La forma más habitual de consumir cannabis es fumándolo. Sin embargo, fumar es la vía de administración que más daños puede causar en el organismo, no debido a la sustancia en sí, sino a los gases de la combustión y al calor del humo. Por eso, es preciso conocer algunas formas de reducir los riesgos y daños de esta práctica:
– Sedas: Para amar es conveniente usar un papel lo más fino posible y en poca cantidad. Tratar de evitar los que están coloreados con tinta.
– Boquillas: Es aconsejable hacerlos con cartones sin tinta ni plásticos. Cuanto más larga sea, más enfriará el humo antes de ingresar al tracto respiratorio, disminuyendo la irritación. Además aleja la brasa de la boca, evitando posibles quemaduras.
– Filtros de cigarrillo: Reducen el paso del alquitrán, pero no de todas las sustancias tóxicas de la combustión. Al mismo tiempo retiene varios de los componentes activos del cannabis.
– Inhalación: No es necesario mantener el humo demasiado tiempo. Unos pocos segundos bastan para absorber el 95% del THC. El resto del tiempo es sólo exposición dañina al humo.
– Quemaduras: En caso de quemaduras se aconseja lavar la zona lo más rápido posible y colocarse agua fría y hielo para limitar el avance de la lesión. El uso de alcohol para tratar una quemadura empeora los síntomas.
– Usuarios medicinales: En el caso de quienes usan el cannabis con fines terapéuticos, usualmente se recomiendan otras vías de administración como la vaporización, el uso de aceites o extractos, o bien la ingesta.