Durante años la prohibición instaló la idea de que la ilegalidad era la mejor forma de tratar el cannabis. Sin embargo, al terminar el primer día de venta legal de marihuana en Uruguay no se registraron incidentes entre personas bajo los efectos del THC, ni bandas criminales enfrentadas, ni un colapso de las estructuras del Estado. Al contrario, todo transcurrió bajo la más absoluta calma.
Hoy en los canales de noticias de Uruguay los cronistas entrevistaban ciudadanos y ciudadanas haciendo cola en las farmacias para obtener sus primeros gramos de cannabis legal antes de ir al trabajo. Algo tan simple implica un cambio cultural rotundo. “Muchos estaban probablemente saliendo de la invisibilidad, mostrando que el cannabis es una de las tantas sustancias que las personas incorporan a su vida cotidiana con fines diversos”, explicaron a THC desde Proderechos, una sociedad civil clave en el proceso de regulación desde sus inicios.
Las cuatro farmacias habilitadas en Montevideo para la venta tuvieron cola para la compra, y una de ellas se quedó sin stock a la mitad del día [Foto]. “Todo se vivió con mucha curiosidad y entusiasmo”, aseguran las voces de Proderechos. “El tema estuvo en la boca de todos, en los trabajos, entre amigas y vecinos, hoy claramente el tema se instala, preguntas no faltan, el camino recién empieza, pero se vivió como un día histórico”.
“La respuesta de los usuarios ha sido muy buena, ya tenemos 6900 personas registradas como autocultivadores, unos 60 clubes en funcionamiento y a su vez 4900 personas registradas para la compra en las farmacias”, explicó a THC Sebastián Sabini, legislador del Frente Amplio que desde la cámara de representantes impulsó la regulación sancionada en 2013.
¿Se trata sólo de reconocer las libertades individuales? Como expresó Proderechos en un comunicado: “Esta ley, nuestra ley, va mucho más allá de la libertad individual de prender un porro”. En conversación con THC miembros de la organización destacaron que la regulación, al poner punto final a la prohibición, “tiene como objetivos declarados mejorar la convivencia, la seguridad pública y la salud de los usuarios y usuarias, pero esta vez sin recurrir a medidas punitivas”.
Por supuesto, hubo críticas. La principal apuntó a los bajos porcentajes de THC presente en las dos variedades estatales, que no superan el 2%. Las autoridades uruguayas parecen haber tomado nota. Según Sabini, “el Instituto de Regulación y Control del Cannabis ha planteado que se comienza con estas variedades, que son de baja concentración de THC y que en breve se van a ofrecer variedades con mayor psicoactividad”. El motivo: “es parte de la necesidad que existe cuando se regula un mercado, con usuarios que tienen diferentes gustos”.