La mosca blanca es un insecto alado de color blanco, como su nombre lo indica, muy minúsculo: de aproximadamente unos 0,2 mm de tamaño. Se suele encontrar en el envés de las hojas, por lo que es necesario revisar bien las plantas para advertir su presencia.
La mosca blanca es muy común que aparezca con el calor y la humedad del pleno verano.
En cuanto a condiciones ambientales, prolifera con temperaturas mayores a los 20 °C y una humedad relativa alta, por lo que es muy común que aparezca con el calor y la humedad del pleno verano.
Con su aparato bucal, estos insectos succionan los fluidos de las plantas, que pierden vigor, al tiempo que las hojas afectadas amarillean y se marchitan.
Prevención y control de mosca blanca
La prevención en este tipo de plagas es fundamental. Remover las partes bajas de la planta ayuda a mejorar la circulación de aire, mientras que la limpieza de la zona de cultivo es fundamental, ya que muchas veces los insectos se encuentran en la hojarasca.
Para prevenir su aparición podemos usar preparados ecológicos, como el aceite de neem y el jabón potásico, que también suelen ser muy útiles para combatir esta plaga aumentando la dosis y la frecuencia de aplicación a hasta tres veces por semana. La tierra de diatomeas también resulta útil contra estos insectos.
Por otro lado, se pueden aplicar trampas cromáticas amarillas entre las plantas para detectar la presencia temprana de mosca blanca antes de que se transforme en plaga. Son cartulinas pegajosas de color amarillo que atraen a este tipo de insectos.