A todos nos ganó la ansiedad en la entrada a flora y con el afán de querer llevar la productividad al máximo nivel, nos pasamos de nutrientes. En cuanto a fertilización tenemos que acodarnos siempre que menos es más.
Problemas de exceso
La sobrefertilización produce un estrés importantísimo en nuestras plantas, tanto que podría matarlas. De sobrevivir y no hacer nada para resolver el problema, tendremos cogollos prácticamente imposibles de consumir.
Independientemente del fertilizante que estemos usando tenemos que tener en claro que cualquiera de ellos puede ser aplicado de forma excesiva, lo que cambia es la rapidez y las cantidades necesarias para que se generen consecuencias negativas para las plantas.
Solemos darnos cuenta que esto sucede, cuando vemos cualquier cambio abrupto en las hojas de la planta: quemaduras, marchitamiento, cambio de coloración, la típica “hoja garra” y muchas otras cosas más que nos resultarán raras para el común del desarrollo.
La sobrefertilización puede darnos por ejemplo mayor sensibilidad a plagas: cuando hay un exceso de nitrógeno, existen más cantidad de aminoácidos libres en las hojas que las hacen mucho más tentadoras para los depredadores. Por qué: porque ahora para alimentarse deben hacer menos esfuerzo.
Esto puede suceder incluso en momentos donde no evidenciamos ningún daño en las hojas relacionado al exceso, pero sin lugar a dudas no deja de constituir un riesgo.
Cómo resolver un exceso de nutrientes
Por suerte, es algo que podemos evitar de forma muy sencilla: no siendo ansiosos y, en caso de aplicar productos comerciales, leer con detenimiento las etiquetas para ver la dosis y frecuencia de aplicación.
Ante cualquier duda, siempre es preferible ir por menos cantidad. En caso de que no veamos efectos, simplemente agregamos lo que corresponda en la próxima aplicación.
Si en cambio, ya corremos con la mala suerte de que estemos transitando una sobrefertilización debemos suspender el abonado y cuidar las condiciones del agua: evitamos el sobrerriego y fundamental que sea sin cloro.
Para los casos más severos donde ya esté gran parte de la planta comprometida o con signos muy agudos podemos usar lavadores de raices, según indique la etiqueta del mismo.
En caso de no tener acceso a esos productos, podemos lavar raíces aplicando agua en proporción 3/1 respecto al tamaño de la maceta. Por ejemplo, si la maceta es de 20 litros, tendremos que usar 60 litros de agua para el lavado. Es necesario tomarse el tiempo necesario para hacerlo para garantizar un buen drenaje y evitar que se generen charcos arriba del sustrato que pueden perjudicar más la situación.