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L.A. County Sheriff

Cultivos clandestinos en el mítico desierto de Mojave

Hace tiempo comenzaron a registrarse cultivos de cannabis en el desierto de Mojave. Los lugares inhóspitos, donde la presencia humana es una rareza, son cuna de mitos y el Mojave no es una excepción.

Gran parte de ese desierto se encuentra dentro de los límites del estado norteamericano de California, una de las mecas del cannabis moderno.

Allí, tierra de cactus visionarios, fue donde supuestamente el escritor y psiconauta Carlos Castaneda recibió las enseñanzas del chamán Don Juan.

Sus llanuras rodeadas de montañas también son cede de la misteriosa Área 51, una zona bajo control del ejército de Estados Unidos, donde se realizarían pruebas secretas y donde la cultura popular asegura que hay pruebas de extraterrestres.

En esa zona, que también forma parte de la iconografía del rock del siglo XX, desde la experiencia de Jim Morrison, inmortalizada en canciones como Riders on the storm hasta la tapa de The Josua Tree de U2, ilustrada justamente por un árbol de Josué.

Pero ahora, fruto de la crisis de la industria del cannabis californiano, sus planicies secas se transformaron de una alternativa para el cultivo no regulado de marihuana.

Una crisis legal

California es la meca de la cultura cannábica en la era moderna. Desde la década de 1960, hippies y ex combatientes de Vietnam tomaron tierras entre las montañas y montaron grandes plantaciones de cannabis.

Después, en este estado de los Estados Unidos sucedió la primera legislación del mundo para fines medicinales, en 1996, y con los años no solo sumó la habilitación a otros usos, sino que también se consolidó como el lugar con más desarrollo en la industria del cultivo.

Pero ahora, California atraviesa la peor crisis de su historia en la economía del cannabis. Por un sistema de regulación lleno de altas tasas impositivas y sobreproducción, mientras las grandes compañías que se fundaron en la última década no paran de crecer, los pequeños granjeros están al borde de la desaparición.

 

En el desierto del Mojave además de una larga historia de extraterrestres ahora crecen los cultivos clandestinos de cannabis

La situación es tan grave que las autoridades locales advierten un aumento en el mercado ilegal, al punto que ya se montaron invernaderos de cultivo en medio del desierto de Mojave.

Según una investigación del Washington Post, el cannabis vendido legalmente en California se dirige al sur de manera ilegal para “dominar un mercado boutique en auge” en México, donde la compra y venta todavía está prohibida.

Un ejemplo que presentan es el del dispensario Urbn Leaf San Ysidro que, de acuerdo a su propietario Josh Bubeck, “el 55% de sus clientes serían ciudadanos del país vecino”.

“Definitivamente ha habido una falla con las regulaciones y tenemos que reducir los costos. Se debería hacer subvenciones directas a las pequeñas empresas que necesitan ayuda para competir. No queremos que todo el mercado de cannabis de California se venda a compañías fuera del estado”, le cuenta a THC Debby Goldsberry, dueña del dispensario Magnolia Wellness.

Asimismo, el LA Times advierte que el desierto de Mojave atrajo a más de mil plantaciones de cannabis entre Antelope Valley y el Río Colorado, convirtiendo a este lugar en el “refugio de marihuana ilegal más nuevo de California” y lejos de las reglas y los bosques del “Triángulo Esmeralda” al norte de ese Estado. De este informe se presentan los siguientes números: 500 sitios de cultivo ilegal, 150 son del año pasado; y 860 en San Bernardino. Varios de ellos han sido allanados y cerrados por las fuerzas de seguridad local.

Los expertos de la industria dicen que la práctica de trabajar simultáneamente en los mercados legales e ilícitos es “demasiado común”, una realidad financiera que se podría solucionar de manera simple: reformando o derogando el marco estatal del cannabis, eliminando prioritariamente el impuesto al cultivo.

Crónica de un abandono

El comienzo de este nuevo año trajo una nueva actualización de las tasas del impuesto al cultivo de cannabis en California, Estados Unidos, hecho que ocurre desde el 1° de enero de 2018.

Este ajuste por inflación que cobra el Departamento de Administración de Impuestos y Tasas de California (CDTFA, por sus siglas en inglés) es del 80% hasta finales de junio de 2022 y tiene un valor de referencia de impuesto que antes era de 9,65 dólares por onza o 28 gramos de flor seca vendida y ahora es de 10,08 dólares.

Según ha consultado THC a diferentes actores de la industria, nadie quiere pagar estos impuestos por su negocio. Mucho menos, sufrir aumentos de estos pero sorprende que a cinco años de su legalización para uso adulto en ese Estado, aparte del tabaco, ninguna otra industria está gravada a las tasas a las que se enfrenta la industria cannábica. 

Incluso, ningún otro producto agrícola tiene un impuesto sobre el cultivo. Por el contrario, están respaldados por subsidios federales a los cultivos para proteger a las granjas familiares de las fluctuaciones del mercado que podrían poner en riesgo sus hogares y medios de vida.

De acuerdo al análisis de presupuesto 2021-2022 para negocios cannábicos de la Oficina Analista Legislativa, de casi 10.000 licencias que se otorgaron en 2018, ahora no llega ni a las 6.000.

Por un lado, los cultivadores cannábicos sufren entonces el impuesto del 15% para minoristas que se calcula sobre la base del precio medio de mercado del cannabis o los productos de cannabis vendidos en una venta al por menor. 

Esto se debe a que la Ley de Control, Regulación e Impuestos del Uso Adulto de Marihuana de 2016, -la medida iniciativa aprobada como Proposición 64-, establece que el cannabis y los productos derivados son “bienes tangibles” por lo que están sujetos a un impuesto sobre las ventas y su consumo.

Por otro lado, están también el impuesto estatal regular sobre las ventas, el impuesto federal y el impuesto de la ciudad en donde se vende. Por lo que se genera una suma aproximada de una tasa impositiva para las empresas de cannabis de California que puede superar fácilmente el 45 %.

“Los impuestos en un dispensario de Oakland son: impuesto especial estatal del 21% sobre cada producto, 10,25% de impuesto sobre las ventas en cada una de las ventas, 20% aproximadamente que va al Gobierno nacional por impuesto federal sobre la renta y un 7% de impuesto municipal sobre cada venta”, contó a la THC Debby Goldsberry, una de las más reconocidas activistas cannábicas de ese país y dueña del dispensario Magnolia Wellness.

Según una investigación del Washington Post, existen más de mil cultivos extensivos en el Desierto de Mojave.

En 2020, solo ese Estado tuvo una recaudación fiscal de 1.100 millones de dólares y de 1.300 millones de dólares el año pasado con el objetivo de ayudar al Fondo Tributario al Cannabis de California que se distribuye en prevención juvenil (60%), restauración y protección ambiental (20%) y en penitenciaría, protección contra incendios, salud pública y seguridad estatal y comunitaria (20%).

Ahora bien, con tanto dinero destinado a la simple supervivencia de un dispensario en alguna ciudad estadounidense, la gran demanda de producción de flor y siendo la principal región de venta legal, los trabajadores del cannabis en toda las áreas de la industria se ven afectados.

Cientos de puestos de trabajo se han perdido debido a estos impuestos excesivamente altos y las empresas se ven obligadas a reducir aún más los costos, reducir las operaciones o salir por completo del negocio. Principalmente, porque el precio mayorista del cannabis ha caído a la mitad y los productores no llegan a cubrir sus costos.

El ajuste por inflación que cobra el Departamento de Administración de Impuestos y Tasas de California (CDTFA, por sus siglas en inglés) es del 80% hasta finales de junio de 2022 y tiene un valor de referencia de impuesto que antes era de 9,65 dólares por onza o 28 gramos de flor seca vendida y ahora es de 10,08 dólares.

Quienes optan por la última opción se manifiestan: ya hay dos peticiones, si no es que hay más, que instan al Gobernador de California, Gavin Newsom, a que eliminen por completo los impuestos. O, paradójicamente, vender desde el mercado ilegal.   

Sobre esto, Goldsberry lamenta: “Las personas todavía compran cannabis en el mercado clandestino, donde es menos costoso. Para quienes tenemos pequeñas empresas, las regulaciones definitivamente podrían simplificarse. Si continúan así de complicadas económicamente la mayoría de las personas seguirán vendiendo marihuana de todos modos, pero sin licencia. ¡Es una locura!”. 

De acuerdo al análisis de presupuesto 2021-2022 para negocios cannábicos de la Oficina Analista Legislativa, de casi 10.000 licencias que se otorgaron en 2018, ahora no llega ni a las 6.000.

“Definitivamente ha habido una falla con las regulaciones y tenemos que reducir los costos. Se debería hacer subvenciones directas a las pequeñas empresas que necesitan ayuda para competir. No queremos que todo el mercado de cannabis de California se venda a compañías fuera del estado”, sentencia Goldsberry.