinculada al cariño paterno y materno.
La sensación de glorificación de la sensorialidad infantil se refuerza en Look (Song For Children) y Child is father of the man, las que funcionan como un paisaje conjunto.
Este último título está tomado de un texto del poeta romántico inglés William Wordsworth que describe el éxtasis de ver un arcoiris.
La frase, como un mantra pop, aparece en varias partes de este disco, que fue grabado en módulos independientes. La idea de Wilson era ir probando todo tipo de combinaciones, hasta llegar a una forma que le conformase.
Ese sistema le dio su naturaleza de rompecabezas a la obra. Y también su carácter de espacio sonoro integral, una especie de gran obra integral, aunque aún mantenía en algunas fases la estructura canción.
Balada y transformación
En Surf´s up puede estar el ADN de Smile, una balada rica en complejidad armónico emocional, cuyo tema central era la crisis existencial implicada en toda transformación, incluyendo la de su propia banda, que ya no podían ser para él solo chicos de playa.
Esa crisis explotó para Wilson en Fire, una machacante música llena de efectos sonoros, incluyendo la sirena de una autobomba.
Eran tan intensas las sesiones, que el músico se creyó culpable de causar incendios reales en edificios cercanos al estudio. Pero no habrá en el disco más momentos críticos para la escucha.
Love to say Dada, con su efecto enorme de reverberación, su sección instrumental de comedia musical western y los corales misteriosos, marcarán una despedida suave de este gran poema sinfónico, adoratorio de la mirada infantil, que termina siendo Smile.
De yapa, como postgraduación de esta gran vivencia melódico mística, el disco trae al viejo single que había anunciado el viaje: Good Vibrations. Y todo se vuelve multicolor. Y vibrante.
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