Andressa Runi Shanenawa es enfermera y está completando su formación como pajé, rol de sanadora tradicional, en su aldea “Mora Nova”, en el estado amazónico de Acre, en Brasil. Allí quiere construir una “Farmacia Viva”, un espacio donde se puedan acopiar y distribuir medicinas hechas en base a saberes tradicionales con plantas medicinales.
A los doce años, Andressa Runi Shanenawa fue plenamente consciente de que su abuela, que hoy tiene 85 años, portaba un don de curar. No sólo la vio curando a otras personas de su comunidad shanenawa, en la aldea “Mora Nova” de la Amazonia brasilera. Lo supo desde su propia vivencia, cuando dejó de percibir una especia de carne crecida en su nariz y pararon los sangrados que tenía después de aspirar rapé. El tratamiento fue con hierbas que tomó de una zona cercana a su casa y que luego cocinó para preparar unas compresas, que lograron darle fin a su dolencia.
“En un momento la miré. Y percibí que me estaba curando. Y cuando aspiré rapé de nuevo no me salió más sangre”, cuenta hoy via Zoom Andressa desde la aldea del estado de Acre, donde creció viendo a su abuela Runi ejerciendo el rol de pajé medicinal. Y de donde salió, hacia la ciudad de Rio Branco, para estudiar Enfermería, con el fin de complementar saberes tradicionales de cura con las formas más occidentales de concebir la salud.
Desde esa integración de mundos concibió la idea de crear una “Farmacia Viva”: una casa de salud donde los 800 habitantes de la comunidad tuviesen acceso constante a medicinas elaboraras con plantas. Y que, a la vez, funcionase como un reservorio de cultura tradicional.
– ¿Podés explicar el proyecto?
– La idea fue montar aquí una casa, donde podamos guardar todas las botellas con nuestras medicinas. Vemos que nuestra población está creciendo. Y cada vez están derribando los montes cercanos, para hacer casas o plantar legumbres. Como las plantas medicinales terminan estando cada vez más lejos, mi abuela tiene ya que andar dos horas para buscar las plantas, volver y preparar las medicinas. Eso puede ser muy tarde. En cambio, si podemos guardar nuestras botellas, si precisás una para alguien que tiene dolor de cabeza, se la podés dar.
Y también vamos a trabajar con la educación, dar charlas sobre nuestra medicina, para que la juventud entienda para qué sirve cada planta. Estamos recaudando dinero, aún no pudimos conseguir hacer la casa, pero estamos trabajando con el vivero. Estamos limpiando la floresta, dejando árboles para dar sombra y frutos. Preparamos el suelo para plantar las medicinas. Vamos a hacer búsquedas, demorando hasta cinco días, para traer plantas valiosas, que estarán ahora cerca de donde será la casa.
Están derribando los montes cercanos para hacer casas o plantar legumbres. Como las plantas medicinales terminan estando cada vez más lejos, mi abuela tiene que andar dos horas para buscar las plantas, volver y preparar las medicinas. Eso puede ser muy tarde.
Y vamos a juntarnos con otras personas, por fuera de la comunidad, que saben de plantas medicinales, para que nos enseñen. Porque no queremos solamente plantar medicina shaninawa, sino otras medicinas también.
– ¿Como siente la comunidad el proyecto?
– En el primer momento, las personas se sorprendieron mucho, se preguntaban si funcionaría. Aquí tenían ceremonias con ayahuasca y rapé. Pero estábamos precisando valorizarnos. Porque no tiene sentido aspirar rapé y no tener aquí la medicina. No tiene sentido tomar ayahuasca y no plantar un árbol de cipó. Las personas gustaron mucho del proyecto, me apoyaron. Están con esa expectativa aquí. Y buscamos unirnos a otras personas, que puedan ayudarnos. Tenemos mucha ansiedad de que esa “farmacia viva” esté en pie.
– ¿Que están plantando ya?
– Son diversas plantas, más de 350 plantas medicinales ya hay aquí en la comunidad. Las principales son para baños, para sacar toda la energía negativa, para dolor de cabeza, para cáncer, para próstata, dolor de estómago, úlcera, dolor de dientes. También para hacer dieta, para aprender a cantar mejor, para aprender los diseños shaninawa.
– ¿Cuál es la concepción de “cura” en la tradición de tu pueblo?
– Esa cuestión de la cura. Todo el tiempo estamos tomando medicina: nuestros tés, las defumaciones que hacemos. En la medicina occidental, la gente toma una cápsula, el dolor de cabeza pasa, pero después le da dolor de estómago. Pero con nuestro té, no pasa eso, porque es algo natural. Así como se toma comunmente la vitamina C, nosotros tomamos nuestros tés, todos los días. Así como hay cócteles para estar más fuertes, también tenemos los nuestros. Tenemos purgantes, que limpian todo, hasta el cáncer, que lo vomitás. Entonces, todos los días buscamos la cura natural. Pero respetando a la naturaleza, respetando las medicinas. Y aquí las pajés son bibliotecas vivas de nuestras comunidades. Hay que darles valor, tenemos que aprovecharlas.
– ¿Cómo guardan esos saberes? No es sólo cultura oral, ¿es así?
– Aquí ya hay gente estudiando para ser pajés. Tenemos algunos libros, algunas grabaciones con sus palabras. Pero precisamos elementos técnicos, para poder grabarles bien y poder llamar a las crianzas de la escuela para poder pasar ese conocimiento en la pantalla. También tenemos aquí libros shaninawa, además de muchas grabaciones y cosas anotadas en cuadernos. Queremos dejar guardado el conocimiento, para futuras generaciones. Porque ya hemos perdido muchos ancianos que se llevaron con ellos el conocimiento. Y queremos usar la tecnologia a nuestro favor, para dejar esos registros.
– En cuanto a la medicina occidental, ¿la comunidad no ha sido invadida con conceptos y formas de curación lejanos a los de su cultura?
– Mismo viviendo cerca de la ciudad, buscamos la medicina occidental sólo en los últimos momentos. Nuestra relación con nuestra medicina siempre fue viva. En cada casa hay una hojita que sirve para el vómito o para algún dolor. Siempre buscamos primero el té, el baño de hierbas u otras medicinas. Sólo después vamos a la ciudad.
– ¿Te estás formando como paje?
– Estoy en ese estudio. Debería haberme formado ya, pero fui en busca de otro conocimiento. Ahora, en la comunidad, estoy estudiando sobre hierbas medicinales, los cantos, los rapé. Estoy retornando. Porque en realidad no elegimos ser pajé, ese don ya vino conmigo. Yo siento, veo la hora que es para curar, pero aún necesito de mucho estudio, para poder fortalecerme.
– ¿Qué opinás del momento actual de expansión de las medicinas originarias?
– Estoy viendo a muchas personas usando a las medicinas indígenas de forma errada. El capitalismo está llenando la cabeza de esas personas, que toman ayahuasca una vez y ya dicen que son pajé. Van a una aldea, hacen un ritual, se ponen una vestimenta ceremonial y ya sirven la medicina. Pero no es así.
Nuestra relación con nuestra medicina siempre fue viva. En cada casa hay una hojita que sirve para el vómito o para algún dolor. Siempre buscamos primero el té, el baño de hierbas u otras medicinas.
Una cosa que he aprendido aquí en la comunidad, es que no estás jugando. No estás sólo tomando un té. El ayahuasca es una persona dentro tuyo, un segundo dios. Cuando estás usando esas medicinas, ellas te van a cobrar, es como pasa en la vida, que hay consecuencias para lo que uno hace. Podés servir medicina dos o tres años, decir que sos pajé, pero un día el ayahuasca va a decir “Es hasta acá”. Ahí la persona se enferma. O se vuelve loca.
Los pueblos originarios estamos reuniéndonos, para poder combatir a esas personas que están usando la medicina de manera errada, sin permiso de nadie. Tengan cuidado con las medicinas, procuren saber de dónde vienen, quién las está haciendo. Si compran rapé, háganlo en una aldea, hablen con los pajés, busquen saber más, porque pueden morir.
Usen las medicinas de las propias aldeas, que están intentando sustentarse con los rituales. Pero la ayahuasca no se se vende. Es la medicina que dios nos dejé encima de la tierra. No es un medio de sustentabilidad. No es capitalismo para nosotros. Eso es lo que veo que está pasando. Y no son pocas personas. Está pasando en todo el mundo.
– Y no cualquiera es pajé…
– El pajé ya viene con el don. Dentro de las comunidades trabajamos con las personas que vienen con ese don. No se lo hace con cualquier persona que quiera convertirse.