El movimiento ecofeminista nació en Francia, en 1974, de la mano de Francoise d’Eaubonne, una referente del movimiento de mujeres de la época junto a Simone de Beauvoir. En ese entonces, la escritora definió al ecofeminismo como un saber antiguo de las mujeres.
Ahora, a casi medio siglo de la creación del movimiento ecologista dentro del feminismo, se lanzó la primera Diplomatura en Ecofeminismo en toda América Latina.
La cursada la llevan adelante la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires y la ONG Eco House para analizar cómo la crisis climática actual afecta de forma diferenciada a los seres vivos en función de su genero, clase social y etnia, entre otros.
“Las mujeres tejemos una relación de cuidado de la vida en la que nos nutrimos de la medicina del cannabis y otras plantas”, dice Celeste Romero, psiquiatra especialista en acompañar terapias con cannabis.
“La Diplomatura está teniendo muchísima repercusión, inscripciones e incluso personas que están cursando desde otros países”, le cuenta a THC Florencia Carbajal, una de las organizadoras del estudio y coordinadora del programa Ecofeminismo: género y ambiente, en Eco House Global. Para ella, “la academia y la realidad del activismo no van por separado”.
En este sentido, el movimiento cannábico es inseparable del ecofeminismo. Un ejemplo regional es Mamá Cultiva, que tiene presencia en Chile, Argentina y Paraguay, organizaciones principalmente conformadas por mujeres que hicieron frente a a prohibición para darle una mejor calidad de vida a sus hijos e hijas. Ellas no solo mostraron una realidad, sino que también lucharon en paralelo con los feminismos y en defensa de uso de la planta de cannabis.
Qué es el ecofeminismo
“El ecofeminismo implica una apuesta política de transformación social que combina ecologismo y feminismo, toma esto de la soberanía sobre el cuerpo/territorio y la gestión de la ética del cuidado de la vida”, explica la psiquiatra Celeste Romero, quien está participando de la mencionada Diplomatura y es una profesional de la salud especializada en acompañar terapias con cannabis.
Por su parte, Nadia Podsiadlo, abogada y referente del movimiento cannábico, considera que el ecofeminismo es “una gran oportunidad, pero hasta el momento no hay mucha visibilidad”.
Y agrega: “es una de las nuevas militancias que se vienen, respetando los movimientos feministas y ecologistas, y sus derechos de la manera más integral”. Ambos tratan sobre derechos de cuarta generación.
Podsiadlo dice que el ecofeminismo hace la vida más sustentable de los individuos y se benefician recíprocamente la ecología y los cuerpos de las mujeres. “Las integrantes de las comunidades originarias se nutrían de la tierra de manera colaborativa y solidaria, y a través del ecofeminismo se volvería a los orígenes en amistad con el ecosistema, de manera más sustentable”, explica.
Los combates del movimiento
En la misma línea que Podsiadlo se encuentra Flora Partenio, de la red de feministas del sur Mujeres por un Desarrollo Alternativo para una Nueva Era (DAWN, por sus siglas en inglés).
“Es fundamental vincular los problemas ambientales con la visión del feminismo”, sostiene la Doctora en Ciencias Sociales. “Los ecofeminismos son críticos con los sistemas extractivistas y eso es clave para discutir las condiciones de desarrollo actual”.
Desde la red analizan el impacto que tiene el avance de los megaproyectos extractivos sobre la tierra. “En este sentido, el trabajo de los feminismo en alianza con los movimientos ambientalistas y con los ecofeminismos en Argentina está tomando gran importancia”, reflexiona.
“La Diplomatura está teniendo muchísima repercusión, inscripciones e incluso personas que están cursando desde otros países”, le cuenta a THC Florencia Carbajal, una de las organizadoras del estudio y coordinadora del programa Ecofeminismo: género y ambiente, en Eco House Global.
Por su parte, Romero aclara que el ecofeminismo “involucra una confluencia necesaria en los tiempos que corren entre feminismo y ecologismo”. A su vez, “denuncia la opresión que sufrimos las mujeres y la naturaleza, entendiendo a ambos fenómenos como una materialización de la lógica patriarcal mercantilista, extractivista, etnocentrista, antropocentrista y androcentrista”.
Carbajal, quien está a cargo de la Diplomatura en Ecofeminismo, destaca que las demandas que se unen en el ecofeminismo, tanto del género como del ambiente son muchísimas: “La crítica al Antropoceno y al patriarcado casi podrían pensarse como un mismo problema”, asegura ella.
“La diferencia sexual entendida como desigualdad jerárquica no es algo natural, si no el resultado de una operación política y simbólica, que tiene miles de años, sobre el cuerpo de las mujeres y la tierra, y cuyo resultado final es la apropiación de su fertilidad”, cuenta Carbajal.
Cannabis y ecofeminismo
El vínculo entre las mujeres y el cannabis es inseparable. A esta altura, el hecho que las flores la produzcan las hembras resulta casi anecdótica. La relación es más profunda si se considera que las mujeres fueron las máximas referentes del movimiento cannábico que lograron sensibilizar a todas las clases sociales y políticas.
Mamá Cultiva es una de ellas, pero en todo el país se repiten los casos que ellas están al frente de la lucha: María Eugenia Sar y Berta Thachek, son solo algunos ejemplos.
Además, son las propias madres y abuelas las que realizan su propia medicina. “Es una planta ancestral usada ya por las comunidades originarias retomando así ese saber ancestral e integrándolo a la realidad actual”, dice Posiadlo.
“Las integrantes de las comunidades originarias se nutrían de la tierra de manera colaborativa y solidaria, y a través del ecofeminismo se volvería a los orígenes en amistad con el ecosistema, de manera más sustentable”, cuenta Nadia Podsiadlo, abogada feminista y referente del movimiento cannábico.
Por otro lado, para la psiquiatra feminista y especialista en cannabis, la relación que se da entre las mujeres cultivadoras y la planta de cannabis es ecofeminista.
“Somos ecofeministas porque nos relacionamos con amor y cuidado con la planta, porque nos cooperamos para la construcción del conocimiento y porque desafiamos las estructuras de opresión y las trascendemos para cuidar de la vida”, reflexiona.
Romero dice que el ecofeminismo rescata los saberes y las experiencias de subsistencia de las mujeres y pone el foco en la ética del cuidado de la vida. De esa forma rescata conocimientos ancestrales, vínculos de cooperación entre la humanidad y el buen vivir de los pueblos originarios.
“Las mujeres tejemos una relación de cuidado de la vida en la que nos nutrimos de la medicina del cannabis y otras plantas”, asegura Romero.