Hace ochos años, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en legalizar el cannabis para todos sus usos. Con el tiempo, las tierras charrúas se llenaron de cultivos y el país se volvió en un pionero en el comercio internacional de la planta.
Sin embargo, hoy corre riesgo en convertirse en el “granero cannábico del mundo” y ser un simple proveedor de materia prima.
Aunque el país vecino ya exportó a Suiza alrededor de US$ 104 mil de flores secas de cáñamo, con un porcentaje de THC inferior al 1%, durante el año pasado y también hay laboratorios radicados que venden el aceite medicinal en las farmacias, sucede algo insólito: las únicas dos empresas habilitadas a comercializar el aceite de cannabis no utilizan flores ni extracciones uruguayas. Se tratan de Medic Plast y Caillon & Hamonet SACI.
Según pudo confirmar THC, el aceite medicinal que se compra en las farmacias uruguayas importa la materia prima desde Suiza. Precisamente, se trata del mismo país que para Uruguay significa su principal comprador de flores.
Uruguay exporta cannabis a Europa, pero las únicas dos empresas habilitadas a comercializar el aceite de cannabis en ese país no utilizan flores ni extracciones uruguayas
Marco Algorta, Presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal del Uruguay, le explica a THC que el procedimiento para llevar los productos a las farmacias es “carísimo y difícil”.
Entre las complicaciones que tienen las compañías uruguayas para ubicar sus productos en las farmacias locales, Algorta cuenta que la principal barrera es la falta de acceso a las certificaciones internacionales que Suiza tiene, pero Uruguay no.
El dominio de los sellos
Para comercializar de forma industrial el aceite de cannabis, el producto debe contar con la certificación GMP (Buenas Prácticas de Fabricación, por sus siglas en inglés), que son otorgadas principalmente por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y otras entidades encargadas de inspeccionar los productos.
Además, para que una compañía pueda comercializar un producto en Uruguay se necesitan realizar trámites locales como el otorgamiento de la licencia del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) y la aprobación del Ministerio de Salud Pública. Sin embargo, la principal barrera se encuentra en la certificación internacional.
Para comercializar de forma industrial el aceite de cannabis, el producto debe contar con la certificación GMP (Buenas Prácticas de Fabricación, por sus siglas en inglés), que son otorgadas principalmente por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y otras entidades encargadas de inspeccionar los productos.
La empresa CPlant fue la primera de Uruguay en exportar cáñamo uruguayo. La transacción fue por 524 kilos de flores secas, a un valor de US$ 200 el kilo.
Guido Husni, uno de los fundadores de la compañía, confirma lo expresado por Algorta: “Para hacer el extracto de biomasa para realizar aceite de CBD se necesitan muchas hectáreas y mucho trabajo” para obtener una materia prima que luego deberá tener todas las aprobaciones correspondientes del Estado uruguayo.
“Al ser productos disruptivos, incipientes y con gran complejidad para el marco regulatorio global, las exportaciones requieren de cumplir requisitos internacionales aceptados ante Naciones Unidas”, amplía Lucas Crivilone, CEO de CPlant, que fueron los primeros en vender inflorescencias de cannabis no psicoactivo a Suiza, sumando más de 9.000 kilos exportados a la fecha.
Por otro lado, el sector empresario cuenta que las compañías UruguayCan y Selenio Nueve son las principales productoras de biomasa con alto contenido de CBD. Sin embargo, su producto aún no está disponible para comprarse en los locales uruguayos.
Quiénes son las empresas con licencias
En la actualidad, solamente hay tres opciones de medicamentos habilitados para conseguir en las farmacias del país vecino: Epicfractán, en sus dos versiones de 2% y 5% de CBD, y Xalex 10, que tiene un concentrado del 10% de CBD.
Ambos productos pertenecen al laboratorio Medic Plast, una compañía hija de Ramm Pharma, de capitales canadienses y que está radicada en Uruguay hace 33 años.
En 2017, Medic Plast fue el primero del mundo en registrar el primer producto en base de CBD cuando registró el Epifractán, que es aplicado para las personas que padecen epilepsia refractaria.
THC constató que Medic Plast cuenta con licencia del IRCCA para la industrialización de productos de uso humano y veterinario, que se renueva periódicamente hace cuatro años.
“Lamentablemente, no podemos usar materia prima nacional porque no existe en Uruguay ni en América Latina, ni en Estados Unidos CBD semiaislado que tenga GMP”, le explica a THC Jack Brunett, Director Ejecutivo de Ramm Pharma.
“Todos los productos en sus lotes que importamos están analizados en el Ministerio de Salud antes de que podamos tomar posesión y después trabajarlo para venderlo al público en general”, detalla Brunett.
Por esa razón, la extracción y el proceso de certificación para Medic Plast debe realizarse en Suiza donde cuentan con un empresa que se dedica a importar bajo todas las regulaciones correspondientes.
Por otro lado, El doctor Chiu Hsin Tai Yang es el médico asesor en cannabis para uso medicinal de Medic Plast. En diálogo con THC, el especialista cuenta que, como primero inscribieron el Epifractán de 2%, seis meses después el de 5% y, en 2019, el de 10%, “las habilitaciones continúan porque tienen la experiencia para testear y comprobar la eficacia”.
Tai Yang cuenta que todos los meses generan “baches seguros” de aceite que luego son controlados por el propio Ministerio de Salud de Uruguay para buscar la estabilidad, exámenes de control y eficacia del producto terminado, algo que un aceite no producido en laboratorio va a poder otorgar.
De todos modos, aunque todavía la accesibilidad es el problema, desde Medic Plast aseguran que tienen el mejor precio de compra.
“Nosotros tenemos el precio más barato del mundo porque si vos comparás con Estados Unidos, un paciente debe gastar 32.000 dólares para usar CBD por año; mientras que los nuestros cuestan 100 dólares por mes, es decir, 1.200 dólares al año (algo así como 52.800 pesos uruguayos)”, sostiene Chiu Hsin Tai Yang.
“Para hacer el extracto de biomasa para realizar aceite de CBD se necesitan muchas hectáreas y mucho trabajo”, asegura Guido Husni, uno de los fundadores de CPlant, la primera empresa uruguaya en exportar cannabis.
El otro laboratorio uruguayo que cuenta con las habilitaciones y certificaciones para vender aceite de cannabis en las farmacias. Pero, según cuenta Algorta, es una compañía que si bien está produciendo, no logra aún entrar al mercado.
Se trata de la empresa Caillon & Harmonet, que tiene la licencia de industrialización del IRCCA y que elabora aceite con concentraciones de 5% y 10% de CBD en frascos de 30 ml, a partir de formulaciones sintéticas. Aunque no está confirmado que importen desde Suiza el insumo para hacer el medicamento.
Lo que sí es seguro es que hoy en Uruguay no existe en las farmacias un aceite de cannabis medicinal hecho 100% localmente, desde el cultivo hasta la formulación del laboratorio.
Si bien Uruguay inició a nivel mundial el camino de la regulación integral del cannabis y fue el primer país que activó la industrialización, hoy corre riesgo que puede marcar a todo un continente: que la planta se tranforme en otro commoditie, al igual que otros cultivos extensivos como la soja o el trigo.