En épocas de frío se complica ventilar adecuadamente los espacios donde fumamos cannabis. Esto aumenta la concentración de humo y al mismo tiempo prolonga la exposición al mismo, pudiendo generar mayores daños a la salud. ¿Cómo reducir el humo en espacios cerrados? ¿El humo puede afectar la salud de terceros? Te explicamos todo en esta nota.
El cannabis es una de las plantas medicinales más versátiles conocidas por el ser humano. Sin embargo, existen formas de usar la planta que pueden ser poco saludables, como la práctica de fumar. Se sabe que este hábito produce un impacto en la salud, pero el humo de cannabis ¿también afecta a terceros?
La toxicidad del humo producido por la combustión de un material o una sustancia, en este caso el cannabis pero puede ser el tabaco, la biomasa vegetal de un incendio forestal o un trozo de plástico, puede medirse por la cantidad y tipo de partículas en suspensión presentes en dicho humo. Obviamente, más allá de las sustancias químicas presentes en el material que se está quemando y que también se liberan en el humo.
Estas partículas son fragmentos diminutos de distintas sustancias generadas por los procesos químicos de la combustión. Se cree que las más dañinas son las partículas conocidas como material particulado, cuyas siglas en inglés son PM2,5, por el tamaño de 2,5 micrómetros o menos, más pequeñas que el espesor de un cabello humano.
En contacto con el organismo, altas concentraciones de PM2,5 pueden provocar desde irritación en ojos y vías aéreas a agravar patologías cardíacas o respiratorias. A largo plazo, se cree que pueden provocar enfermedades cardiopulmonares y patologías relacionadas.
¿El humo de cannabis es más tóxico que otros humos?
Investigadores de la Universidad de Berkeley, en California, realizaron un controvertido estudio para analizar la potencial toxicidad del humo de segunda mano, específicamente el producido por bongs o pipas de agua.
Tradicionalmente, el sistema de filtrado por agua se considera una alternativa para reducir las partículas presentes en el humo, mediante la condensación producida por un cambio brusco de temperatura. Después de un uso, a simple vista se puede observar, tanto en el agua como en las paredes de la herramienta, la formación de condensación de alquitrán, ceniza y otras partículas.
La toxicidad del humo producido por la combustión de un material o una sustancia, en este caso el cannabis, puede medirse por la cantidad y tipo de partículas en suspensión presentes en dicho humo.
De acuerdo a los resultados del estudio, en el humo de un bong hay concentraciones de PM2.5 hasta 4 veces más altas que un cigarrillo o un narguile, ambos de tabaco. En este sentido, siempre según el estudio, el humo de un bong sería potencialmente mucho más dañino que un cigarrillo, al menos en cantidad de partículas liberadas.
Si bien se puede evaluar la toxicidad del humo en base a la cuantificación de las partículas en suspensión, es la producción del humo lo más cuestionable del estudio, sumado a las características del lugar donde se realizó la prueba.
En primer lugar se trata de un estudio observacional realizado fuera de un laboratorio, donde los investigadores midieron el humo generado en los domicilios de voluntarios que utilizaron sus propios bongs y no aportaron información de variedades usadas. Salvo un registro del tiempo promedio de la “sesión” los investigadores no cuantificaron el cannabis utilizado en total o por cada individuo, ni el ingreso o egreso de aire limpio en el espacio.
Este simple detalle puede alcanzar para rebatir el estudio. Las mediciones de PM2,5 fueron comparadas con estudios previos realizados con otras sustancias y herramientas de uso (tabaco en cigarrillos y narguiles) en espacios similares, habitaciones de unos 20 m2.
Lo que el estudio no aporta al omitir la cantidad de cannabis utilizado es el relevante detalle de cuánta cantidad de cannabis en combustión genera esos niveles de PM2.5, algo fundamental para realizar una comparación objetiva y acertada con otras sustancias, especialmente en cuanto a su toxicidad. Esa información serviría incluso para establecer regulaciones para su uso en lugares públicos y hasta recomendaciones para una práctica de uso más responsable en los hogares.
Cómo disminuir el volumen de humo en espacios cerrados
A las prácticas recomendadas para reducir el efecto en la salud del humo de cannabis en combustión podemos agregar algunos hábitos saludables para disminuir la cantidad de partículas en el aire del lugar donde nos encontramos o donde acabamos de fumar.
Evitar fumar en presencia de niños, mascotas o terceros que no usen cannabis. En lo posible, fumar en espacios abiertos al aire libre. Asomarse a una ventana no cuenta como salir al exterior, ya que gran parte del humo igualmente ingresa al ambiente.
La utilización de sahumerios, incienso o conitos aromáticos agrega más partículas a un espacio que ya cuenta con humo en su atmósfera. Es preferible la utilización de vaporizadores o humidificadores para aromatizar ambientes, ya que la producción de partículas de estos dispositivos es más reducida.
Ventilar eficientemente. Para renovar la atmósfera de un recinto cerrado debe generarse una corriente de aire con diferentes temperaturas, exactamente igual que en el interior de un indoor o una carpa de cultivo.