El cultivo bonsái es una técnica de la jardinería oriental que hace mucho tiempo fascina al mundo entero. Etimológicamente hablando significa “planta en cuenco” y en resumidas cuentas implica una recreación en miniatura de un árbol antiguo contenido en un pequeño recipiente. Pero el bonsái es mucho más que una planta pequeña: es la manifestación de una filosofía de vida milenaria, una síntesis entre el ser humano y la naturaleza. En esta ocasión vamos a ver cómo hacer un cannabis bonsai.
La planta de cannabis es conocida por su velocidad de crecimiento y resistencia al estrés. Esto la convierte no solo en una especie idónea para el cultivo bonsái, sino que también permite una iniciación rápida en este mundo, ya que a diferencia de un bonsái tradicional, con el cannabis en menos de un año puede conseguirse una planta que aparenta tener muchos años de vida.
Qué es un Cannabonsai y sus diferencias con el microcultivo
El cannabis bonsai es una técnica muy poco explorada en nuestras latitudes. Algo distinto ocurre con el microcultivo o microflowering, una práctica también limitada en escala pero con períodos de crecimiento vegetativo muy cortos o directamente sin ello.
En el bonsái en cambio, el grueso del trabajo se realiza durante esa etapa, ya que en floración debe anularse cualquier estrés.
Entrenamiento para hacer una planta de cannabis bonsai
La clave de un bonsái de cannabis exitoso es sin dudas la constancia en el entrenamiento. El bonsái combina muchas prácticas de jardinería, como trasplantes, podas aéreas, tutoreos o podas de raíces, con una sensibilidad especial puesta en el estrés como un factor que limita el crecimiento de la planta, algo positivo en este caso. Pero todo en su justa medida: el bonsái no es una carrera, es un camino. La forma deseada se va logrando semana a semana.
¿Cuánto dura un bonsai de cannabis? El período de crecimiento lleva de seis a ocho meses y el de floración, aproximadamente dos meses, dependiendo de la genética.
Un bonsái de cannabis pasa casi toda su vida en estado vegetativo, solo florece para morir. El periodo de crecimiento lleva de seis a ocho meses y el de floración, aproximadamente dos meses, dependiendo de la genética.
¿Esqueje o semilla?
El mejor punto de partida para un entrenamiento de este tipo es el esqueje y no la semilla. Primero, porque se trabaja sobre una base conocida, idealmente una planta hembra que nos brinde una floración robusta y una estructura ramificada con bajo espacio entre nudos.
Segundo, porque no gastamos dinero en una semilla feminizada nueva. Y tercero, porque un esqueje continúa con la edad de la planta madre, lo que colabora con el efecto de envejecimiento vegetal que asemeja una planta a un árbol.
Sin dudas las genéticas idóneas para el cannabonsai son aquellas que tengan predominancia índica de períodos de floración relativamente cortos.
Planta de cannabis bonsai en vegetativo temprano
Tenemos que imaginarnos que lo que pase en este momento va a determinar la forma del tallo de nuestro futuro bonsái. Teniendo en mente la forma definitiva esperada de nuestro bonsái, seleccionaremos las yemas bajas con las cuales vamos a trabajar con entrenamiento de bajo estrés (LST) y los brotes más altos directamente los podaremos al ras.
La forma que buscamos es similar al tronco de un árbol que crece verticalmente y luego se ramifica abruptamente hacia los lados.
Este período temprano dura mucho tiempo, ya que el entrenamiento aunque poco, causa un estrés que frena el crecimiento y, cuando una planta es muy chica, la tasa de crecimiento es muy baja de por sí. La consigna de este estadio es trabajar cerca del horizonte del sustrato, tenemos que conseguir una planta compacta, ya que en el futuro iremos bajando ese horizonte descubriendo parte de la raíz.
Crecimiento
Estas largas semanas se caracterizan por el entrenamiento de bajo estrés con tutores de metal maleable. La técnica consiste en rodear con un alambre especial de bonsái las ramificaciones principales a modo de espiral para luego doblar la rama hacia la forma que queremos que mantenga. El alambre cumple la función de mantener la forma que nosotros le demos, permitiendo el crecimiento normal de la planta.
En este estadio comienza a ser importante pensar la parte visible de la planta y la parte radicular como dos unidades diferentes a trabajar. Es muy común que un bonsái en su período de crecimiento pase por varios trasplantes, en los cuales se hace una intervención sobre el pan de raíces.
En cada trasplante se reorganiza el cepellón, se poda hasta un tercio de las raíces y se vuelve a colocar con una disposición más abierta hacia los lados y no tan profunda. Esto se hace pensando que a futuro la maceta definitiva va a tener una forma aplanada.
La poda de raíz respeta uno de los principios del bonsái tradicional: árbol viejo, raíz joven. Esto significa que una planta se alimenta fundamentalmente de la raíz construida en el último tiempo. Para el cannabis estaríamos hablando de la raíz que fue construida en las últimas semanas, que es metabólicamente más activa que las raíces más viejas.
Revegetación
Una vez que tenemos nuestro bonsái con la estructura que nos gusta, podemos ir pensando en cómo va a verse cuando esté floreciendo. El paso clave para lograr una floración vistosa y robusta siendo una planta tan chica es la interrupción de la floración para volver a un estado de crecimiento muy brevemente para después retomar la floración.
El bonsái combina muchas prácticas de jardinería, como trasplantes, podas aéreas, tutoreos o podas de raíces, con una sensibilidad especial puesta en el estrés como un factor que limita el crecimiento de la planta.
Esto se consigue modificando el fotoperiodo de 18 horas de luz a 12 una semana para luego volver a 18 una semana más y luego volver a 12 ya definitivamente. Esta modificación dispara cambios a niveles muy profundos de la planta.
Operativamente lo que buscamos es que las preflores broten pero ese corto tiempo en el que vuelve a vegetar genera un muy pequeño espacio de rama entre los cogollos. Ese apiñamiento ligeramente espaciado brinda la sensación de que la planta tiene una floración mucho más abundante de lo que realmente tiene. Crecen más flores en menos espacio, pero quizás no tan compactas.
Floración de una planta de cannabis bonsai
Un bonsái de cannabis florece solo para morir. Durante esta etapa no se va a aplicar prácticamente ningún estrés a nuestra planta, queremos que tenga toda su energía puesta en conseguir las mejores flores. Es muy importante que la floración se realice enteramente en su maceta definitiva y que semana a semana el horizonte del sustrato se vaya bajando retirando con un pincel las primeras capas del mismo.
Esto va descubriendo raíces que antes estaban enterradas y esa exposición al ambiente las va cambiando de un color blanco pálido a un color más parecido a la madera. Esto colabora con esa impresión de ser un árbol antiguo.
La dieta en esta fase es extremadamente importante. Lo que recomendamos es usar sales minerales de calidad y respetemos un esquema de carga progresiva durante los dos meses aproximados que dura la floración.
Al estar muy limitados en espacio de raíz y no conseguir más raíz nueva en un punto, el suelo aunque esté muy cargado de nutrientes no nos podría aportar suficiente alimento para la planta. Por eso, debemos recurrir a una fertilización mineral.
La luz es otro factor fundamental para el proceso de floración. Como no queremos que la planta se estire innecesariamente, toda la floración debe llevarse adelante con un seguimiento sobre la distancia de luz y la cantidad de la misma.
Queremos estar en los límites máximos tolerables para la planta en todo momento. En este punto, tener luces de cultivo profesionales ayuda mucho.
Cuidados generales para el cultivo de una planta de cannabis bonsái
Un bonsái es una planta que es constantemente sometida a estrés. La planta va a ser una manifestación de los límites que enfrenta y aun así logra prosperar. El secreto detrás del cultivo bonsái en cannabis es la sensibilidad con la que pueden ir planteándose las condiciones desventajosas y la respuesta que brinde la planta a las mismas.
Es un entrenamiento de la paciencia y la observación. Toda intervención debe ser delicada y precisa, pero con firmeza.
Por lo demás no difiere tanto del cultivo normal de una planta de cannabis. Lo que cambia es que no partimos buscando obtener una gran producción, buscamos disfrutar el proceso. Una vez que la planta termina su floración, no tiene mucho sentido volver a vegetar. Después de tanto estrés recibido lo más sensato es cosechar y cerrar un ciclo para arrancar otro. Como la vida misma.