Nunca abandonó su independencia. Parte de esa forma de entender la música hizo que la obra de Gustavo Pena, El Príncipe, se transformase en objeto de culto. Desde los 80s, su trabajo y su carisma cautivó a muchos de los que escucharon sus canciones y lo vieron en acción.
Su forma de componer, atravesada por el jazz y la bossa nova va de la mano de letras simples y directas, con ciertas dosis de humor en el que sobrevuela una fragancia inconfundible.
Cuenta su hija, Eli-u, que para superar las barreras generacionales su padre hizo uso de una didáctica delicadísima: luego de los reparos que tuvo para compartir su gusto por la planta con ella, le dejó un armado encendido en una de esas inconfundibles verjas uruguayas. “Para que no me acusen de suministro”, dijo al pasar.
“Hash”, es quizás su mayor celebración del cannabis: “En nuestra granja, ¿qué es lo que hay? / Pato, gallina, chancho, vaca y además… mucho hash. / Preti beibi, mucho hash, mucho hash. / ¡En nuestra granja estamos todos en paz!”.
Falleció en 2004. La historia le proveyó una reconfortante dosis de justicia: su canción “Pensamiento de Caracol” forma parte del cancionero escolar del Uruguay.
Aquí, El Prínicipe tocando:
https://www.youtube.com/watch?v=cVlBwhtnxpY&list=PL803F587F798CE36F