Por primera vez en Argentina, se realizará un proyecto conjunto entre una universidad pública, una asociación civil y el Estado de un cultivo de cannabis para el mejoramiento de cuatro genéticas de cannabis. Se trata de una iniciativa que arrancará este año en la provincia de Santa Fe, entre la Asociación de Usuarixs y Profesionales para el Abordaje del Cannabis y otras drogas (AUPAC), la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el Instituto Nacional de Semillas (INASE).
Según el documento del acuerdo tripartito, se pretende cosechar unas 320 plantas aportadas por AUPAC dentro de las 500 hectáreas del Campo Experimental de la Facultad de Agronomía de la UNR, tanto en condiciones de exterior como en interior.
Luego, el Inase intervendrá en el proyecto para certificar la trazabilidad de las genéticas que fueron creadas y mantenidas por la mencionada organización que asiste a más de mil pacientes que usan cannabis.
Luego de este proyecto que tendrá una duración de un año y medio, la intención es que las cuatro variedades puedan ser inscriptas en el Registro Nacional de Cultivares.
Esto no solo sería la piedra fundamental para que las semillas de cannabis puedan ser comercializadas, sino que también significa un sello de certificación que promete seguridad, trazabilidad y detalla la concentración de cannabinoides.
En el caso de las cuatro variedades de AUPAC que se trabajarán en la iniciativa, varían entre altas concentraciones de CBD, THC e híbridas.
“La producción de conocimiento nacional, un modelo de producción y generación respetuosos del medio ambiente, basados en un modelo de salud comunitaria que contempla a la planta en su totalidad es lo que venimos pregonando hace años. Y la universidad pública es el mejor aliado para este cambio de paradigma”, asegura Ignacio Canabal, integrante de AUPAC.
“Es una articulación tremenda. Une a la Universidad pública, una organización civil que tiene un trabajo importante y al Estado. Se va a hacer un cultivo controlado para mejorar las variedades con las que ya viene trabajando AUPAC y pone a Santa Fe en un lugar que no tenía”, le dice a THC Gabriel Giménez, Director Nacional de Articulación Federal del Inase, sobre la producción provincial de aceite de cannabis del Laboratorio Industrial Farmacéutico, una empresa estatal que importó los concentrados de cannabinoides y ha manifestado que quiere trabajar con genéticas nacionales.
Giménez cuenta que “este proceso de mejoramiento va a servir para determinar si es necesario importar alguna genética para mejorarla ante el tratamiento de determinadas patologías”. Además, el director nacional del Inase adelanta que si bien el objetivo es avanzar en la inscripción nacional de estas variedades, el instituto de las semillas ya tiene más de 50 carpetas para el registro de variedades de cannabis argentinas y que durante este año empezarán a ser aprobadas.
Un reconocimiento a las bases
El proyecto entre la UNR, AUPAC e Inase tendrá una duración de un año y medio porque las exigencias de trazabilidad de la institución estatal exigen, al menos, unas dos cosechas. Entonces, se utilizarán tanto semillas como esquejes para ser reproducidos y lograr un mínimo de 40 especímenes para cada una de las cuatro variedades que trabaja la asociación cannábica.
También intervendrá la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR para hacer las pruebas de cannabinoides presentes en cada cosecha.
Además, otro de los objetivos de la iniciativa es mejorar la reproducción de las plantas para tener un rendimiento más alto en las futuras generaciones y encontrar la mayor precisión del momento de corte en la floración de cada variedad.
“Esta unión entre universidad, Estado y organizaciones responde a un trabajo que se sostiene hace tiempo entre AUPAC y la UNR. Empezamos con el uso de aulas para cursos, luego avanzamos en la producción de investigación sobre preparados artesanales y continuamos con estudios clínicos”, recuerda el recorrido hasta este acuerdo uno de los integrantes de AUPAC, Ignacio Canabal, en diálogo con THC.
Canabal, quien también es Director de la Casa Educativa Terapéutica del Sedronar y participó en la redacción de varios proyectos de ley relativos al cannabis, destaca que “es interesante que la Universidad recoja el conocimiento que ya existe en su territorio para avanzar” en el acceso a la salud.
“La producción de conocimiento nacional, un modelo de producción y generación respetuosos del medio ambiente, basados en un modelo de salud comunitaria que contempla a la planta en su totalidad es lo que venimos pregonando hace años. Y la universidad pública es el mejor aliado para este cambio de paradigma”, asegura Canabal.
“Es una articulación tremenda. Une a la Universidad pública, una organización civil que tiene un trabajo importante y al Estado. Se va a hacer un cultivo controlado para mejorar las variedades con las que ya viene trabajando AUPAC y pone a Santa Fe en un lugar que no tenía”, le dice a THC Gabriel Giménez, Director Nacional de Articulación Federal del Inase.
En cuánto al origen de las genéticas, el coordinador de cultivo de AUPAC, Tomás Cáceres, le explica a THC que “proviene de las variedades que desarrolla nuestra comisión de cultivo en las distintas plantaciones que llevamos adelante. Cultivadores solidarios, amigos, pacientes y compañerxs de otras organizaciones cannábicas de todo el país son nuestra fuente de material genético”, cuenta sobre la generación de conocimiento creada desde las bases y en la absoluta clandestinidad.
Ahora, el Estado comienza a reconocer el trabajo solidario de las asociaciones y lo pone en valor para la creación de una nueva matriz productiva alrededor del cannabis. De hecho, en el proyecto industrial del cannabis medicinal y el cáñamo que ya cuenta con media sanción del Senado, tiene un artículo clave que facilita la transformación de las organizaciones civiles en cooperativas.
Si bien el rol fundamental de AUPAC será proveer los 320 plantines para el proyecto, Cáceres cuenta que también “se dictarán talleres de cultivo y formaciones para promover tanto la reproducción de genéticas, como los distintos procesos que se llevarán adelante en el desarrollo de esta investigación”.
“Creemos fervientemente que este es el modelo a reproducir”, dice Canabal acerca de la multiplicación de iniciativas similares en el resto del país. Desde el Inase también lo ven posible y son varias las universidades, tanto públicas como privadas, que quieren sumarse a la investigación y desarrollo del cannabis.
“Este modelo se sostiene en una producción que contemple el reconocimiento de las organizaciones sociales que han trabajado durante mucho tiempo desde la ilegalidad, y que ahora se puede mejorar con las técnicas específicas brindadas por la universidad para reconvertirlo en un producto optimizado acorde a las nuevas normativas y necesidades”, cierra Canabal.