Cómo saber si un cogollo es bueno es algo que muchas personas se preguntan. Por supuesto, si cultivamos nuestro propio cannabis, a medida que pase el tiempo vamos a ir reconociendo mejor nuestros frutos.
También pueden llegar a nuestras manos flores que no crecieron en nuestro jardín y, si el ojo no está del todo entrenado, nos va a costar un poco distinguir un buen cogollo de uno que no lo es tanto.
Por eso, te dejamos una guía simple para entrenar una habilidad que toda persona amante del cannabis desarrolla con tiempo, amor y paciencia.
Cómo saber si un cogollo es bueno
El aroma
El perfume que producen las plantas de cannabis es una de sus características más conocidas y apreciadas para saber si un cogollo es bueno.
Es un deleite pero también una terapia, ya que el aroma contiene varios compuestos con distintas acciones en el organismo.
Un buen cogollo debería tener un aroma notable, tanto en el frasco o recipiente que lo contiene como al apretarlo o manipularlo.
Esto es señal de un curado apropiado y de la conservación de las glándulas de resina que, además de cannabinoides psicoactivos, producen las sustancias aromáticas.
Un buen cogollo debería tener un aroma notable, tanto en el frasco o recipiente que lo contiene como al apretarlo o manipularlo. Esto es señal de un curado apropiado y de la conservación de las glándulas de resina.
Salvo algunas variedades conocidas por producir sustancias aromáticas que se encuentran en plantas como el ajo o en la orina de animales, las flores de marihuana deberían tener un aroma generalmente agradable, a veces punzante, con notas o matices reconocibles, como tonos de maderas, frutas o especias.
El olor a amoníaco o humedad puede indicar un secado y curado defectuoso.
El aspecto
Cuando extraemos el cogollo de su recipiente para observar en detalle, debemos prestar atención a su aspecto. ¿Es posible identificar las distintas partes de la flor? ¿Tiene una cobertura de resina abundante?
Observando con detenimiento los tricomas, mediante el uso de una lupa, podemos apreciar no solo su coloración y grado de maduración sino también el estado de conservación de estos, es decir con cuánta delicadeza se manipuló el cogollo evaluado.
Los tricomas glandulares reciben su nombre porque segregan, como una glándula, una minúscula gota de resina. Dependiendo del punto de corte, la unión del cuerpo del tricoma a la cabeza o gota de resina se estrecha, soltando la cabeza con mayor facilidad.
Mirando una flor, podemos ver si ha sido maltratada por la cantidad de tricomas “sin cabeza” en su superficie. Ni hablar de signos obvios de manipulación como el prensado.
Al mismo tiempo en el aspecto se pueden evaluar la presencia de mohos, hongos o plagas y la prolijidad de la manicura.
La estructura
Un cogollo se compone de una agrupación de flores individuales concentradas en los nudos y los extremos o puntas de crecimiento. Estas flores a su vez están formadas por un órgano de forma esférica, el cáliz o bráctea, del cual sobresalen dos pistilos emergentes, comúnmente llamados “pelitos”.
Las características de estas agrupaciones florales forman lo que se conoce como estructura y permite evaluar distintas facetas del cogollo, como su posible ascendencia genética: un cogollo con cálices de gran tamaño agrupados en poco espacio suele pertenecer a genéticas índicas o híbridos con estas variedades.
A la hora de observar la estructura de un cogollo y evaluar su calidad, deberíamos observar cómo se reparten los cálices, su tamaño y cantidad. Esto permite aventurar una genética y brinda indicios sobre su grado de maduración al cosechar.
Por otro lado, un cogollo alargado, donde los cálices se presentan en una sucesión que genera una flor larga y extendida, se atribuye a genéticas de predominancia sativa.
A la hora de observar la estructura de un cogollo y evaluar su calidad, deberíamos observar cómo se reparten los cálices, su tamaño y cantidad. No sólo permite aventurar una genética sino también saber sobre su cultivo y brinda indicios sobre su grado de maduración al cosechar.
La textura
Evaluar la textura de un cogollo implica caracterizar la sensación que se obtiene al manipular la materia vegetal.
Aunque suele referir a características obtenidas en el secado, como la humedad apropiada en el interior de la flor, puede también indicar cualidades de la genética o el cultivo, como la solidez o ligereza de las flores.
Asimismo señala la presencia de resina y su abundancia, ya que en muchos casos podemos tomar un cogollo con los dedos y sentirlos pegajosos después.
La textura ideal se siente al momento de desarmar el cogollo para usarlo: debe desgranarse con facilidad en partículas medianas pero no llegar al punto en que lo presionamos y se deshace en polvo.
El sabor
El abanico de sabores que posee el cannabis es tan extenso como sus aromas y una de las características más notables en el caso de los buenos cogollos.
El sabor debe ser claro y notable, y más allá de los propios matices y tonos de la variedad, no debe poseer sabores desagradables o metálicos que indiquen defectos en el cultivo como el uso excesivo de nutrientes.
Un curado defectuoso también puede producir un sabor desagradable debido a la deficiente descomposición de la clorofila que puede dar origen al sabor a humedad o amoníaco.
Para juzgar el sabor de un cogollo no es indispensable prenderlo, también se puede apreciar con el porro o pipa (bien limpia) antes de encenderlos. Esta primera apreciación ayuda a completar la degustación que se obtiene al volatilizar por completo todas las sustancias aromáticas mediante la aplicación de temperatura.
Si ya terminaste de apreciar tu cogollo, podés ver nuestras recomendaciones para un armado perfecto.