Hoy, mientras en Argentina se celebra el día de la bandera, pocos recuerdan otro de los grandes aportes de su creador, Manuel Belgrano.
Es que “el padre de la bandera”, además de ser uno de los gestores de la independencia rioplatense fue también uno de los primeros y más fervientes defensores del cáñamo industrial en nuestro continente.
Tiempo antes de la revolución, cuando cumplía funciones como secretario perpetuo del Consulado de Comercio en el Virreinato redactó un documento titulado “Utilidades que resultarán a esta provincia y a la Península del cultivo de lino y cáñamo” que pretendía impulsar el cultivo de la planta en el territorio.
Allí afirmaba que “los tejidos de cáñamo serían una fuente
de riqueza para la nación”. Además redactó un manual para su cultivo que la Revista THC publicó en su número 16 (junio, 2009).
Actualmente la industria cañamera es una de las que más proyección tienen en países como Canadá, Estados Unidos y varias naciones europeas y es, para muchos especialistas, un cultivo que, más allá de sus usos textiles, puede revolucionar la industria de la construcción y de los alimentos a bajos costos y cuidando el medioambiente.