Una familia cannábica: Diana Ancina tiene 64 años, es usuaria terapéutica de cannabis por artritis reumatoide, socia de Cannabis Medicinal Río Negro.
Diana cultiva sus propias plantas junto a su hija Karen Villamayor, que es médica con capacitación en endocannabinología. Ella es la encargada del acompañamiento médico de su mamá en el tratamiento a base de cannabis y sus derivados.
“Acompañar a mi mamá en una terapia cannábica es un aprendizaje mutuo y una construcción constante en conocimiento”, nos cuenta.
“El cannabis te permite empoderarte, ir conociendo los principios activos que tiene, cuáles son sus cannabinoides, para qué momento sirven e ir regulando el tema de la dosificación”, profundiza Karen.
Nuevos roles
La profesional es consciente de cómo el cannabis reperfila los roles clásicos entre médica y paciente. “No es lo mismo que un médico te diga tomate un analgésico cada 12 horas y evaluamos. Esto permite, un empoderamiento mayor y una relación más afianzada con mi mamá, a pesar de que estamos unidas desde siempre”.
Diana es usuaria de aceite de cannabis desde el 2017 y la familia entera fue testigo del cambio radical que tuvo en su día a día: “Mi mamá tomaba analgésicos todos los días, cada 12 horas”, recuerda Karen.
Y destaca: “Si bien no tuvo problemas, venía con un consumo diario crónico, por lo cual en el cannabis encontró la salida de los analgésicos para comenzar su terapia analgésica con cannabis. Tuvo una muy buena respuesta”.
“En el año 99 me diagnosticaron artritis y pasé por todo. Ahora van a hacer 21 años de que tengo esto. Pero con el cannabis, a los 10 días de empezar, ya me reguló la presión arterial”, cuenta Diana.
“Toda mi familia me acompaña, pero es muy lindo tener una hija médica que te acompañe en la terapia de cannabis”, cuenta Diana, orgullosa y feliz por el cambio que sintió en su calidad de vida.
“En el año 99 me diagnosticaron artritis y pasé por todo. Ahora van a hacer 21 años de que tengo esto. Pero con el cannabis, a los 10 días de empezar, ya me reguló la presión arterial”, nos cuenta.
Además el uso de cannabis le permitió regular el uso de otros medicamentos. “Tomaba 20 miligramos de enalapril por día y comencé a bajar la dosis. Llegó un momento que prácticamente dejé de usarlo con tanta continuidad. También bajé el diclofenac. Ahora le pongo fecha cuando empiezo una caja y me dura varios meses. Dejé calmantes que me arruinaron el estómago y mis últimos análisis de artritis me dieron muy bien”, detalla Diana.
Adiós a los prejuicios
Esta decisión de Diana de tratarse con cannabis rompió prejuicios en la misma familia e incluso en ella misma.
“Yo tenía que sacarme algunos prejuicios sobre el cannabis. Esto lo conversé con mi esposo, con mi familia y les dije que iba a llamar a la agrupación Cannabis Medicinal Río Negro para saber si era para mí o no”, recuerda.
“No es lo mismo que un médico te diga tomate un analgésico cada 12 horas y evaluamos. El cannabis permite un empoderamiento mayor y una relación más afianzada con mi mamá”, nos explica Karen, médica e hija de Diana
“Mi esposo no estaba convencido, pero le dije: ‘mirá, si me hace bien, lo voy a empezar’. Después de que me evaluó una doctora, en noviembre de 2017, empecé con cannabis”, cuenta Diana.
En la agrupación rionegrina le dieron una mano a la familia, pero con el compromiso de que se interioricen en el cultivo y comiencen a plantar sus propias plantas.
Después de ver cómo se llevaba adelante la siembra de cannabis, Diana y Karen metieron las manos en la tierra y obtuvieron sus primeras cosechas.
“Cuando cultivamos las primeras plantas yo no estaba tan comprometida, pero en esta segunda cosecha, estuve en todos los procesos y es tan linda esa terapia”, nos dice Diana.
“Comenzamos a cultivar en 2019 y en el 2020, tuvimos la primera cosecha en indoor. Este año tuvimos un cultivo exterior y nos fue mucho mejor”, admite Karen.
Ahora, el cultivo también se transformó en parte de la terapia: “Las primeras plantas que cultivamos, yo no estaba tan comprometida con la planta, pero en esta segunda cosecha, estuve en todos los procesos y es tan linda esa terapia”, dice Diana.
Y su hija Karen afirma esta idea: “No solo es una terapia el tomar cannabis todos los días, también lo es el proceso de germinar, mantener, cuidar, el contacto con la tierra y lo vegetal”.