Recuperar la verdadera naturaleza del cannabis, crecido al aire libre y sin límite para sus raíces. Esa es la meta de la organización Sun+Earth, que promueve un nuevo enfoque para la industria del cannabis, ético, sustentable y con mirada al futuro. Su plan: crear una certificación orgánica para el cannabis legal.
Legalización y medioambiente
Las regulaciones en distintos lugares del mundo crearon la vuelta del cannabis a la naturaleza. Después de años entreverado en los montes o escondidos bajo techo, los cultivos al aire libre volvieron a ocupar hectáreas y hectáreas.
Sin embargo, también se multiplicaron los cultivos intensivos, con aplicaciones de fertilizantes y pesticidas artificiales, imitando las técnicas de agricultura que aceleraron varios procesos que hoy son problemas gigantes, como por ejemplo la contaminación del agua.
La certificación orgánica del cannabis legal también busca garantizar las condiciones laborales de quienes son contratados por los productores, un tema delicado en todo proceso agropecuario
Si bien el cannabis, incluso cultivado a gran escala, está lejos de generar esos problemas y no existen “cannabis transgénico”, cuanto más rápido se accione para evitar que se reproduzcan prácticas dañinas para el medioambiente, mejor.
Certificar lo orgánico
Por esa razón la organización Sun+Earth creó una certificación para productores de Cannabis enfocados en técnicas sustentables y regenerativas, con un riguroso criterio de aprobación para garantizar que el cannabis certificado fue cultivado siguiendo prácticas que aseguren una perdurabilidad del medio ambiente por sobre todas las cosas.
La ecuación es simple: según la organización, los cultivos en interior utilizan hasta 18 veces más electricidad y tienen una huella de carbono casi 25 veces mayor que las granjas al aire libre.
Desde 2019 Sun+Earth lleva certificados 42 productores en seis estados norteamericanos, haciendo accesible el proceso financiando la certificación y aportando capacitación y asistencia técnica a productores interesados en volcarse a prácticas agrícolas sustentables.
Además de la calidad orgánica del cannabis, la certificación busca garantizar las condiciones laborales de quienes son contratados por los productores, un tema delicado en una industria que recién empieza la transición a la legalidad.