La evidencia del cannabis para tratar la migraña es cada vez mayor. Es una de las muestras más contundentes del potencial analgésico de la planta.
La migraña se caracteriza por un dolor punzante en un área de la cabeza. El dolor dura de 4 a 72 horas y suele estar asociado con síntomas como sensibilidad a la luz y al sonido, náuseas y vómitos.
No es algo poco común: la migraña afecta a más del 10 % de la población mundial. Se da con más frecuencia en personas de 20 a 50 años y es aproximadamente 3 veces más común en mujeres que en hombres.
Karina atravesó este tipo de síntomas durante años hasta que encontró en el cannabis una alternativa terapéutica que cambió su día a día.
¿Qué uso le das al cannabis?
Hacía muchos muchos años que sufría migrañas. Siempre consulté a neurólogos de primera línea, pero las migrañas seguían o, si las lograba controlar, con el tiempo volvían. Por eso empecé a averiguar sobre cannabis.
¿Por qué decidiste empezar a investigar? ¿Tenías algún conocimiento previo?
En casa cultiva mi pareja. Además, había hecho un curso con la gente de Mamá Cultiva y con Celeste Romero, y por eso fui enterándome de los distintos beneficios terapéuticos. Así aprendí sobre la planta, y él a hacer aceites y cremas.
¿A quién consultaste primero? ¿A tus médicos de cabecera o fuiste con alguien especializado?
Lo conversamos en casa y busqué directamente a Mariela Morante. Habíamos ido a Expo Cannabis y ahí había estado conversando con varios médicos. Somos de La Plata, y sabíamos que los Morante son una eminencia en el tema cannabis, así que pedí un turno con ella que se convirtió enseguida en mi médica de cabecera.
Si tuvieras que explicar por qué las migrañas no son simples dolores de cabeza, ¿cómo lo dirías?
Cualquiera puede tener un dolor de cabeza. Pero la migraña es un dolor muy fuerte que empieza en la cabeza y te va bajando por uno de los costados, puede ser el derecho o el izquierdo, hasta el ojo y que llega a la mandíbula. En un momento, si no tomás nada, ya no te podés levantar de la cama. Yo tenía que quedarme a oscuras y me duraban dos días. No podía hacer nada. Cuando comencé con el cannabis tenía dos veces por mes, pero antes llegué a tener todas las semanas. Las pastillas que me daban los neurólogos me calmaban, pero solo si las tomaba antes de que se desarrollara un episodio.
¿Cómo era el tratamiento tradicional de las migrañas?
Me hice tomografías y todo tipo de estudios, pero nunca me encontraban nada. Y como las migrañas seguían me daban pastillas muy fuertes. El Migral no me hacía efecto y, por mucho tiempo, me recetaron un medicamento que era nueve veces más fuerte. Probé con distintas marcas y con todas me pasaba lo mismo: a lo largo del tiempo me acostumbraba y me dejaban de hacer efecto. Además, eran muy costosas. Algunas veces las hacía traer de Brasil para reducir costos.
¿No te las cubría tu obra social?
No, porque era una medicación especial. No sé si era falta de voluntad de los médicos o problemas de la obra social.
Cuando comenzaste con cannabis, ¿los efectos positivos fueron inmediatos?
Tardamos en encontrar la dosis para mí, los médicos tienen que ver con qué medicación llegás y evaluar cómo ir sacándola de a poco. Es un proceso, no es algo instantáneo. El funcionamiento de cada cosa es diferente. Con las pastillas que me daban tenía que estar atenta cuando aparecía algún dolor de cabeza y detectar que estaba a punto de desarrollar una migraña. Si la tomaba en ese instante, antes de que empezara, la controlaba. Pero si la tomaba después, no hacía efecto. Con el cannabis es distinto porque intenta atacar la causa, bajar la ansiedad. No es que te tomás las gotitas y ya está. Hay que tener una continuidad. La vaporización también, me ayuda cuando estoy muy acelerada porque ahí sí que el efecto es en el momento.
“El cannabis es una planta que no hace daño. ¿cómo puede ser que, si alguien no cultiva, no pueda conseguir una flor a una farmacia?”
¿Cuál es tu dosis adecuada?
Las migrañas se me fueron el año pasado después de llegar a la dosis indicada, con el seguimiento de mi médica. Ahora tomo tres veces por semana a la mañana, al mediodía y a la noche. Cada vez, dos o tres gotitas. Y la vaporización es solo cuando la necesito.
¿Dónde conseguís el cannabis?
Mi pareja es la que cultiva y produce: hace aceite, cremas y ahora, además, con las hojas de la manicura mezcladas con alcohol está haciendo una emulsión que sirve para frotarte en los músculos cuando tenés dolores. Logramos tener una cepa regular porque aprovechamos las propias semillas. Teniendo las plantas en casa ayuda porque uno tiene más tiempo de ir probando. Pero es cuestión de paciencia todo. Mi sobrino, hace poco, nos preguntaba cuándo íbamos a cosechar. Cuando le dijimos que en mayo se sorprendió porque le parecía que era un montón. El tema acá es entender que es un proceso distinto a ir a una farmacia a comprar un medicamento y ya.
¿Encontraste algún tipo de prejuicio en tu entorno?
No. Mis padres incluso han tomado, pero dicen que no les hace nada. Lo que pasa es que toman unas veinte pastillas por día y no le dan el tiempo que requiere. Igual, sí usan las cremas para los dolores musculares o articulares. Mi pareja también consume para relajar.
¿Qué le dirías a las personas que todavía tienen cierta desconfianza?
Hace poco miraba una historieta donde dos mujeres grandes estaban conversando. Una le recomendaba a la otra cannabis y la otra respondía: “No, yo drogas no quiero”, a lo que la primera le preguntaba: “¿Y todas las pastillas que estás tomando?”. La gente tiene la idea de que lo que venden las farmacias no son drogas, pero esos lugares en realidad se llaman “droguerías”. El cannabis es una planta, no te va a hacer daño. ¿Cómo puede ser que no podamos ir a comprar una flor a una farmacia? De a poco avanza la cuestión legal y me doy cuenta de que la juventud está cambiando la mirada. Hay una falta de información muy importante y creo que de ahí viene la desconfianza que todavía existe.
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