No hay radar más afinado que el olfato de un perro. Al menos en lo que a sustancias ilegales respecta, ningún oficial de la ley puede competir con los instintos de un can. Es por eso que los perros, tan queridos por las mayorías, son el terror de muchos cuando trabajan para la policía.
Sin embargo, los perros no pueden especificar qué tipo de sustancia es la que encontraron. Huelen y ladran llegado el caso, pero no más. Eso se transformó en un problema en los lugares donde el cannabis ya no está prohibido. De hecho, son muchos los procedimientos policiales que son considerados inválidos.
En Colorado, la Justicia determinó que mientras no puede especificarse qué tipo de droga está en juego, por más que los perros ladren, la policía no puede desarmar un auto, dado que si se tratase de cannabis -legal en ese estado- estaría directamente el derecho a la privacidad de las personas. Sería, en tal caso, como detener a una persona y registrar su auto por una gaseosa.
La solución implica una cambio central en el entrenamiento de los animales: a partir de ahora, los peludos agentes de la ley deberán ser educados para ignorar el cannabis y, de esta manera, alertar a los uniformados sólo cuando se trate de sustancias prohibidas. La experiencia ya ha comenzado en el condado de Weld, pero promete extenderse por todo el estado.
Es claro, hasta que los perros no hablen, habrá que educarlos en la tolerancia.