La palabra sinsemilla o sensi es universal en la cultura cannabica, apareciendo en canciones de reggae o nombres de bancos de semillas. Hoy sabemos que es fundamental para la calidad de la cosecha separar los machos de las hembras. ¿Pero cuándo nació este conocimiento?
¿Qué es el cannabis sinsemilla?
De acuerdo al botánico Robert Cornell Clarke, la técnica de producir cannabis separando las plantas machos de las hembras fue desarrollada en el siglo XIX en India.
La siguiente fuente autorizada ubica la práctica en México, en las décadas de 1960 y 1970. El gurú de cultivo Jorge Cervantes cuenta que en 1975 probó una variedad extremadamente potente de cannabis mexicano sin semillas, llamado Popo Blue y supuestamente cultivado en las faldas del volcán Popocatépetl.
Una versión más compleja y sin mucho sustento histórico afima que fueron conquistadores de origen musulmán que acompañaron a Hernán Cortés durante la invasión de lo que hoy es México. Habiendo importado semillas de Asia central y Medio Oriente, los conquistadores pidieron a los nativos que sembraran también cannabis.
De cualquier forma, la influencia de las incursiones estadounidenses en el cultivo de cannabis pronto se expandió a Holanda y Europa y nació la costumbre de separar machos de hembras para evitar la polinización.
En los años siguientes la notoria calidad de las flores sin semillas, especialmente en los cultivos masivos del mercado ilícito, orientó la demanda hacia este tipo de cannabis. El término “sensi”, junto a “sinse” y por supuesto “sinsemilla” se volvió un sinónimo de marihuana de mayor calidad, con superiores características organolépticas y niveles de cannabinoides psicoactivos.
Sin embargo hay que tener en cuenta que todavía no existen estudios científicos que hayan comprobado la presencia superior de cannabinoides y sustancias aromáticas en cannabis sinsemilla en comparación con cannabis polinizado. Se trata de una técnica que se desarrolló y evolucionó con el tiempo en los círculos de cultivo.
¿Cómo se hacen las semillas de marihuana?
La planta de cannabis generalmente es considerada una planta dioica, es decir que muestra caracteres sexuales, flores, en individuos diferenciados. Esto quiere decir que existen plantas con flores femeninas y plantas que producen flores masculinas. Además se pueden dar las llamadas hermafroditas o intersexuales.
La generación de las semillas se da mediante la polinización de las flores femeninas por el polen liberado por las flores masculinas. Este proceso es independiente del género que exprese la planta, ya que las “hermafroditas” y las intersexuales también pueden polinizarse. Es en la flor hembra, la que forma los cogollos, donde se generarán las nuevas semillas.
Esta polinización puede ser artificial y deliberada, por ejemplo cuando una persona desea reproducir ejemplares que cumplen con sus intereses y criterios de cultivo, o natural, cuando las plantas conviven en el mismo espacio, sea interior o exterior.
Flores con semillas y flores sin semillas
La generación de las semillas es un proceso que insume una enorme cantidad de recursos para la planta. Esto se traduce en una especie de redirección de la energía, que limita la producción de nuevas flores e influye también en la producción de resina aunque en este último factor no siempre es notable.
Por el contrario, cuando no existe una polinización, la planta produce nuevas flores hasta prácticamente el final de su vida, generando enormes cogollos cubiertos en resina. No hay que olvidar que los cogollos son un conjunto de cálices, flores individuales, agrupadas alrededor de pequeños tallos.
Dependiendo del estadío de la floración, una polinización puede implicar unas escasas flores individuales con semillas o cogollos completos.
¿Pierden calidad las flores polinizadas?
No existe una contraindicación al uso de flores con semillas, sino que la separación se vuelve un proceso engorroso y muchas veces terminamos aplastando semillas o quemándolas inadvertidamente.
Es importante recordar que las semillas poseen un abundante contenido de aceite, que expuesto al calor emite olor a aceite quemado, muy poco agradable. Incluso una separación efectiva implica desarmar la estructura de la flor y abrir los cálices, perdiendo tricomas durante la excesiva manipulación.
Físicamente, los cálices polinizados poseen paredes más delgadas, que se traducen en un menor rendimiento. A nivel visual se ven como cáscaras en lugar de los trozos esponjosos que observamos en flores sin polinizar.
En el caso de realizar extracciones que no requieran fuerza mecánica, como los macerados o las extracciones de resina por tamizado en seco o en agua, las flores polinizadas pueden usarse algo más cómodamente que fumadas o vaporizadas.