El mercado internacional del cannabis nunca ha dejado de existir y la planta siempre logró emigrar de un país a otro.
Tanto en las antiguas civilizaciones asiáticas, en las que el cáñamo era uno de los bienes primordiales del comercio; como en la actualidad, donde el cannabis cruza fronteras ilegalmente desde hace décadas.
La novedad es que, después de años de clandestinidad, el comercio internacional de cannabis se vuelve legal, a medida que los países avanzan en las regulaciones.
Lo paradójico del nuevo esquema de negocios es que algunas de las naciones que dominan el mercado fueron las más influyentes en la prohibición y en expandir la Guerra contra las Drogas.
El esquema actual supone un riesgo: seguir reproduciendo la lógica en la que regiones menos desarrolladas industrialmente como Latinoamérica, cultivan la materia vegetal que es exportada a los países industrializados que hacen con ella derivados.
Incluso, varios de estos países instalan sus cultivos en otros territorios lejanos y luego compran la materia prima para elaborar productos con valor agregado, como aceites o extracciones.
El escenario global de una industria del cannabis parace no tener techo. De eso tomó nota el gobierno argentino que la semana pasada presentó el proyecto de ley oficial que busca regular la producción del cannabis medicinal y cáñamo industrial en un contexto donde aún no se encuentra en debate la regulación total del cannabis.
En términos estrictamente económicos, el avance puede resultar en una alternativa real para la economía argentina: el país tiene sobradas capacidades agrícolas y la tecnología necesaria para elaborar productos con valor agregado. Y el entusiasmo oficial por la generación de exportaciones que permitan en ingreso de divisas es manifiesto.
Sin embargo, el joven esquema internacional supone un riesgo: seguir reproduciendo la lógica en la que regiones menos desarrolladas industrialmente como Latinoamérica, cultivan la materia vegetal que es exportada a los países industrializados que hacen con ella derivados.
De tomarse nota de esta realidad mundial y las propias prácticas locales, el cannabis podría ser una oportunidad transformadora a nivel productivo. De no hacerlo, como las evidencias lo muestran, podría transformarse en una rama más del conocido modelo agroexportador.
De Colombia a Canadá
Uno de los países más importante del mercado internacional del cannabis es Canadá. Durante el año pasado, la nación del norte logró triplicar las exportaciones de cannabis, en comparación al período anterior.
En total, Canadá vendió flores y aceites medicinales por US$ 2.6 mil millones de dólares, según los datos oficiales de Health Canadá. Un informe realizado por Prohibition Partners, al que accedió THC, revela que su principal comprador es Israel, con el 63% de las exportaciones. Luego, le sigue Alemania con el 28%.
El costo de producción de un gramo de flor de cannabis en Colombia llega a 0,5-0,8 centavos de dólar, contra más de 2 dólares en Canadá
Sin embargo, la gran mayoría de la producción que utiliza Canadá proviene de Colombia, país que tiene una amplia ventaja de condiciones climáticas para el cultivo, ya que en el país del norte son varios los meses con temperaturas bajo cero.
La otra “ventaja competitiva” de Colombia no es sólo su ubicación geográfica, sino que la mano de obra es considerablemente más barata.
En dólares estadounidenses el salario mínimo colombiano no llega a los 300, mientras que en Canadá está cerca de los 2mil.
El costo de producción de un gramo de flor de cannabis en Colombia llega a 0,5-0,8 centavos de dólar, contra más de 2 dólares en Canadá, según un informe del periodista y politólogo Nicolás Martínez Rivera, en 2019.
Se proyecta que para 2025 el cannabis mueva un total de US$ 169 mil millones. Para tomar dimensión, este monto significa el mismo presupuesto que este año el Presidente Joe Biden destinará para transporte público y trenes, según su plan para rescatar la economía.
En este sentido, en Colombia el negocio parece no tener techo. Según la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis (ASOCOLCANNA), el año pasado cerró con US$ 5.6 millones en exportación de flores secas y, en menor medida, extracciones. Esto significa un 1.555% de crecimiento con respecto a 2019.
Pero hay algunos que prevén que el cannabis supere a la industria del cacao, un rubro clave en la economía colombiana. Así lo estimó la consultora Fedesarrollo, que calcula que para la próxima década las ganancias superarán los US$ 2.700 millones.
Camilo Villalba, uno de los directivos de ASOCOLCANNA, detalla que las exportaciones colombianas de cannabis tuvieron como principal destino los Estados Unidos, con el 59% de la producción.
El costo de producción de un gramo de flor de cannabis en Colombia llega a 0,5-0,8 centavos de dólar, contra más de 2 dólares en Canadá, según un informe del periodista y politólogo Nicolás Martínez Rivera, en 2019.
Luego, le sigue Reino Unido, Australia y, en menor medida, Suiza. Villalba espera para los próximos años un monto de exportaciones superior a los US$ 100 millones, a partir de un informe que realizó el conglomerado de compañías.
“Estamos trabajando en potenciales mejoras de la ley”, dice Villalba para lograr su objetivo de crecimiento económico.
El granero uruguayo
Según las estadísticas oficiales, el año pasado ingresaron a Uruguay US$ 7 millones por el comercio exterior de la planta. Se trata de un primer paso para la economía de país oriental.
Uno de los principales destinos del cannabis uruguayo es Suiza, donde el año pasado se vendieron 524 kilos con bajo contenido de THC, por unos US$ 104 mil. Luego, el país europeo utiliza esta materia prima para producir el medicamento que luego vende, tanto dentro de sus fronteras como en otros países.
Uno de los principales destinos del cannabis uruguayo es Suiza, donde el año pasado se vendieron 524 kilos con bajo contenido de THC, por unos US$ 104 mil. Luego, el país europeo utiliza esta materia prima para producir el medicamento que luego vende
“Lo que es considerado medicina en Uruguay, no lo es en otros países. Pero lo que es considerado medicina en Suiza, lo es en todo el mundo”, le dice a THC Marco Algorta, Presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal en Uruguay, quien reclama que se amplíen las licencias del rubro para potenciar el comercio internacional.
Según Algorta, el año pasado Uruguay exportó US$ 300 mil en medicamentos hacia Brasil, Argentina y Perú. Mientras que en flores secas comercializó unos US$ 4 millones a Portugal y Alemania.
De hecho, uno de los principales compradores de cannabis del mundo es Alemania. El año pasado, el país europeo compró más de nueve mil kilos de flores para uso medicinal, convirtiéndose en el importador más importante del continente.
Esto significó un 36% más que el año anterior, según datos del Instituto Federal de Medicamentos y Productos Sanitarios. En total, Alemania invirtió más de 120 millones de euros en 2020. Recién este año, los germanos iniciaron sus primeros cultivos de cannabis.
Estados Unidos mira hacia adentro
Otro de los países fuertes en la industria del cannabis es Estados Unidos, el principal exportador de la política prohibicionista. Sin embargo, el comercio no para de crecer en el país del norte.
“Lo que es considerado medicina en Uruguay, no lo es en otros países. Pero lo que es considerado medicina en Suiza, lo es en todo el mundo”, dice Marco Algorta, Presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal en Uruguay
Según un informe de MJ Biz Daily, se proyecta que para 2025 el cannabis mueva un total de US$ 169 mil millones. Para tomar dimensión, este monto significa el mismo presupuesto que este año el Presidente Joe Biden destinará para transporte público y trenes, según su plan para rescatar la economía.
Con una larga tradición de cultivo y un veloz desarrollo en los últimos diez años, Estados Unidos tiene el foco puesto en el consumo interno de cannabis y no en la exportación.
De hecho, la industria cannábica es el rubro que mejor paga y más empleo genera, según un informe realizado por la consultora Leafly.